China reporta una creciente burbuja inmobiliaria, pero también un menor consumo
El 'recalentamiento' del sector inmobiliario chino prosiguió, pero el aumento de las ventas al por menor —otro motor de crecimiento del gigante asiático— se frenó en octubre pasado, revelando los desequilibrios y la precaria coyuntura de la segunda economía mundial.
En el décimo mes del año, la superficie total de vivienda vendida aumentó 27% anual, alimentando el alza de los precios.
Mientras que las inversiones en el sector inmobiliario crecieron 6.6% en el periodo de enero a octubre, respecto al 5.8% del mismo lapso de 2015, lo que sugiere un fuerte aumento solamente para el mes de octubre.
Las ventas de viviendas crecieron más de 40% en el mismo periodo de comparación.
Este boom, principalmente financiado mediante endeudamiento gracias a créditos baratos, preocupa a las autoridades.
Las principales ciudades han endurecido las medidas que rigen los créditos inmobiliarios y las compras de apartamentos. "Pero hará falta tiempo para que ello surta efecto en las inversiones en la 'piedra'", indica Yang Zhao, analista de Nomura.
Las inversiones inmobiliarias deberían empezar a frenarse a principios de 2017, pero "el crecimiento de las inversiones (públicas) en las infraestructuras tomarán el relevo, ya que el gobierno tiene un margen de maniobra en su política de reactivación presupuestaria" añade.
Las ventas al por menor, barómetro del consumo de las familias, crecieron el mes pasado un 10% anual, contra un alza de 10.7% en septiembre, indicó el lunes la Oficina nacional de Estadísticas (BNS).
Esta ralentización es alarmante en momentos en que el país intenta un delicado reajuste en favor del consumo interno. Los servicios constituyen ahora más de la mitad del PIB chino, en detrimento de los pilares tradicionales de la actividad (industria, comercio exterior).
"Habrá que esperar a las estadísticas (de las ventas al por menor) de los próximos meses, pero ello podría implicar que disminuye la parte del consumo interno en el crecimiento", observa Andrew Collier, analista independiente basado en Hong Kong.
"Es más complicado para el gobierno controlar las ventas al por menor que las inversiones en capital fijo o la producción industrial, que dependen ampliamente del Estado", insiste, citado por Bloomberg.
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Mientras que la producción industrial creció en octubre 6.1% anual, igual que en septiembre pasado, pero menos de lo esperado por los expertos. El sector está lastrado por una tibia demanda y por colosales excesos de capacidad productiva.
El crecimiento chino estará sostenido por la fortaleza del mercado inmobiliario y del sector de la construcción, donde la fiebre no baja, de acuerdo con Yang Zhao, analista de Nomura.
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El régimen comunista afirma buscar un modelo de crecimiento más duradero, pero la transición es dolorosa: tras caer 6.9%, su menor nivel en un cuarto de siglo en 2015, el crecimiento chino ha resistido este año solamente gracias al crédito y a una inquietante burbuja inmobiliaria. Es decir, las viejas recetas de siempre.
Esta reactivación alimentada por el endeudamiento podría traer problemas: la deuda pública y privada china se acerca ahora al 250% del PIB y alimenta el espectro de una crisis financiera.
"El crecimiento debe aún resistir un trimestre o dos. Pero como la inflación del crédito se modera y el mercado inmobiliario va a enfriarse, los motores de esta reactivación van a ralentizarse a principios del año próximo" advierte Julian Evans-Pritchard, de Capital Economics.