Cuando Nixon llegó al debate, parecía enfermo, habiendo sido hospitalizado recientemente debido a una lesión en la rodilla. El vicepresidente luego se volvió a lesionar la rodilla al entrar en la estación de televisión, y se negó a cancelar el debate, a pesar de los consejos de su equipo.
“Frustrado por el trato que le había dado Eisenhower en los últimos siete años y medio, Nixon en 1960 era un megalomaníaco a los ojos de su equipo, y estaba decidido a ser su propio jefe de campaña además de candidato", escribió el periodista David Halberstam en una crónica sobre el debate.
El equipo de Nixon le preparó al candidato una serie de preguntas y respuestas, pero no estuvo de humor para echarle un vistazo.
Nixon también se negó a usar maquillaje de escenario, cuando Hewitt lo ofreció. Kennedy había rechazado primero la oferta de maquillaje: había pasado semanas bronceado en el camino de la campaña, pero hizo que su propio equipo se maquillara justo antes de que las cámaras se pusieran en marcha.
El resultado fue que Kennedy se veía y sonaba bien en la televisión, mientras que Nixon se veía pálido y cansado, con una barba de sombra de cinco en punto.
¿Quién ganó el debate, Nixon o Keneddy?
Una de las afirmaciones más comunes sobre este debate es que la imagen de Kennedy, quien lucía ligeramente bronceado y descansado, en contraste con la apariencia de Nixon, quién venía de recuperarse de una infección en la rodilla y lucía un aspecto desaliñado, pudo influir en quienes vieron el debate en televisión, quienes dieron por ganador al demócrata, pero no a quienes escucharon el debate en radio, pues se inclinaron por el republicano.
De acuerdo con una encuesta de la empresa Sindlinger and Company, con una muestra de 2,138 personas, la pregunta de quién ganó el debate, el 48.7% de la audiencia radiofónica dijo que había sido Nixon y sólo el 21% apostó Keneddy, quien ganaría la elección.