Además de la sequía, alrededor de 5.000 hectáreas de cultivos han sido arrasadas por incendios forestales que se han propagado rápidamente debido a las condiciones secas.
La temporada seca, que inicia en junio en Ecuador, ha empeorado las condiciones de vida en todo el país, provocando restricciones en el suministro de agua potable y prolongados cortes de electricidad, que en algunas zonas llegan a durar hasta 12 horas diarias.
Los embalses, como el de la hidroeléctrica Mazar en el sur del país, han disminuido drásticamente sus niveles, lo que ha impactado la capacidad para cubrir las necesidades energéticas de la población.
El lunes, el número de provincias bajo alerta roja por sequía aumentó de 19 a 20, de un total de 24 distritos, lo que refleja la magnitud de la crisis.
Entre las provincias más afectadas se encuentran Galápagos, Cotopaxi y Loja, esta última situada en el sur, cerca de la frontera con Perú. La sequía ha golpeado duramente las áreas agrícolas, con cerca de 16,700 animales de granja sufriendo las consecuencias de la falta de agua, y otros 13,000 que han muerto a causa de los incendios, según el ministro Palacios.
La situación ha generado un impacto económico significativo. La Cámara de Comercio del puerto de Guayaquil estima que la nación pierde alrededor de 12 millones de dólares por cada hora de apagón, lo que agrava aún más las dificultades para el sector productivo y la economía ecuatoriana en su conjunto.