El miedo acecha a Cachemira, una de las fronteras más militarizadas del planeta
URI, Cachemira bajo control de India (CNN) — Si no fuera por las instalaciones militares que salpican los pasos en las montañas, los interminables rollos de alambre de púas o los soldados armados en cada esquina, se podría confundir este pequeño pueblo fronterizo en la Cachemira controlada por la India con un paraíso montañoso sereno.
El aire es fresco y los picos de los alrededores están cubiertos de nieve cegadoramente blanca bajo el sol de principios de primavera.
Sin embargo, el estremecimiento y el horror que se detecta en la voz de Mohamad Riyad mientras recuerda lo que pasó en plena noche, a finales de febrero, exhibe la realidad de la situación.
Riyad vive en un pueblito a las afueras de Uri, muy cerca de la Línea de Control (LC), la frontera de facto de esta región que disputan India y Pakistán. Es una de las fronteras más militarizadas del mundo, sitio de duelos armados frecuentes entre ambos países nuclearizados que afirman que toda Cachemira les pertenece.
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Aquí, la violencia puede desatarse repentinamente.
Los bombardeos transfronterizos son algo común. Según cifras oficiales que presentó el Parlamento indio en marzo de 2017, los incidentes de fuego transfronterizo a lo largo de la LC han aumentado radicalmente en años recientes: de 152 en 2015 a 860 en 2017. Riyad y muchos otros lugareños dicen que la situación ha empeorado en las semanas pasadas.
"Estaba dormido cuando un proyectil cayó justo afuera de mi ventana", cuenta. La voz se le quiebra mientras se levanta la camisa para revelar qué pasó después: llovieron esquirlas sobre su cama y le abrieron el abdomen.
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Salvó la vida gracias a una cirugía de emergencia en Srinagar, la ciudad principal de la Cachemira bajo control de India. Una escalera negruzca de puntos recorre todo su estómago.
Dice que afortunadamente, su esposa y sus hijos dormían lejos de la ventana y salieron ilesos. La familia sigue temerosa de que haya más ataques. "Podría volver a pasar esta noche".
Tensión constante
Las tensiones en la región se agravaron tras el ataque con un coche bomba contra las fuerzas indias en el sur de Cachemira, el 14 de febrero. 40 paramilitares indios murieron en el que hasta ahora es el peor ataque contra las fuerzas indias destacadas en esta región.
Según el gobierno indio, Pakistán tuvo "intervención directa" en el ataque y respondió con un ataque aéreo en territorio de su oponente por primera vez en cinco décadas. El gobierno indio afirma que su objetivo era un campamento de entrenamiento del grupo que había perpetrado el ataque, versión que Pakistán niega. El gobierno pakistaní también niega haber tenido que ver en el ataque. Luego, ocurrió una escaramuza aérea entre ambos bandos y la captura de un piloto indio.
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La pronta liberación del piloto sirvió para aliviar las hostilidades, con lo que ambos países evitaron caer en una espiral de violencia que, de acuerdo con muchos observadores, podría haber provocado una guerra y, en el caso más extremo, un enfrentamiento nuclear.
Sin embargo, los lugareños dicen que ambos bandos siguen cruzando fuego de artillería sobre la LC y que cada bando culpa al otro por la violencia.
Mientras tanto, India se prepara para celebrar elecciones nacionales a partir del 11 de abril. El conflicto se ha vuelto uno de los temas principales de campaña; el primer ministro nacionalista de India, Narendra Modi, y sus aliados, afirman que las escaramuzas recientes son prueba de su postura firme en defensa, más firme que la de sus predecesores y sus rivales.
En una entrevista reciente con el diario Economic Times, Amit Shah, presidente del Partido Bharatiya Janata (BJP) de Modi y principal aliado político, dijo: "Hasta ahora, solo dos países habían cobrado venganza por el martirio de sus soldados: Estados Unidos e Israel. Gracias al primer ministro Narendra Modi, India es ahora el tercero".
En caso de que hubiera dudas de que el BJP quiere que la seguridad nacional sea tema en las elecciones, Shah agregó: "Las elecciones nacionales tienen que disputarse de acuerdo con quién puede garantizar una mejor seguridad nacional".
Modi también ha hablado de las tensiones en la frontera. "Ya fue suficiente", dijo en un evento público en marzo, refiriéndose al ataque de febrero y a un ataque de 2016 contra una instalación militar en Uri, según la agencia noticiosa india PTI. "No podemos seguir sufriendo por la eternidad".
Mientras los políticos hacen declaraciones grandilocuentes, el temor acecha a los cachemires como Mohamad Ansar, de 16 años, quien vive en otro pueblo cerca de la frontera de facto.
Ansar estaba en su casa, almorzando con su madre y dos de sus hermanos, a mediados de marzo, cuando oyeron los bombardeos.
"Comimos y luego salimos a ver de dónde venía; entonces cayó un proyectil justo en donde yo estaba parado", cuenta.
Ansar dice que parece que salió de la nada. "Cuando salimos, no había ruido. No oímos nada y de repente, nos golpeó". Ansar cayó y sufrió una herida en la cabeza.
Sus hermanos —ambos de diez años— y su madre también sufrieron lesiones. Uno de los niños todavía tiene una pierna enyesada y la otra vendada. El cuello y los hombros de su madre están cubiertos de vendajes quirúrgicos. "Todavía estamos muy asustados", cuenta Ansar. "Cada vez que oigo un ruido fuerte, entro en pánico".
Pasa lo mismo con los hijos de Ali Babur. Ali vivía cerca de la frontera, pero el incremento de los bombardeos tras las escaramuzas aéreas de febrero lo obligó a huir con su familia.
Apretujados en una vivienda temporal cerca de Srinagar, bajo el frío intenso de Cachemira, cuenta que a sus hijos les aterra regresar a su pueblo por los bombardeos.
"Tuvimos que dejar nuestra casa, nuestras posesiones, todo. No tuvimos opción".
Las tensiones persisten en Cachemira y ellos se han vuelto refugiados en su propia tierra.