Melania, el contraste de Donald Trump
Cuando el presidente estadounidense, Donald Trump, y la primera dama, Melania Trump, llegaron a la al South Lawn de la Casa Blanca el martes por la mañana para dar formalmente la bienvenida al presidente francés Emmanuel Macron y su esposa, Brigitte, una cosa estaba clara: la primera dama dominaba la atención.
Sin decir palabra, vestida con un saco asimétrico y una falda asimétrica de Michael Kors Collection, y un llamativo sombrero Hervé Pierre hecho a medida, Melania Trump lo dijo todo. Esta era su casa, su cena y sus términos.
nullRealmente ha sido una semana en el centro de los reflectores como primera dama, arrancando con su asistencia al funeral de Barbara Bush, la única representación de la Casa Blanca que se unió a otras primeras damas y expresidentes, y culminando con su primera cena de Estado.
En muchos sentidos, los eventos mostraron los contrastes de Melania Trump con su esposo: él es impulsivo, ella es meticulosa; él es combativo, ella es compasiva.
La primera dama rindió homenaje a Francia con un vestido Chanel Haute Couture, pintado a mano con plata y bordado con cristales y lentejuelas. Los vestidos para eventos a nivel Estado pueden ser obsequiados por el diseñador para ser usados en la ocasión y luego pasan a ser propiedad de los Archivos Nacionales.
El presidente dio a su esposa un cálido agradecimiento por todos sus esfuerzos en la cena durante su brindis, la noche del martes.
“Para la absolutamente increíble primera dama de Estados Unidos, gracias por hacer de esto una noche que siempre apreciaremos y recordaremos. Gracias, Melania”, dijo entre aplausos.
Previamente a la cena de Estado, Melania Trump pasó semanas educándose sobre el protocolo y la historia de las ocasiones especiales en la Casa Blanca. La tradición de la cena de Estado se remonta al gobierno del presidente Ulysses S. Grant en 1874, y esta será la decimocuarta vez que la Casa Blanca reciba a Francia para una cena de Estado, según la Asociación Histórica de la Casa Blanca.
Hasta el último detalle de la cena de Estado del martes por la noche fue cuidadosamente supervisado por la primera dama, quien, a diferencia de algunas de sus predecesoras, no contrató a un planificador de eventos u otros consultores externos para el evento.
“La señora Trump seleccionó cada artículo y cada detalle para la cena”, dijo a CNN el secretario social de la Casa Blanca, Rickie Niceta.
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Confiando únicamente en su propia investigación e instintos estéticos, Trump diseñó un esquema de colores crema y dorado, con detalles presentes en todo, desde los patrones en los cojines de las sillas hasta en el postre de miel hecha por las abejas de la colmena en la Casa Blanca.
Cada una de sus selecciones para la visita de los Macron fue elegida con un significado de fondo, desde la vajilla (de la época presidencial de Clinton) y las flores (arvejillas blancas y 1,200 ramas de flores de cerezo) hasta el menú (costillar de cordero acompañado con jambalaya [paella de Luisiana] condimentada con cajún), con hierbas del jardín de la Casa Blanca).
Quelle surprise?
No debería ser una sorpresa que Melania Trump quisiera hacerse cargo de la planeación de la cena; su experiencia en diseño, en los círculos sociales de Nueva York y en el entretenimiento en sus múltiples hogares la hacen idónea para preparar el escenario para una cena diplomática a gran escala.
Aquí, ella claramente se sintió fortalecida por su experiencia personal, algo que ha estado relativamente ausente en la mayor parte de su papel hasta la fecha como primera dama.
Antes de que su esposo asumiera el cargo, Trump era una esposa política poco conocida, una mujer muy reservada que había pasado varios años siendo madre a tiempo completo. Pero, con la cena de Estado, tuvo la oportunidad de establecer el tono para un nuevo aspecto del gobierno bastante tumultuoso de su esposo.
Trump también decidió celebrar la cena íntima en el Comedor de Estado, que tiene capacidad para entre 100 y 150 invitados sentados, en lugar de en una tienda colocada en un espacio mayor afuera para permitir recibir a más gente, algo que Michelle y Barack Obama optaron por hacer en sus últimas dos cenas de Estado.
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“Ha estado muy enfocada en la experiencia de los invitados y quiere asegurarse de que realmente puedan disfrutar y recordar la ocasión. Cuando te invitan a una cena en la Casa Blanca, es muy especial poder sentarte en el Comedor de Estados. Después de todo, esta es la Casa del Pueblo, que es rica en historia y tradición”, dijo Stephanie Grisham, directora de comunicaciones del Ala Oeste.
Cada detalle, según la oficina de la primera dama, estaba destinado a “complementar y rendir homenaje a la larga amistad entre Estados Unidos y Francia”.
Incluso la selección de vinos se hizo teniendo en cuenta la relación franco-estadounidense. El Domaine Serene Chardonnay “Evenstad Reserve” 2015 fue cultivado a partir de plantas francesas de Dijon “que prosperan en el suelo volcánico de Oregón”. El Domaine Drouhin Pinot Noir “Laurène” 2014 “utiliza el lema 'Alma francesa-suelo de Oregon'”.
Después de una cena menos formal con los Macron en Mount Vernon el lunes por la noche, la primera dama se bajó del helicóptero Marine One e hizo una última escapada nocturna, inspeccionando personalmente cada detalle, incluidos los centros de mesa de lilas blancas, las velas que no goteaban y el acceso a la velada, un gran pasillo adornado con luz tenue y flores rosas.
Aunque los informes indican que ningún demócrata del Congreso fue invitado al evento, la primera dama hizo un sutil guiño al bipartidismo: los invitados cenarían en la vajilla de porcelana presidencial de Bill Clinton y George W. Bush.
El entretenimiento para la noche fue proporcionado por la Ópera Nacional de Washington.
La musée
Tras la ceremonia de llegada matutina y la “revisión de las tropas”, Melania Trump llevó a Brigitte Macron en una salida a la cercana Galería Nacional de Arte.
Mientras el presidente juguetonamente quitaba la “caspa” del hombro de su homólogo francés, las primeras damas tuvieron una visita pública decididamente más digna. Recorrieron el museo, incluida una exposición de la obra del pintor posimpresionista francés Paul Cézanne.
“El trabajo de Paul Cézanne es una celebración”, dijo Melania Trump en un comunicado. “Fue un momento perfecto tener estas exquisitas pinturas en Washington mientras la señora Macron estaba en la ciudad”.
Las dos también recorrieron las galerías impresionistas, que incluyen obras de la artista estadounidense Mary Cassatt, quien trabajó en París en el siglo XIX.
Las mujeres adoptaron un ritmo casual, escuchando atentamente a los funcionarios del museo.
Les cadeaux
Uno de los aspectos más desafiantes al planificar una visita de Estado es la selección del regalo perfecto para un líder mundial visitante. Seguir el protocolo y preservar la tradición fue una prioridad para Melania Trump, quien buscó resaltar la historia con su selección de obsequios.
nullLos Trump regalaron a los Macron una sección enmarcada de tapicería de una de las sillas de la Sala Azul de la Casa Blanca. Con un águila dorada rodeada de laureles, la silla formaba parte de la suite de muebles inspirada por Pierre-Antoine Bellangé, quien diseñó palacios reales en Francia y creó las 53 piezas talladas y doradas para la Habitación Azul, que el presidente James Monroe le encargó crear. Monroe se había desempeñado anteriormente como diplomático en Francia y había tomado gusto a la decoración francesa.
Los Trump también obsequiarán a los Macron un álbum de fotos a su partida con fotos de su visita, así como un tazón de plata Tiffany & Co. grabado con el sello presidencial y las firmas de los dos Trump.
Esta atención fue correspondida por los Macron, que el lunes regalaron a los Trump un retoño de árbol de roble sésil europeo de 1.4 metros de altura de Belleau Wood, en Aisne, Francia, el sitio de una histórica batalla de la Primera Guerra Mundial en junio de 1918, donde casi 10,000 infantes de marina y soldados estadounidenses fueron asesinados o heridos. Los Macron y los Trump plantaron el roble en el South Lawn de la Casa Blanca juntos el lunes por la tarde.
La diplomate
Durante la última semana —y durante el primer año del gobierno—, Melania Trump ha practicado una diplomacia discreta en contraste con su esposo, sin dudar en afirmar su independencia y decir más con sus decisiones de moda, sus apariciones públicas selectivas y su atención a detalles que con sus palabras.
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El sábado, ella ingresó a la madriguera de los rivales políticos de su esposo, al viajar a Houston para presentar sus respetos a la fallecida Barbara Bush. Ella encajó con el grupo —integrado por muchos que han sido criticados directamente por el presidente— de un modo que su esposo no habría podido.
Sentada junto a Barack Obama, el expresidente hizo que la primera dama esbozara una pequeña sonrisa. Incluso se levantó, sonriendo, para una foto con todo el grupo de expresidentes y primeras damas.
El servicio para Barbara Bush coronó una semana que incluyó recibir al primer ministro japonés Shinzo Abe y a su esposa durante dos días en la propiedad de Mar-a-Lago de Trump en Palm Beach, Florida.