El narcotráfico y la seguridad no solo son temas que interesan de este lado de la frontera. El tráfico de fentanilo ha tensado las relaciones entre México y Estados Unidos, país donde el consumo de esta sustancia es considerado uno de los principales problemas de salud pública, ya que cada año genera la muerte de miles de personas.
Los cárteles mexicanos han extendido su presencia en otros países de América Latina, además de generar vínculos con los productores, distribuidores y transportistas de drogas en varios países. También, han creado nexos con otras ramas de la delincuencia organizada, como el secuestro, la extorsión, el lavado de dinero, el tráfico de armas y la trata de personas.
“No podemos considerarlo un problema local, ya que traspasa fronteras y se constituye en un problema de alcance regional y mundial”, destaca Omar Hurtado, embajador en retiro, en un artículo para la Revista Mexicana de Política Exterior.
Sin embargo, el fenómeno en mucho casos es investigado y perseguido de manera aislada por los cuerpos de seguridad de cada país, sin que se logre una vinculación entre países o entidades para tener un combate exitoso.
“Es un fenómeno que tiene bastantes décadas. Los gobiernos anteriores han tenido diferentes iniciativas para disminuir ese tráfico de drogas, iniciativas que todas tienen fracaso, puesto que el flujo de drogas en Estados Unidos se sigue manteniendo, no ha disminuido, y lo que sí ha cambiado en el escenario del mercado de las drogas a nivel internacional son las preferencias del consumidor”, explica Alejandro Martínez Serrano, especialista en Seguridad Nacional de la Universidad La Salle.