La directora ejecutiva de Oxfam México coincide en que estas manifestaciones de riqueza extrema exacerban una percepción de abandono social. "El lujo visible de las élites —sus recursos, tiempo y estilo de vida— contrasta con la realidad cotidiana de millones que viven en pobreza. En México, 46 millones de personas enfrentan situaciones extremadamente difíciles", señala Haas.
En el caso del CEO de United HealthCare, Haas argumenta que la falta de control sobre las prácticas empresariales y la acumulación desmedida de riqueza puede generar desesperación y violencia: “Cuando las instituciones fallan en sancionar prácticas injustas o ilegales, se refuerza la percepción de que la justicia debe hacerse por cuenta propia. Esto erosiona la legitimidad del Estado, la confianza en las instituciones y la idea de que estas defienden los intereses de todos, no solo de una élite privilegiada”.
Además, Haas añade que esta desconexión tiene raíces profundas en el abandono estatal de su rol redistributivo: “La renuncia de muchos Estados a ejercer control sobre los intereses económicos y a garantizar derechos ha generado un enojo social que alimenta la furia contra los multimillonarios.
"El conflicto actual no es contra los ricos en sí mismos, sino contra las estructuras que han despojado al Estado de su capacidad de regulación y han permitido esta acumulación desmedida", afirmó.
En este contexto, las soluciones deben centrarse en transformaciones sistémicas, que incluyan políticas fiscales progresivas y una mayor supervisión sobre las prácticas corporativas.
Riqueza extrema, la punta del iceberg
Aunque tanto Haas como Jaramillo, junto con varios estudios, coinciden en que “los multimillonarios no deberían existir”, porque no hay una justificación lógica para la mera acumulación de riqueza, el debate se complica cuando se profundiza en sus implicaciones éticas. La crítica no se limita solo a la acumulación de riqueza, sino que también toca las implicaciones morales de su uso.
Ingrid Robeyns, teórica del limitarismo, sostiene que la acumulación excesiva de riqueza es inmoral cuando impide una distribución más equitativa de los recursos. “El limitarianismo no busca demonizar la riqueza en sí misma, sino cuestionar sus límites cuando esta se convierte en una barrera para la equidad social y económica”, explica Robeyns. Esta perspectiva subraya cómo la riqueza excesiva puede socavar la solidaridad social y reforzar desigualdades sistémicas.
Mientras que Jaramillo plantea una forma de ilustrar esta idea: "si estuviéramos en una isla desierta, Carlos Slim o Elon Musk no tendrían forma de acumular riqueza. Su fortuna depende de la sociedad, la infraestructura y el Estado, al cual luego se niegan a pagar impuestos, acusándolo de robo"
Mientras que Haas añade que se genera, en gran medida, gracias al trabajo colectivo, mientras que los salarios no han subido en la misma proporción que las ganancias de capital, lo que distorsiona aún más el sistema.