Dentro de los patios también se ven cerdos de gran tamaño, que se mueven libremente en la prisión, otro de los negocios del pran.
En el lugar destaca un local más grande, de ladrillos, con puertas de vidrio y aire acondicionado. “Esa es la charcutería de Richardi. Ahí consigues de todo: jamón, chorizo, carne”, dice José, y añade que la visita tiene prohibido traer estos productos. “Eso solo lo puedes comprar ahí”.
Presos con mentalidad de comerciantes
Parte de estos alimentos provienen de las granjas de cerdos y gallinas internas, que están controladas por pranes. Pero, según funcionarios policiales entrevistados para esta investigación , los grupos criminales también roban camiones, consiguen la mercancía mediante acuerdos con funcionarios, o a través de extorsiones contra empresas de alimentos.
Además, familiares de reclusos denunciaron que los pranes, en complicidad con funcionarios, confiscan los alimentos que llevan las visitas, para luego revenderlos a los mismos presos.
El negocio es tal que entre 2016 y 2019, los años de mayor escasez en Venezuela, muchas personas acudían a los centros de reclusión para adquirir alimentos que no se conseguían en los supermercados.
Los líderes de las prisiones también han instalado comercios fuera. “Ya no andamos pendiente de joder a la gente. Tenemos otra mentalidad. Ahora cada quien (los tres pranes) tiene sus negocios externos, pero ya más como comerciantes”, dijo a Runrunes Edicson González, uno de los pranes de la prisión de Vista Hermosa.