Sin embargo, la OMS desaconsejó el cierre de fronteras de RDC con los países vecinos, como Uganda, donde se registraron dos muertes por ébola en junio.
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Violencia y consecuencias políticas
La ayuda extranjera aumentó y el Banco Mundial anunció que aportará 300 millones de dólares adicionales en ayudas.
La enfermedad apareció en 1976 en el entonces Zaire (hoy RDC), cerca del río Ébola y en 2014 causó 11.000 muertes en África del Oeste.
La epidemia causó estragos, principalmente, en las zonas de Beni y Butembo-Katwa, que son presa de la violencia desde hace 25 años entre grupos armados, cuya presencia complicó las acciones de prevención.
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Aún así, los equipos sobre el terreno se quejan, sobre todo, de la "reticencia" y la "resistencia" de los habitantes, que niegan la enfermedad, y rechazan vacunarse u hospitalizar a familiares, o los entierros "dignos y en seguridad" que lleva a cabo la Cruz Roja para evitar cualquier contacto con los fluidos del difunto, muy contagiosos.
La epidemia también tuvo varias consecuencias políticas. El ministro congoleño de Salud, Oly Ilunga, dimitió a finales de julio al considerarse desacreditado por el presidente, Etienne Tshisekedi, que decidió encargarse personalmente de la lucha contra el ébola.
Ilunga se oponía a la introducción de una segunda vacuna, reiterando su confianza en la inyección actual, de los laboratorios Merck, e invocando los riesgos que podría implicar la introducción de un nuevo producto en unas comunidades muy recelosas respecto al personal sanitario.
Este segundo producto, recomendado por la OMS, está fabricado por Johnson & Johnson y su eficacia todavía está siendo investigada. La vacuna de Merck ya fue probada, pero no tiene licencia.