El alcalde Gordillo, el 'Robin Hood' español en tiempos de crisis
Cuentan sus allegados que es humilde. Que es sencillo. Que rara es la semana que no cobije a un inmigrante irregular en su casa. Así descrito, Juan Manuel Sánchez Gordillo podría pasar por un alma caritativa al servicio de los desamparados de la Tierra. Y quizás algo de eso aprendió de Diamantino, el cura de su pueblo y uno de los fundadores del Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT). “Él me decía: ‘Nuestras causas son difíciles, pero tan justas, que un día tendremos que ganar”, recuerda el sindicalista español más famoso de los últimos años en entrevista con CNNMéxico.
A Sánchez Gordillo, de 56 años, se lo han rifado estos meses los medios de comunicación después de que dieran la vuelta al mundo unas imágenes donde, acompañado de sus compañeros del SAT, asaltaba dos supermercados en las localidades de Écija y Arcos de la Frontera, Andalucía, y se llevaba carritos de comida para repartir a los pobres de la región, tradicionalmente agrícola y con un 33.17% de desempleo, la mayor tasa de paro de España.
Le han llamado desde Argentina, China e Irán, entre otros. Ha aparecido en el prime time de los programas televisivos con mayor audiencia de España. Ayudado por su aspecto desaliñado, su barba marxista, su dentadura imperfecta, el pañuelo palestino colgado permanentemente del cuello, y su habla humilde y poco refinada, se ha ganado el apodo de Robin Hood. Pero sobre todo, ha tenido más exposición mediática y más facilidad para lanzar su mensaje que cualquier otro dirigente de izquierdas en los últimos años. Ningún otro había protagonizado la portada de un diario como Financial Times.
“Yo no sé si soy Robin Hood, pero lo que está claro es que los gobiernos y los bancos han estado haciendo lo contrario que ese personaje: han robado a los pobres para dárselo a los ricos”, explica por teléfono Gordillo a CNNMéxico, desde la carretera, camino de Córdoba, donde ha marchado a pie esta semana junto a 500 campesinos para protestar por los recortes de gasto en España. El país está inmerso en una crisis con un 25% de desempleo (más de un 50% entre los jóvenes), que ha tenido que pedir un rescate financiero de 100,000 millones de euros a la Unión Europea. Centenares de personas se han manifestado ante el panorama de una nación deprimida por los recortes y la falta de expectativas de crecimiento.
“Es injusto que se nos conozca por los carritos de comida”, protesta Sánchez Gordillo. “Antes habíamos cortado carreteras, paramos los aeropuertos de Málaga y de Sevilla, y hemos hecho huelgas de hambre... parece que los supermercados han tocado una tecla especial. Quizás al sistema le ha entrado miedo”, se enorgullece, mientras desglosa el ideario de su movimiento: “Renta básica de supervivencia, que los supermercados donen alimentos de caducidad cercana, nacionalización de los medios de producción, banca pública, socialización de compañías energéticas... ah, y la vivienda como derecho”, puntualiza sobre el problema de los desahucios.
Desde 2008 se han tramitado en España 171,000 órdenes de desalojo de viviendas por impago de familias cuyos miembros, desempleados, no pueden afrontar las cuotas y han perdido su casa de un día para otro.
El asalto a los supermercados se saldó con siete detenciones de activistas de izquierda para los que la Fiscalía pide entre dos y cinco años de cárcel. Sánchez Gordillo, diputado en el Parlamento de Andalucía, es inmune a la justicia ordinaria y debe ser el Tribunal Supremo quien dictamine su arresto. Aún así, ha pedido al gobierno andaluz que le retire su protección como aforado ante la justicia. “La ética en política es imprescindible y consiste en vivir lo mismo que hablas y hablar lo mismo que vives”, asegura.
Regidor de la utopía
Desde 1979, Sánchez Gordillo es alcalde de Marinaleda, una población de 2,700 habitantes, situada a 100 kilómetros de Sevilla y cuyos vecinos viven de la agricultura. Todos cobran lo mismo con independencia de su trabajo, 1,200 euros (cerca de 20,000 pesos). Los cargos del ayuntamiento no cobran por su servicio a la comunidad. “En el equipo de gobierno, todos tenemos nuestro trabajo. Nadie cobra por ser político. Yo he renunciado a parte de mi sueldo en el Parlamento de Andalucía para seguir cobrando lo mismo que el resto de habitantes de mi pueblo”, asegura.
Gordillo se metió en la lucha obrera cuando tenía 16 años. Estudiaba en Sevilla, donde había "muchísima miseria", lo que lo llevó a la política. “Me sentía comprometido con la sociedad, con la gente que no tiene nada, me ayudó a crear conciencia. Y la conciencia es más importante que cualquier otra disciplina”. Su padre era electricista en Sevilla, pero se mudó por motivos laborales a Marinaleda, donde él nació.
En ese pueblo, el diputado izquierdista ha ejercido como profesor de Historia. En sus 33 años como alcalde, ha implantado su utopía comunista. Las casas cuestan 15 euros al mes (menos de 250 pesos) —una renta en Sevilla ronda los 699 euros (más de 11,000 pesos)— gracias a que el ayuntamiento regala el terreno y el propietario se implica en su construcción. No existe desempleo ni policía local. Las decisiones se toman junto a los ciudadanos. Las calles están salpicadas de eslóganes socialistas. Y un retrato del Ché Guevara (y no del Rey, como suele ser habitual en los consistorios españoles) preside el despacho de Gordillo. Como el propio alcalde ha asegurado en muchas ocasiones: “Marinaleda es un oasis comunista en medio de Andalucía”.
La desvinculación de su partido
Sánchez Gordillo es diputado en el Parlamento Andaluz desde 2008 por Izquierda Unida (IU), el tercer partido de España en número de votos detrás del conservador PP y de los socialistas del PSOE. Pero sus choques con la dirección del partido son permanentes. Durante la jura de su cargo como diputado, en 2011, echó mano de una expresión (“por imperativo legal”) que solo habían usado algunos nacionalistas vascos en el Congreso español. Se opuso a votar a favor de la investidura del presidente andaluz por la corrupción y política de recortes de su gabinete.
“El futuro de la izquierda es anticapitalista y no apoyo gobernar con partidos que defienden el capitalismo”, defiende Sánchez Gordillo que muestra su falta de sintonía con IU, en el poder andaluz tras pactar con el PSOE. "No estamos aplicando el programa cuando se están efectuando recortes”.
“La política no se basa en apariciones espontáneas como las de Gordillo, es un trabajo a más largo plazo”, dicen por teléfono a CNNMéxico fuentes internas de IU que se sienten alejadas de las acciones del dirigente sindical. “Hace estas cosas por libre y como parte de su actividad sindical. Pero no tienen que ver con el partido. Es una faceta personal que él desarrolla y aprovecha la libertad que proporcionamos a nuestros militantes”, afirman sobre un Sánchez Gordillo, que pertenece a IU a través del Colectivo de Unidad de Trabajadores-Bloque Andaluz de Izquierdas (CUT-BAI), del que es portavoz y líder.
Sánchez Gordillo no le da importancia a su juramento por “imperativo legal”. Simplemente, rechaza la Constitución. No le gusta, dice, porque promulga la Monarquía y el capitalismo. Ni siquiera pudo votar el texto el 6 de diciembre en 1978 porque aquel día estaba en la cárcel. “Yo he estado en prisión muchas veces y siempre por lo mismo, por ocupar fincas, por cortar carreteras, por acciones en defensa de los trabajadores...”
Mientras enumeraba sus experiencias carcelarias, Gordillo tenía en mente la próxima acción. El martes, pocos minutos después de que CNNMéxico hablase con él, durante la marcha campesina a Córdoba, los miembros del SAT ocupaban una nueva finca, el Palacio de Moratalla, reconvertido hace tiempo en un hotel rural de cinco estrellas. “Es un ejemplo más del latifundismo andaluz”, criticaba posteriormente Gordillo.
Amenazado de muerte
Sánchez Gordillo no tiene miedo a volver a prisión. Quien le conoce bien, sabe que no va a parar en su lucha. “Es un persona incansable y sobre todo es continuo. No se ha institucionalizado como otros”, asegura Pepe Caballero, secretario de organización del SAT y uno de los siete detenidos en el asalto a los supermercados. “Está en su salsa, le gustan las cámaras y comunicarse con la gente. Le conozco desde hace 30 años y sé que la presión mediática no va a poder con él, pese a que algunos medios intenten ridiculizar su imagen”.
Lo importante para Sánchez Gordillo, comenta su compañero sindical, es poder defender con palabras las acciones que le han granjeado el apodo de Robin Hood. Para otros, es un ejemplo de “sociedad subdesarrollada”, como lo calificó el pasado fin de semana Carlos Floriano, vicesecretario de organización del PP. “Hoy se asalta una gran superficie porque obtiene beneficios, mañana se asalta una vivienda porque se considera que quien vive allí tiene más dinero que otros”, dijo el dirigente del partido conservador en el poder nacional en una entrevista con la agencia EFE.
“El poder detesta las referencias éticas; que se diga lo que la gente piensa, que la crisis ha sido un bandolerismo al revés, donde los ricos han robado a los pobres”. El diputado andaluz, padre de tres hijos, asegura que ha recibido cuatro amenazas de muerte desde que asaltó los supermercados. Pero dice estar acostumbrado porque la extrema derecha ha intentado ya atentar dos veces contra él.
“En los años 80 un hombre de Fuerza Nueva [una formación política que defendía el franquismo tras la muerte del dictador] me pegó un tiro en la puerta de mi casa; y en 1997 un guardia civil vino a mi casa con la pistola en la mano para matarme. Si el poder económico no me ha enviado ya a un sicario es porque estamos en Europa y no se atreven. Si esto fuera Latinoamérica, yo ya estaría muerto”.