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Melilla, el nuevo frente europeo de la lucha contra ISIS

Las autoridades españolas refuerzan el territorio del norte de África como parte de las medidas para evitar el avance de los islamistas
mar 30 septiembre 2014 04:19 PM

Una tormenta matutina cubrió de fango anaranjado el vertedero que está a las afueras del complejo para inmigrantes de Melilla.

Bajo el cielo nublado, un grupo de hombres (sin rasurar y vestidos con camisetas variadas) ven pasar una caravana de vehículos militares españoles.

Llegaron a este pequeño enclave español en el norte de África desde todas partes: Mali, Siria, Libia y demás. Algunos solo buscan una vida mejor en Europa; otros huyen de la guerra.

Algunos han trepado las bardas de seis metros coronadas con alambre de púas. Otros compraron pasaportes marroquíes falsos para aprovechar que los marroquíes pueden entrar a Melilla como jornaleros o para comerciar.

Sin embargo, las autoridades españolas temen que en esta oleada de personas indefensas haya algunas dispuestas a llevar la yihad a Europa por medio de las mismas rutas que usan los traficantes de personas en todo el norte de África.

La abundante presencia policial en Melilla (helicópteros militares, vehículos blindados y botes patrulla) son parte de su respuesta.

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Las redadas policiales son frecuentes en el vecindario pobre y sobrepoblado de Cañada, localizado en una loma con vista al centro de la ciudad y a sus elegantes edificios estilo art decó y modernista, su elegante parque central en la avenida de la Democracia y sus extensas playas.

'No son bienvenidos'

Los extranjeros, en particular los periodistas, no son bienvenidos en Cañada, en donde al menos uno de los muros está pintado con grafitis de apoyo al Estado Islámico en Iraq y Siria (ISIS) y otros urgen a proclamar Estados islamistas en todo el territorio que hay entre Sudán e Iraq. El imán de una mezquita de Cañada no está disponible para charlar. Nos han dicho que está enfermo o que está ayunando y nos advirtieron que no debíamos filmar en los empinados callejones de Cañada.

La tensión es mayor de lo normal luego de un operativo conjunto de las agencias de seguridad española y marroquí que se llevó a cabo la semana pasada.

Arrestaron a ocho hombres en la ciudad marroquí de Nador, cerca de allí. El presunto líder de una célula dijo que había estado reclutando futuros yihadistas para Iraq y Siria cando lo detuvieron en Cañada. Arrestaron a Mohamed Said Mohamed en su casa, a unos cuantos cientos de metros de la cerca que separa a Melilla de Marruecos. El operativo en el que se arrestó a Mohamed no estuvo libre de incidentes. Una multitud se reunió y arrojó piedras a los policías vestidos con uniforme antimotines. Llegó un momento, de acuerdo con los testigos, en el que la policía disparó al aire mientras trataban de extraer a Mohamed. La policía española también quiere arrestar a su hermano, Said Mohamed Zakarias, un exsoldado español entrenado en el  uso de explosivos.

Tras dejar el ejército en 2010, Zakarias se dirigió al sur de Mali, en donde se unió al grupo yihadista MUJAO, una filial de al Qaeda en el Magreb Islámico. A principios de 2012, MUJAO y otros grupos ocuparon casi la mitad de Mali hasta que la intervención francesa los hizo retroceder hacia algunas partes del Sahara.

Las autoridades españolas creen que Zakarias se fue a Siria y desde ahí contactó a su hermano para reclutar jóvenes en Marruecos para unirse a ISIS.

El gobierno marroquí estima que unos 2,000 marroquíes han ido a Iraq y Siria a pelear y que cientos se unieron a la insurgencia en Iraq entre 2005 y 2009.

Este año, las fuerzas de seguridad españolas han arrestado a 44 personas (algunas en Melilla; algunas en Ceuta, el otro enclave español en el norte de África, y algunos en el continente). Según la policía, los miembros de un grupo que se reunió en Melilla en mayo habían despachado a 26 hombres (24 marroquíes y dos españoles) desde 2013 para unirse a al Qaeda en el Magreb Islámico y a MUJAO.

El centro para migrantes de Melilla está sobrepoblado y, de acuerdo con algunas de las personas que subsisten allí, las condiciones son cada vez más insalubres. Las autoridades españolas no respondieron a las llamadas ni a los correos electrónicos en los que se les pedía información sobre las condiciones dentro del complejo, conocido como CETI.

El CETI está diseñado para albergar a unas 400 personas, pero actualmente alberga a más de 2,000. Otros migrantes ilegales viven en las calles de Melilla. También parece que es un callejón sin salida para quienes arriesgaron la vida para salir adelante en Europa.

'Humillados y abandonados'

Algunos de los hombres que vagan afuera provienen de Kobani, la ciudad kurda de la frontera entre Siria y Turquía que ahora está bajo intensos ataques de parte de ISIS . Khalid Barazy, de 34 años, ha estado en Melilla desde hace más de un mes. "Es imposible que otro humano comprenda el sufrimiento que estamos viviendo. Durante los últimos dos días ha estado lloviendo y hemos dormido bajo la lluvia", dijo.

"Escapamos de la muerte y ahora estamos presos aquí. Humillados y abandonados. Están masacrando a un pueblo entero. Escapamos de la muerte y nadie nos quiere dar refugio".

Furioso y desdeñoso a la vez, Barazy agrega: "mi familia está esparcida entre Turquía y Siria. Algunos luchan contra ISIS, otros huyeron y otros murieron".

Barazy dijo que él y los demás huyeron de Kobani a Turquía, pero incluso allí sintieron la presencia de ISIS, así que se embarcaron en el largo viaje hacia el oeste. Unos cuantos afortunados lograron volar a Argel y luego viajaron por tierra a Marruecos. Otros cruzaron una zona de conflicto tras otra a través de Egipto, Libia y luego llegaron a Melilla. Era claro que estaba a punto de perder el juicio.

"Costó sumas catastróficas. Algunas personas vendieron sus casas y sus muebles para llegar aquí. Y miren en dónde acabamos. Desearía habernos quedado en Siria para matar y que nos mataran. Sería mejor que este campamento".

Su situación está plagada de ironía. Mientras Barazi y otros languidecen en Melilla, algunas personas del territorio español y de las ciudades marroquíes que lo rodean ansían viajar en la dirección opuesta para unirse a la guerra de la que otros huyen. Tal vez recurran a los mismos traficantes de personas para que los ayuden. Según las autoridades marroquíes, las células yihadistas a menudo comparten las ganancias con esos contrabandistas.

Barazy y los cientos de personas que como él están atrapadas en Melilla observan anhelantes los transbordadores que zarpan hacia la España continental mientras sus solicitudes de asilo se quedan sin respuesta y sin solución. Lo que España teme es que otras de las personas que están en Melilla o que planean llegar allí crean que esos barcos son el medio para llevar el terror a Europa.

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