Xi Jinping: de ‘joven expulsado’ a líder de China
Xi Jinping, de 59 años, y su Quinta Generación de líderes constituyen la primera generación posterior a 1949 cuya formación se desarrolló durante la Revolución Cultural de China.
Después de que Xi, vicepresidente desde 2008, fue nombrado secretario general del Partido Comunista durante el 18 Congreso, este miércoles fue investido presidente tras el mandato de Hu Jintao .
Como en el caso de todos los líderes chinos, el gobierno controla firmemente los detalles de la vida de Xi, con lo que se crea un vacío que las biografías, algunas escritas bajo pseudónimos, han intentado completar. Mientras tanto, los observadores de China tratan de vislumbrar cómo gobernará.
“Los líderes chinos no llegan a la cima anunciando los cambios que piensan implementar”, dijo Bruce J. Dickson, profesor de Ciencia Política en la Escuela Elliott de Asuntos Internacionales de la Universidad George Washington. “Llegan a la cima mostrando su lealtad al presidente en funciones. La cuestión es qué harán cuando lleguen al poder”.
Xi nació en 1953, cuatro años después de que el partido comunista de China derrotara a los nacionalistas que estaban en el poder y establecieran la República Popular de China. Es el hijo del segundo matrimonio de Xi Zhongxun, héroe revolucionario que fue nombrado por el entonces líder, Mao Zedong, como ministro de Propaganda y Educación.
Más tarde, Xi Zhongxun se convirtió en vice primer ministro del gobierno de Zhou Enlai y secretario general del Consejo de Estado, el cuerpo administrativo más importante de China, antes de ser depurado en 1962.
Hasta entonces, Xi Jinping creció como un “príncipe” en el enclave del poder, Zhongnanhai, junto con los hijos de la primera generación de líderes de China. Uno de sus amigos de la infancia era Bo Xilai, hijo de Bo Yibo, el primer ministro de Finanzas que también fue víctima de la depuración durante la Revolución Cultural. Su vida era cómoda y estuvo resguardada de la hambruna generalizada que se presentó durante la desastrosa campaña de El Gran Salto Adelante (1958-1962), con la que se buscaba que la nación se volviera una sociedad industrial.
Sin embargo, unos años más tarde, cuando su padre ya había sido depuesto, Xi sería uno de los 30 millones de “jóvenes expulsados” que se vieron obligados a abandonar las ciudades para dirigirse al campo y a las montañas bajo otra de las políticas de Mao. Entre 1969 y 1975, durante gran parte de la Revolución Cultural, Xi trabajó en los campos de Liangjiahe en Shaanxi, la provincia de sus ancestros.
“Esa generación pasó por muchas dificultades”, dijo Cheng Li, director de investigaciones en el Centro John L. Thornton del Instituto Brookings. “En esta generación se combinaron de manera única el idealismo y el pragmatismo”.
La experiencia tuvo una influencia positiva en la perspectiva que Xi tenía de China y el mundo, de acuerdo con Guo Yanjun, director de CNHK Media, que publicó el libro: China's Future: A Biography of Xi Jinping (El futuro de China: Una biografía de Xi Jinping). “Aún después de convertirse en líder, ayudó a los granjeros”, dijo Guo. Su relato favorito es cuando los aldeanos acompañaron a Xi en una travesía de 30 kilómetros para dejarlo en la estación de tren de donde partiría hacia la Universidad de Tsinghua, en 1975.
Mao murió en 1976, tras lo que su padre fue rehabilitado y nombrado secretario del partido en Guangdong, donde supervisó las primeras zonas económicas especiales de China, cerca de Hong Kong, reformas que definirían el legado económico del entonces líder máximo, Deng Xiaoping.
Los contactos del padre de Xi probaron ser vitales. Tras graduarse de Tsinghua en 1979 con un título en Ingeniería Química, Xi Jinping se volvió el secretario personal del antiguo camarada de su padre, Geng Biao, y se volvió miembro activo de las fuerzas armadas. Geng, quien era vice primer ministro, miembro del Comité Gobernante del Buró Político del Partido Comunista y secretario general de la Comisión Militar Central, “dominó el partido, el gobierno y el ejército”, según China’s Future, lo que dio a Xi una posición inusualmente ventajosa.
Los lazos militares, familiares y profesionales, le dieron lo que ni Hu ni su predecesor, Jiang Zemin, tuvieron, dijo Chi Wang, presidente de la Fundación para las Políticas Estados Unidos-China. “El ejército lo consideraba de la familia”.
En esa época, Xi se casó con su primera esposa, Ke Lingling, hija de Ke Hua, el embajador de China ante Gran Bretaña y subordinado de Xi Zhongxun, según China’s Future.
No se sabe mucho sobre el matrimonio salvo que terminó en divorcio pocos años después. En 1987, Xi se casó con su actual esposa, Peng Liyuan, famosa cantante del Ejército Popular de Liberación.
En 1982, cuando su padre entró al Buró Político gobernante y al secretariado, Xi se volvió vicesecretario en Zhengding, en la provincia de Hebei, su primera experiencia en la política rural.
Mientras ostentaba este cargo, viajó por primera vez a Estados Unidos en 1985 como parte de la delegación de agricultura a Iowa, “Estado hermano” de Hebei, y trajo consigo conocimientos en tecnología agropecuaria y turismo.
Este viaje tuvo un gran impacto en Xi, quien se quedó con una familia en Muscatine, Iowa, dijo Pin Ho, director de la editorial Mirror Books, que publicó una biografía independiente de Xi Jinping este año.
“Él asegura que es nacionalista. Psicológicamente espera poder mantener buenas relaciones con Occidente, en especial con Estados Unidos”, dijo Ho, y señaló que la hija de Xi, Xi Mingze, estudia allá, en Harvard, bajo un pseudónimo.
En un importante discurso político que dio en Washington en febrero, Xi exhortó a incrementar la confianza estratégica y a paliar las sospechas al tiempo que se respetan los intereses principales de ambos países, como la “política de la China unificada”, que se opone a la independencia de Taiwán y el Tíbet.
En una referencia a la estrategia de “reacomodo” en Asia del gobierno de Obama, Xi dijo: “Esperamos que Estados Unidos respete los intereses y preocupaciones de China y otros países de la región”.
No obstante, Xi obtuvo buenas calificaciones por su deseo de entablar relaciones con EU, y en su viaje se reunió con el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, el vicepresidente, Joe Biden, la secretaria de Estado, Hillary Clinton, y el secretario de Defensa, Leon Panetta. Tampoco pasó desapercibido el hecho de que Xi optó por hacer una escala nostálgica en Iowa, además de Los Ángeles, durante su gira de cinco días por el país.
“Con base en mis conversaciones con la gente en Estados Unidos, el entendimiento que rige es: ‘podemos trabajar con él’”, dijo David Lampton, director del Programa de Estudios sobre China de la Escuela Johns Hopkins de Estudios Internacionales Avanzados.
Wang, de la Fundación para las Políticas Estados Unidos-China, hizo eco de esas percepciones al llamar a Xi “relajado, muy dispuesto a hablar con la gente” y muy diferente a los líderes comunistas que tienden a ser “muy cautelosos”.
Mientras tanto, “la experiencia en la dirigencia [después de Zhengding] en Fujian, Zhejiang y Shanghái, tres regiones económicamente desarrolladas, lo ha preparado para impulsar las políticas que promuevan el desarrollo del sector privado, la inversión y el comercio internacional y la liberalización del sistema financiero chino”, escribió Cheng Li, del Instituto Brookings, para la edición de invierno de 2012 de la revista Washington Quarterly.
El camino al poder
Sin embargo, el ascenso de Xi a la dirigencia de China ha sido accidentado. En septiembre, su “desaparición” durante casi dos semanas, y la cancelación de su encuentro con Clinton y otros funcionarios extranjeros, desataron las especulaciones sobre su salud y las pugnas entre las facciones del partido.
En una entrevista con Christiane Amanpour de CNN, el exjefe del ejecutivo de Hong Kong, Tung Chee-hwa, dijo que Xi había sufrido una lesión en la espalda mientras nadaba.
La postura habitual de los medios chinos es no hablar sobre sus líderes, lo que aunado a la falta de una base constitucional para la transición del poder en el régimen, dejó a la gente en la incertidumbre.
El 28 de septiembre, la agencia de noticias Xinhua dio a conocer dos reportes casi simultáneamente: la fecha de inauguración del Congreso, para el 8 de noviembre, después de las especulaciones de que sería en octubre, y la expulsión de Bo Xilai del Partido Comunista. Actualmente Bo está sujeto a un proceso tras el escándalo del juicio por asesinato al que se sometió su esposa.
En vista de la turbulenta travesía hacia el Congreso del Partido Comunista, Lampton dice que él, al igual que otros observadores de China, trata de reunir pistas sobre el rumbo político de China. Dice que si el Congreso dura más de lo esperado, sería indicador de que no se ha llegado a alguna decisión. También será importante la conformación del Comité Gobernante del Buró Político, lo que ocurra con los temas clave, y en especial, si Hu cederá a Xi la dirección de la Comisión Militar Central.
“Tener dos centros, el predecesor a la cabeza de las fuerzas armadas y el nuevo líder como segundo al mando, no es una buena señal para el mundo”, dijo Lampton.
La otra cara de tener más de una dirigencia colectiva, frente a un líder dominante como Mao o Deng, es que “el sistema está diseñado para evitar que haya un líder fuerte”, dijo Dickson, de la Universidad George Washington. Esa fue una razón más para que el carismático Bo, quien había sido señalado para dirigir el Comité Gobernante y quien supuestamente encabezó una implacable campaña contra el crimen en Chongqing, causara preocupaciones antes de su caída.
La intachable reputación de Xi, quien se volvió el líder de Shanghái luego de que su predecesor, Chen Liangyu, fuera separado del cargo tras un escándalo relacionado con los fondos de la seguridad social, sufrió un duro golpe en junio, cuando Bloomberg dio a conocer la riqueza de su numerosa familia.
Aunque no se probó que los bienes pertenecieran a Xi, su esposa o su hija, Bloomberg descubrió que su numerosa familia tiene intereses empresariales en la minería, el sector inmobiliario y en la tecnología de telefonía móvil, y que el valor de sus bienes asciende a cientos de millones de dólares.
El New York Times dio un tratamiento similar al primer ministro Wen Jiabao el mes pasado, al reportar sobre las impresionantes fortunas de sus familiares, análisis en el que se descubrieron activos por al menos 2,700 millones de dólares.
Xi y los nuevos líderes tendrán que demostrar al público lo seria que es su lucha contra la corrupción generalizada, dijo Lampton, de lo contrario, se enfrentarán a “grandes problemas”.
Shao Tian, de CNN, colaboró con este reporte.