El padre de Malala representa la esperanza para las mujeres de Pakistán
Conocí al padre de Malala, Ziauddin Yousufzai, cuando lo entrevisté en 2007. En ese entonces, el pakistaní dirigía su propia escuela y había fundado un consejo de paz en la turbulenta región del valle de Swat de Pakistán. Hablaba inglés con elocuencia y estaba ansioso por contarme su historia.
El Talibán había empezado a incursionar en el valle de Swat y marchaban por las calles, me dijo susurrando. Así transcurrió nuestra primera conversación. Hablaba así como si pensara que el Talibán pudiera escucharlo en ese momento.
Nuestras cámaras no podían ir a Swat, así que hicimos la entrevista por teléfono. Pensamos en no usar su nombre completo ni su foto para proteger su identidad, aunque Zauddin insistió en que lo hiciéramos. Le pregunté cómo era un día común y me dijo: "Señorita, aquí matan a los jóvenes frente a nuestros ojos como si fueran cabras". Me impactó la imagen que esta declaración sencilla había generado en mi mente y sin embargo, este hombre no tenía miedo de hablar con nosotros.
Un visionario
Pronto me di cuenta de que este hombre era diferente, de que era un visionario. Él y yo sostuvimos varias conversaciones telefónicas entre 2007 y 2009, durante el reinado del terror del Talibán en el valle de Swat y la subsiguiente operación militar en su contra. Los talibanes radicales evitaban que los niños, sobre todo las niñas, asistieran a la escuela, pero Ziauddin mantuvo abierta la suya. Al preguntarle acerca de sus hijos y si los llevaba a la escuela respondió: "Claro, a mis hijos esto no les molesta mucho, pero mi hija es la que más problemas me da", dijo. " Insiste en seguir asistiendo a la escuela ".
"¿Tratas de detenerla?", le pregunté. "No", contestó. "Ella tiene derecho a recibir educación, en todo caso, ¡no estoy seguro de poder detenerla aunque lo intentara!", dijo riendo, orgulloso. Aún en las horas más difíciles podía encontrar alegría en su orgullo, arriesgar su vida para hablar con los medios .
Serenidad
Años más tarde, cuando atentaron contra Malala y se encontraba en terapia intensiva, bajo la custodia militar en el hospital, llamé a Ziauddin para preguntar cómo estaban Malala y la familia. Recordó nuestras charlas y me agradeció por haber llamado.
"Todo lo que necesitamos son tus oraciones. Reza por mi hija y por nosotros" , dijo increíblemente sereno. Malala habla con una valentía similar, con compasión y con presencia, su mensaje de paz y su perspectiva tranquila y filosófica de la vida, me recuerdan a su padre.
Está claro que el valor de sus convicciones llevó a Ziauddin a hablar conmigo sobre su esperanza de paz y la batalla contra los militantes islamistas respecto al derecho a la educación que se libró hace muchos años. Era un hombre que había nacido, crecido y trabajado en un pueblo remoto de Pakistán, inmerso en una cultura en la que las mujeres usan burka, rara vez salen de sus casas y nunca sin un chaperón. Sin embargo, tenía la visión, el impulso y los principios para hacer campaña a favor de la educación para todos y ciertamente tuvo mucho que ver en la crianza de Malala para que fuera la visionaria que es hoy.
No hemos escuchado hablar de la madre de Malala ni sabemos mucho de ella. Es una mujer tradicional de la etnia pastún, usa ropa tradicional y es ama de casa. Sin embargo, parece que quiere y apoya un estilo de vida y un futuro muy diferente para su propia hija.
La opresión
En una sociedad en la que dominan los hombres y la opresión cultural de la mujer es común, los esposos, padres o hermanos, hombres como Ziauddin, son auténticos héroes. Ayudan a sus esposas, hermanas e hijas a ser todo lo que pueden ser; las animan, las apoyan y las acompañan desafiando a todas las probabilidades. La mayoría de las mujeres de Pakistán que he conocido conocen sus derechos o saben que son capaces de hacer mucho más y tienen grandes ambiciones. Los hombres de Pakistán tienen que respetarlas y apoyarlas. Los hombres que están con ellas y los que tienen la autoridad.
Sí, Pakistán necesita más niñas como Malala. Conozco a muchas así, que desafían al Talibán al asistir a la escuela todos los días en el noroeste del país y en las regiones tribales. He conocido niñas que tienen poco dinero para comprar libros y bolígrafos, pero que recorren las montañas de Cachemira y caminan kilómetros en el calor abrasador del desierto de Sindh para ir a la escuela. Hay muchas Malalas en Pakistán. Sin embargo, Pakistán también necesita más hombres como Ziauddin Yousufzai, pues sin padres como él, no habría mujeres como Malala.