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El narcotráfico: una batalla que Mexico no puede dar solo

El próximo gobierno debe reforzar la cooperación con Estados Unidos y otros países para luchar contra el narcotráfico.
jue 23 mayo 2024 04:04 AM
Globo de cristal esposado y cocaína. Crimen global, concepto de tráfico de drogas
En muchos casos, el narcotráfico es investigado y perseguido de manera aislada por los cuerpos de seguridad de cada país

El narcotráfico ocupó un lugar protagónico en el tercer y último debate entre los candidatos a la presidencia de México; sin embargo, las acusaciones de solapar la violencia y haberse aliado con grupos del crimen organizado tuvieron mucho más peso que las pocas propuestas para hacer frente a este problema.

Entre las propuestas presentadas por los candidatos Claudia Sheinbaum, Xóchitl Gálvez y Jorge Álvarez Maynez hubo pocas propuestas que involucraran la cooperación con otros países para combatir lo que los especialistas consideran un problema transnacional, que afecta a toda el continente.

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El narcotráfico y la seguridad no solo son temas que interesan de este lado de la frontera. El tráfico de fentanilo ha tensado las relaciones entre México y Estados Unidos, país donde el consumo de esta sustancia es considerado uno de los principales problemas de salud pública, ya que cada año genera la muerte de miles de personas.

Los cárteles mexicanos han extendido su presencia en otros países de América Latina, además de generar vínculos con los productores, distribuidores y transportistas de drogas en varios países. También, han creado nexos con otras ramas de la delincuencia organizada, como el secuestro, la extorsión, el lavado de dinero, el tráfico de armas y la trata de personas.

“No podemos considerarlo un problema local, ya que traspasa fronteras y se constituye en un problema de alcance regional y mundial”, destaca Omar Hurtado, embajador en retiro, en un artículo para la Revista Mexicana de Política Exterior.

Sin embargo, el fenómeno en mucho casos es investigado y perseguido de manera aislada por los cuerpos de seguridad de cada país, sin que se logre una vinculación entre países o entidades para tener un combate exitoso.

“Es un fenómeno que tiene bastantes décadas. Los gobiernos anteriores han tenido diferentes iniciativas para disminuir ese tráfico de drogas, iniciativas que todas tienen fracaso, puesto que el flujo de drogas en Estados Unidos se sigue manteniendo, no ha disminuido, y lo que sí ha cambiado en el escenario del mercado de las drogas a nivel internacional son las preferencias del consumidor”, explica Alejandro Martínez Serrano, especialista en Seguridad Nacional de la Universidad La Salle.

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La explosión del tráfico de drogas se remonta a las décadas de 1980 y 1990, primero en Colombia y luego en México. Y si en las primera décadas, la cocaína importada desde Colombia con ayuda de los cárteles mexicanos era la preferida de los consumidores estadounidenses, en la última década, el uso de drogas sintéticas ha vivido un boom, especialmente en fentanilo.

Una cooperación complicada

Para Estados Unidos, el narcotráfico es un problema exterior que termina afectado a sus ciudadanos, por lo que su enfoque para el combate de este crimen siempre ha sido a través de las operaciones de sus agencias especializadas, como la Administración de Control de Drogas (DEA), en el extranjero.

“La postura estadounidense, en el amplio sentido de la palabra, es que el problema del narcotráfico) viene de fuera, no viene de dentro”, dice Martínez Serrano, quien asegura que Washington no ha puesto atención en resolver el tema de la demanda y de adicción, pues se ha concentrado en tratar de terminar con los cárteles mexicanos.

México ha tenido una relación complicada con la DEA desde el inicio de operaciones de la agencia en el país, en 1976. Durante el gobierno de Andrés Manuel López Obrador la cooperación con esta agencia se ha vuelto más difícil, después de dos sexenios de facilidades.

Desde 2021, el gobierno mexicano ha establecido restricciones a la operación de algunas agencias de inteligencia estadounidenses. En enero de ese año, el Congreso mexicano aprobó una serie de lineamientos para regular la actuación de agentes extranjeros en México.

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Por ejemplo, todos los agentes extranjeros que desempeñan actividades en el país deben ser acreditados como funcionarios consulares por la Secretaría de Relaciones Exteriores, de Seguridad y Protección Ciudadana, de Defensa Nacional y de la Marina.

El fiscal general de Estados Unidos, Merrick Garland, admitió ante el Congreso de su país a que la cooperación entre la DEA y las autoridades mexicanas aún no ha día sido restablecida por completo.

"Yo personalmente he ido a México, para hablar con el Fiscal General (de México Alejandro Gertz) para regresar al grado de cooperación que existía anteriormente con la DEA", dijo Garland ante el Subcomité de Gastos de Justicia de la Cámara de Representantes en una intervención en abril pasado.

La DEA no se ha librado de escándalos en los últimos años.

En enero de 2022, el diario estadounidense The Washington Post reveló que la agencia despidió a su director en México, Nicholas Palmeri, después de que intentara usar fondos de la agencia para pagar por su fiesta de cumpleaños y mientras era investigado por sus relaciones con abogados de narcotraficantes.

Un año después, en abril de 2023, Ann Milgram, directora de la agencia, reveló que, para conocer el origen de la actual crisis de salud que vive EU por el consumo de fentanilo, se realizó una "infiltración proactiva y sin precedentes en el Cártel de Sinaloa”.

El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, condenó esta infiltración porque dicha operación se llevó a cabo sin el consentimiento del gobierno federal.

“Es una intromisión abusiva, prepotente, que no debe aceptarse bajo ningún motivo. Cómo van a estar espiando... No se pueden estar utilizando actos de espionaje para saber que están haciendo nuestras instituciones de seguridad, además con la arrogancia de infiltrar la información”, dijo López Obrador.

La Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) considera que para combatir de manera eficaz al crimen organizado es necesario incrementar el intercambio de información regional y la planificación, coordinación y colaboración basada en evidencia para combatir la delincuencia organizada transnacional, incluso mediante cooperación policial, redes internacionales judiciales y de control de fronteras.

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