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Por qué el expresidente Nelson Mandela aún es importante para Sudáfrica

A los habitantes de ese país les preocupa perder al hombre que llevó a su nación a ser una promesa de la democracia
dom 26 febrero 2012 10:14 AM
parede con pintas de nelson mandela
nelson-mandela parede con pintas de nelson mandela

Cuando Nelson Mandela fue admitido en el hospital, los sudafricanos tomaron un respiro y se prepararon para lo peor.

A pesar de las declaraciones del gobierno que motivaban a los ciudadanos a no entrar en pánico, sintieron miedo. Mandela mantiene un lugar tan especial en el corazón de los sudafricanos, que se preparan para el inevitable día de su último respiro.

Con 93 años , muchos agradecen que el expresidente y ganador del premio Nobel de la Paz aún esté con ellos. Dejó la escena política y pública hace mucho, pero la sensación de que aún está cerca —disfrutando de su retiro— los reconforta.

Mandela es muy querido porque recuerda a los sudafricanos qué tan lejos han llegado. Reaviva la nostalgia por aquellos tiempos en los que el país era un milagro de la democracia. Representa la promesa de Sudáfrica de las elecciones de 1994.

La realidad es que muchos sudafricanos se preocupan de que su nación arcoíris ya no representa la visión del líder. Ante la vejez y el silencio de Mandela, hay muchas señales de preocupación porque el país se ha desviado del camino de reconciliación y democracia que él forjó, dicen observadores.

El gobierno del presidente Jacob Zuma enfrenta el desafío de adoptar la entrega de Mandela a una prensa crítica y libre. Una nueva ley de Protección a la Información podría encarcelar a periodistas e informantes hasta por 25 años si poseen información confidencial del Estado. El gobierno ha rechazado añadir la cláusula de "interés público", que podría limitar el alcance de esta legislación, la cual supuestamente protege al país de enemigos extranjeros.

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Grupos de la sociedad civil dicen que es un intento de callar a la prensa, que ha sido meticulosa a la hora de reportar la corrupción en el gobierno.

Para muchos, la corrupción se ha convertido en el cáncer de la Sudáfrica moderna. Parece que no hay un día sin que un servidor público salga por actos sospechosos. El exjefe de la policía está en prisión por aceptar sobornos de un jefe del crimen; la esposa del ministro de Seguridad del Estado fue encontrada culpable de tráfico de drogas y el exconsejero financiero del presidente Zuma, quien fue encarcelado por fraude y corrupción, apenas cumplió su sentencia y le dieron “libertad condicional por razones médicas”, a pesar de que periodistas lo han visto jugar golf.

La provincia de Limpopo fue recientemente declarada “técnicamente en bancarrota” por el Tesoro nacional, luego de descubrir un gasto “no autorizado e irregular” por parte del líder regional. Observadores dicen que el saqueo de las arcas del gobierno no se limita a Limpopo.

Adicionalmente, la base del legado de Mandela  —la Constitución— ha sido un paliativo incluso entre los más pesimistas sobre el panorama para Sudáfrica. Sin importar los retos que afectan a la sociedad, existe la sensación de que el trabajo judicial y de la Corte Constitucional protegerá el edificio de la democracia.

Cuando el presidente Zuma dijo recientemente en una entrevista a un diario que pretendía “revisar” el trabajo de este tribunal, hubo un sentimiento de consternación. Mucha gente ha cuestionado por qué el gobierno ajustaría los cimientos de la Sudáfrica de Mandela.

Personas cercanas al expresidente afirman que padece demencia senil, algo común durante la vejez, según los doctores. Se confunde y fácilmente se molesta y altera. Ahora, su familia y la milicia lo protegen de los detalles de cada día.

Si realmente comprendiera lo que pasa a su alrededor, ¿qué diría Nelson Mandela sobre una ley de la era del apartheid que está siendo utilizada para amenazar a periodistas que intentan reportar sobre su salud?

Irónicamente, el gobierno utiliza la Ley de Puntos Clave e Investiduras Estratégicas —antes conocida como la temida Enmienda Nacional de Puntos Clave— para incrementar el poder de las estructuras de seguridad, para declarar, en secreto, edificios que son de “importancia nacional”. Esa ley fue creada en 1980, en medio de un estado de emergencia y vigilancia por parte de las fuerzas del apartheid.

Cuando los reporteros se pararon en el perímetro del hospital militar donde se cree que Mandela era atendido fueron amenazados de arresto por las autoridades en caso de filmar el edificio clínico. Un fotógrafo fue detenido brevemente y liberado. La misma ley ha sido referida en dos casos contra dos agencias de noticias, que aparentemente instalaron cámaras afuera de la casa de Mandela en la provincia de Cabo del Este.

Expertos legales esperan que el caso vaya a la corte porque dicen que estos “puntos clave” nunca pasarán la prueba constitucional. A pesar de tantas contradicciones, Sudáfrica permanece como una hermosa y extraordinaria nación.

La realidad actual del país es mucho mejor que en aquellos oscuros y feos días en que Mandela estaba encarcelado y las leyes racistas subyugaban a la mayoría de los ciudadanos.

Sin embargo, la razón por la que los sudafricanos entran en pánico cuando Mandela está enfermo es porque piensan en su futuro. Se preocupan por el día en que Mandela se vaya y el país pierda a su líder democrático.

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