Con fuegos artificiales y bocinas de automóviles los ecuatorianos celebraron en Quito la victoria, uno de los peores reveses del correísmo que pierde por segunda vez consecutiva una elección presidencial luego de años de popularidad.
"Mañana empezamos a trabajar por este nuevo Ecuador (...) para reconstruir un país que ha sido gravemente golpeado por la violencia, por la corrupción y por el odio", dijo el presidente electo desde su casa en Olón (suroeste).
Hasta hace unos meses casi un desconocido en la política, Noboa aseguró que buscará "devolverle la paz" al país.
González reconoció su derrota y felicitó al nuevo mandatario que llegó al poder con el apoyo de fuerzas de derecha, pese a que se define de centroizquierda.
Aunque la jornada transcurrió sin sobresaltos, los candidatos votaron con chalecos antibalas, custodios con fusiles y un clamor unánime: frenar la violencia en el país de 16.9 millones de habitantes.
En los últimos años Ecuador se ha transformado en un centro de operaciones de carteles de droga con tentáculos internacionales que imponen un régimen de terror y dejan miles de muertos.
El Consejo Nacional Electoral (CNE) confirmó la victoria de Noboa y registró una participación del 82.33% de los 13.4 millones de ecuatorianos que estaban convocados a ejercer el voto obligatorio.
Unos 100,000 militares y policías están desplegados en todo el país para garantizar la seguridad.
Presidencia fugaz
Noboa gobernará Ecuador por casi 17 meses, hasta terminar el periodo del presidente derechista Guillermo Lasso, quien disolvió el Congreso y llamó a elecciones anticipadas para esquivar la destitución en un juicio político por corrupción.
Expertos consideran que el nuevo mandato será una suerte de precampaña de cara a la elección por cuatro años en 2025.
"¡Hoy ganamos!", había anticipado Noboa con el puño en alto tras sufragar. La violencia política empañó la campaña: ocho dirigentes políticos fueron asesinados.
Fernando Villavicencio, uno de los presidenciables favoritos para la primera vuelta del 20 agosto, fue baleado cuando salía de un mitin en Quito a pocos días de los comicios. Luego, siete de los presos implicados en su crimen fueron asesinados en diferentes cárceles.
González y Noboa se habían comprometido a combatir el crimen y las bandas narco. Entre 2018 y 2022 los homicidios se cuadriplicaron y treparon a 26 por cada 100,000 habitantes. Este año expertos calculan que subirán a 40.
Bandas vinculadas a carteles mexicanos y colombianos se enfrentan por el negocio de la droga y usan como oficina logística las cárceles, donde han ocurrido cruentas masacres. Desde 2021 más de 460 reclusos han muerto en esos choques.