Mike Pompeo: el 'halcón' ultraconservador que ha probado su lealtad a Trump
Mike Pompeo, el nuevo secretario de Estado de Estados Unidos, es un "halcón" ultraconservador que ha probado su lealtad y sintonía hacia el presidente Donald Trump durante su año y tres meses como jefe de la CIA.
Esa cercanía al presidente le ha pasado factura en su proceso de confirmación en el Senado: estuvo a punto de ser el primer nominado a jefe diplomático rechazado por el comité de Exteriores y fue confirmado en el pleno de la Cámara por el segundo margen más bajo de un secretario de Estado en el último medio siglo.
Le apoyaron 57 legisladores de 100, un resultado muy distinto de los 94 que obtuvieron Hillary Clinton y John Kerry durante la presidencia de Barack Obama o del amplio consenso sobre Colin Powell en el mandato de George W. Bush, que hizo que no fuera necesario ni contar los votos.
Los senadores demócratas temen que Pompeo, lejos de contener los impulsos de Trump, aliente sus instintos más beligerantes y peligrosos.
Incluso un destacado republicano, el senador libertario Rand Paul, mantuvo su rechazo a Pompeo hasta que Trump le convenció en el último momento por compartir que la guerra de Irak fue un error y que Estados Unidos debe salir del conflicto en Afganistán.
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Pompeo ha intentado sacudirse su fama de "halcón", a la que llegó a aludir en su audiencia en el Senado, asegurando que apuesta por las soluciones diplomáticas con Irán y Corea del Norte.
Trata así de dejar atrás sus posiciones anteriores, favorables a un "cambio de régimen" en ambas naciones, que habían despertado una gran preocupación entre los legisladores.
También ha prometido, pese a su historial contrario al matrimonio entre homosexuales, promover en el mundo el reconocimiento de los derechos del colectivo LGTBI (lesbianas, gays, transexuales, bisexuales e intersexuales).
Cuando fue nominado jefe de la CIA, también le persiguieron otros comentarios del pasado: unos en los que acusaba a los líderes de las comunidades musulmanas de EU de ser "cómplices potenciales" de terrorismo por su supuesto "silencio" ante los atentados en el país.
Sin embargo, para ese cargo logró una confirmación holgada en el Senado (66-31), por lo que algunos legisladores republicanos apuntan a que las dificultades que ha tenido para convertirse en jefe de la diplomacia no tienen tanto que ver con su cualificación para el cargo como con el rechazo de los demócratas a dar cualquier apoyo a Trump, un presidente muy impopular, en año de legislativas.
El resultado de Pompeo, sin embargo, es el segundo peor que ha obtenido en el último medio siglo un candidato a secretario de Estado, un récord que ostenta su predecesor, Rex Tillerson, quien fue confirmado en febrero de 2017 por 56 votos frente a 43.
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Pero lo más difícil para Pompeo comienza ahora: tiene por delante el reto de devolver al Departamento de Estado la relevancia que ha perdido desde que Trump llegó a la Casa Blanca.
Uno de los primeros signos de cambio que se espera es la nominación de puestos diplomáticos clave, como el de embajador en Corea del Sur, que siguen vacíos al año y tres meses de mandato.
Su primera gran misión la tuvo antes incluso de ser confirmado en el cargo: se reunió en marzo en Corea del Norte con su líder, Kim Jong-un, para preparar la reunión que este mantendrá con Trump próximamente.
Pompeo, de 54 años, se dio a conocer a nivel nacional en Estados Unidos como azote de Hillary Clinton cuando la demócrata era la jefa de la diplomacia y él un congresista de Kansas y férreo miembro del comité de investigación sobre el atentado en el consulado estadounidense de Bengasi (Libia) de 2012.
Formado en la Academia Militar de West Point y graduado en Derecho por la Universidad de Harvard, llegó a la Cámara de Representantes en 2011, como parte de la ola del movimiento ultraconservador Tea Party.
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Entre 1986 y 1991, sirvió en las Fuerzas Armadas estadounidenses, algo que para sus defensores redondea lo que se considera una carrera de servicio público ejemplar en Estados Unidos.