La semana pasada, el gobernador accedió al deseo de Trump de celebrar su nominación republicana en un evento sin distancia social y ofrendó la ciudad de Jacksonville, en el noreste.
El estado comenzó a reabrir lentamente su economía en mayo y la mayoría de sus negocios están abiertos con capacidad limitada e instrucciones de mantener el distanciamiento social.
Pero en los últimos días, varios bares y restaurantes en Tampa —que inició su reapertura antes que Miami— debieron cerrar porque algunos de sus trabajadores se contagiaron del virus.
Y, el miércoles, un modelo del Hospital de Niños de Filadelfia alertó que "Florida tiene todas las marcas para convertirse en el próximo gran epicentro".
DeSantis "se está pegando un tiro en el pie", dijo Aileen Marty, una experta en pandemias de la Universidad Internacional de Florida (FIU), a la revista Politico.
"Él piensa que minimizar la amenaza del virus ayudará la economía", prosiguió. "Será un tiro por la culata porque si las personas no entienden lo peligroso que es este virus, actuarán de maneras irresponsables".
La demócrata Nikki Fried, comisionada de Agricultura de Florida, un cargo electivo, acusó al gobernador DeSantis de haber perdido "el control" en la respuesta al COVID-19 y de hacer que se pierdan vidas humanas con su "arrogante" postura de negar la realidad.
"Su política simplemente no están funcionando y está reabriendo Florida de manera imprudente a pesar de que los datos están gritando 'Precaución'", dijo Fried en un comunicado.
Con información de AFP y EFE