Sin embargo, para Andrea lo más importante es que la información circule.
“Nadie va a saber que ese trabajo lo escribí yo, pero al final lo que nos interesa es que ese trabajo salga y que esa historia se cuente”, dice.
Los comunicadores también recurren a otras estrategias para mantener un perfil bajo, como reducir o terminar con su presencia digital, en plataformas como X, Facebook, Instagram o TikTok.
Regina cuenta que tuvo que cerrar la mayoría de sus perfiles de redes sociales, pues algunas de sus publicaciones se volvieron muy virales, lo que podría atraer la atención del régimen. Por ejemplo, cuenta que hizo una publicación en X sobre la precariedad laboral en el país, con una foto de una fila de más de dos kilómetros en un centro de empleo.
“Una amiga me dijo ‘¿sabes qué? Bloquearlo, debes bloquearlo porque te estás poniendo en riesgo, porque si el gobierno le da la gana puede decir que es una incitación al odio’”, dijo la periodista.
Desde 2018, está vigente una “Ley contra el Odio”. Unos 80 venezolanos han sido sancionados, entre ellos 17 periodistas y medios de comunicación, esencialmente por criticar a personalidades influyentes del país, sobre todo en las redes sociales, amparado en la aplicación de esta ley.
En el contexto de represión y persecución que sucedió a las elecciones, el régimen de Maduro recurrió varias veces al uso de esta norma, indica la organización Reporteros Sin Fronteras.
¿La opción es migrar?
De acuerdo con el Alto Comisionado de las Naciones Unidas, cerca de 7.9 millones de personas han salido de Venezuela desde 2015, cuando la situación política y económica sufrió un deterioro del que aún no se recupera. El país sudamericano es el lugar del cual provienen más refugiados, con lo que supera a países como Siria y Afganistán, asolados por la guerra.
Andrea, Regina y Valentina han pensado en el último año en seguir el camino, pero hay algo que los retiene en Venezuela.
Andrea, por ejemplo, no sabe si su pasaporte fue anulado o no; es una situación que varios periodistas han atravesado en los últimos años. Aunque asegura que piensa en irse —pues no quiere terminar presa—, tampoco es una decisión sencilla.
“Venezuela ha pasado por unos procesos muy complejos y muy difíciles y entre esos escasez, crisis económica, apagón, o sea, las razones para irte han sido millones. Sin embargo, yo siento que este es mi hogar y que me quiero quedar aquí, ¿no?”, asegura la periodista.