Japón es uno de los países con mayor actividad sísmica del mundo, con unos 1.500 temblores al año, la mayoría de poca magnitud.
Pero hasta los terremotos más intensos dejan pocos daños en este país, que implementó normativas de construcción antisismos desde hace décadas y educa a sus 125 millones de habitantes sobre cómo reaccionar ante estas situaciones.
En otros sismos de magnitud superior a 7, como los registrados en enero y agosto de este año, Japón ha tenido pérdidas humanas y materiales mucho menores. En el sismo con el que inició el año, se registraron 318 muertes y daños en la infraestructura, mientras que en el sismo de marzo, se reportó que solo hubo unas pocas decenas de heridos.
Sismos de magnitud semejante en otros países, han sido mucho más destructivos. Dos sismos de magnitud 7.8 y 7.5 que se registraron en febrero de 2023 en Siria y Turquía provocaron la muerte de por lo menos 57,000 personas, así como daños materiales millonarios.
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Después del sismo de 2011, Japón ha impulsado cambios para priorizar la gestión integral de emergencias, centrándose en la prevención, preparación, respuesta y recuperación, indica la Biblioteca del Congreso Nacional de Chile.
Estas son las medidas que Japón ha implementado para evitar que los sismos sean tan destructivos como en otros países.