El Papa Francisco y su atenta mirada a China
Con la elección del Papa Francisco, la preocupación de la Iglesia hacia los conflictos y los problemas del mundo ha cambiado la visión geopolítica del Vaticano, que ahora encara el delicado reto de acercarse a China.
El próximo 13 de marzo se cumple el quinto aniversario de aquella "fumata blanca" que situó en el trono de San Pedro al primer papa latinoamericano de la historia, Jorge Mario Bergoglio, impulsor de una nueva geopolítica en el pequeño pero influyente Estado Vaticano.
Tras su nombramiento como jerarca de la Iglesia Calótica, Francisco rápidamente orientó la acción exterior de la Santa Sede, tradicionalmente occidental, hacia el sur y el este del mundo, África y Extremo Oriente, explica el docente de Geopolítica vaticana en la Universidad romana "Link Campus", Piero Schiavazzi.
Quizá siguiendo la profecía marcada por Juan Pablo II en su exhortación apostólica "Ecclesia in Asia" (1999), en la que apuntaba que mientras en el primer milenio "la cruz fue plantada" en Europa y en el segundo en América y África, en el actual se hará en Asia.
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Es el "viejo sueño" de jesuitas como Francisco Javier o Matteo Ricci, misioneros en un continente asiático en el que los católicos crecen, llegando a 141 millones de fieles, aunque solo representen un 3.24% de la población total, según un informe de 2017 de la Agencia Fides
En ese vasto continente, el interés de Francisco reside en la República Popular de China, país con el que la Santa Sede no mantiene relaciones desde 1951, tras el ascenso al poder de Mao Zedong. Sin embargo, existen negociaciones en curso para un posible acercamiento.
El propio Papa reconoció que existe un "diálogo político" y que se da "poco a poco, con delicadeza" durante el vuelo de regreso de Bangladesh, último país asiático que ha visitado tras Birmania, Corea del Sur, Sri Lanka y Filipinas.
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El principal obstáculo en las relaciones entre Beijing y Roma es el nombramiento de obispos, pues las autoridades chinas no aceptan que el Papa designe cargos y en su lugar lo hacen ellas, originando dos iglesias paralelas, la "patriótica" y la "clandestina".
Sin embargo, en los últimos tiempos ambas partes han dado señales de acercamiento, como el inédito permiso para sobrevolar china en su viaje a Seúl en 2014 (denegado a Karol Wojtyla en 1989), o lo que ya se conoce como "diplomacia del arte", el intercambio de patrimonio.
Francisco aludía así a un acuerdo que muchos dan por inminente y que ha levantado dudas, pues todo indica que aceptaría nombramientos consensuados, aunque permitiría llegar a los cerca de 10 millones de católicos en comunión con Roma y que rezan casi en clandestinidad.
En cualquier caso, el docente Schiavazzi apunta a que serviría como "una primera fase" de cara al futuro, respetando el criterio que el Papa defendió en su exhortación "Evangelii Gaudium" (2013): "el tiempo es superior al espacio", ceder para entrar en China.
"Él apunta a convertir China porque entiende que la Iglesia se juega su futuro. Si la Iglesia queda en el 3% actual en Asia será periférica y marginal en la geopolítica de este siglo", consideró.
El Vaticano de Francisco también mira a Rusia y la distensión de sus relaciones pasa por el poderoso Patriarcado Ortodoxo, algo ya iniciado con el histórico encuentro en La Habana entre el pontífice y el patriarca Cirilo, el primero desde el Gran Cisma del 1054.
Para ello, y a la espera de un soñado viaje a Rusia, Francisco, que se ha reunido en dos ocasiones con Vladímir Putin en el Vaticano, envió el pasado agosto a Moscú a su secretado de Estado, Pietro Parolin, con la crisis siria y ucraniana de fondo.
Bergoglio además atesora otros éxitos diplomáticos como el histórico deshielo entre la Cuba de Raúl Castro y los Estados Unidos de Barack Obama, dinamitado después por Donald Trump.
También se mantiene muy pendiente de la situación en Oriente Medio, llegando incluso a reunir en el Vaticano en la primavera de 2014 al entonces presidente israelí Simon Peres y al palestino Mahmud Abás. Además, ha abordado con líderes de la región la controvertida capitalidad de Jerusalén, cuyo "statu quo" defiende.
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Y, como no podía ser de otra manera, Francisco sigue de cerca la situación en su "Patria Grande", Latinoamérica: animó al fin de la guerrilla en Colombia y ha llamado al diálogo en Venezuela en repetidas ocasiones, poniendo a mediar en las negociaciones a su clero, a menudo atacado por el régimen de Nicolás Maduro.
También resulta Importante la redistribución del poder en este mundo globalizado. Para ello Francisco, con 4 consistorios, ha creado 49 cardenales -y 12 no electores- de los que muchos llegan de ciudades periféricas, descentralizando de este modo la Iglesia romana.
Así, en un futuro cónclave, estará representado el enclave católico de la isla filipina de Mindanao, Cotabato; la capital de Burkina Faso, Uagadugú; la comuna haitiana de Los Cayos; el distrito panameño de David, o la isla pacífica de Tonga, entre otros.