El gobernador de la prefectura de Ishikawa, Hiroshi Hase, subrayó en el canal de televisión público NHK que es necesario "evitar a toda costa las muertes" entre los desplazados por el desastre.
Unas 29,000 personas permanecían refugiadas el domingo en 404 albergues gubernamentales.
Situación sanitaria crítica
"Llevar a la gente el mínimo de ayuda humanitaria para que puedan sobrevivir es un reto", explicó Hisayoshi Kondo, jefe de un equipo de asistencia médica enviado a la zona, en el canal de televisión Asahi, añadiendo que "en las zonas aisladas, el suministro de agua y alimentos sigue siendo insuficiente".
Unas 18,000 casas en la región de Ishikawa permanecían el lunes sin electricidad y más de 66.100 carecían de agua el domingo.
En cuanto a los 29,000 damnificados en refugios gubernamentales, muchos no tenían suficiente agua, electricidad y calefacción, según medios locales.
"Quiero mejorar las malas condiciones en los albergues", dijo Hase a NHK.
"La primera prioridad ha sido rescatar a las personas que se encuentran bajo los escombros y llegar a las comunidades aisladas", declaró el primer ministro Fumio Kishida en una entrevista con el mismo canal el domingo.
El ejército ha enviado pequeños grupos de tropas a pie a cada una de las comunidades aisladas, dijo.
El gobierno también ha "desplegado varios helicópteros de la policía y de los bomberos (...) para acceder a ellas desde el cielo", añadió Kishida.
Japón registra cientos de terremotos cada año y la mayoría no causan daños, debido a los estrictos códigos de construcción en vigor desde hace más de cuatro décadas.
Pero muchas de las construcciones en el país son antiguas, sobre todo en comunidades de zonas rurales como Noto.
Japón aún conserva el recuerdo del devastador terremoto de 2011 que desencadenó un tsunami, dejó unos 18,500 muertos o desaparecidos y provocó una catástrofe nuclear en la central de Fukushima.