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Autoridades religiosas de Michoacán ocultan casos de abuso sexual

Un joven originario del poblado de Lombardía relata a CNN cómo es que aún busca justicia desde EU, tras ser abusado sexualmente por clérigos
dom 03 octubre 2010 07:43 PM
abusos sexuales de sacerdotes
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Javier Castellanos es originario de Lombardía, Michoacán. Ahora vive en Estados Unidos, pero es constantemente perseguido por su pasado: fue abusado a los 15 años por un clérigo de la parroquia de su localidad.

En 2007 decidió denunciar la situación ante las autoridades eclesiásticas, pero hasta ahora no ha encontrado una respuesta favorable.

Claudia Palacios, de CNN, investigó junto con Javier el caso desde San Diego e, incluso, viajó a Lombardía para poder hablar con los padres involucrados y las autoridades del clero, a los que les llegó la denuncia.

La primera denuncia fue en contra del padre Eugenio Sánchez Malagón. Javier recuerda que el padre organizaba campamento con varios niños, y que en ocasiones lo apartaba del grupo para abusar sexualmente de él.

Una madre de otro de los niños que también fue víctima del Padre dice sobre los campamentos que  “sentía que era como para motivarlos, para acercase a Dios”.

Javier recuerda que al poco tiempo decidió encarar al padre Eugenio y decirle sus sentimientos respecto al caso. “Cuando hablé con él y le dije que había sido muy desagradable para mi me dijo que no me preocupara, que pasaría con el tiempo. Luego me dio la absolución como si yo hubiera cometido un pecado, me dijo que no volvería a pasar y a los ocho días volvió a suceder”.           

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Un conocido de Javier -que prefirió mantenerse en el anonimato- aseguró que también había sido víctima de abuso sexual por el padre Eugenio cuando tenía ocho años. Su madre, que tampoco fue identificada, dijo que en ese entonces de haber delatado su hijo la situación “lo hubiera corrido, lo hubiera sacado yo misma”. 

En repetidas ocasiones CNN trató de contactar al padre Eugenio varias ocasiones sin obtener respuesta. La madre del padre Eugenio, que vive también en Lombardía dijo que su hijo se encontraba con un niño recogiendo frutos en el poblado de Nueva Italia, Michoacán.  

Dos años después de la primer agresión sexual a Javier, el padre Noé Pérez Cortés se hizo cargo de la parroquia. Acudió con él en busca de justicia por lo sucedido.

Tiempo después el padre Noé lo invitó a tomar en una casa donde se encontraba con otros jóvenes. Javier aceptó el ofrecimiento del padre, y cuando se dio cuenta que había tomado de más, lo llevó al tercer piso de la casa para abusar de él.

El padre Noé Pérez dijo a CNN que él noto en Javier tendencias homosexuales cuando empezó a trabajar en la parroquia. Negó toda acusación en su contra o hacia el padre Eugenio.

“Cuando una persona es violada por una, por dos, por tres o por cuatro personas, pues es ilógico pensar que han abusado sexualmente de él. Para mí eso es más bien algo que le gusta”, explica el padre Noe.

Otro padre le aconsejó a Javier que dejara la parroquia. Así lo hizo y viajó a San Diego, en Estados Unidos, donde reside actualmente. Ahí comenzó a observar que las acusaciones en este tipo de casos se hacia más común y decidió también realizar su denuncia.

Le dirigió una carta al obispo Miguel Patiño Velázquez, narrando su experiencia en Michoacán. No obtuvo una respuesta favorable e incluso el padre Noé acudió con la madre de Javier para insultarla y exigir que su hijo se retractara.

Fue con otro religioso, el padre José Luis Segura, con el que parecía haber encontrado por fin una posible solución. Le dijo a Javier que no estaba interesado en ayudarle, sino en que sacaran al padre Noé de la iglesia, que ya tenía algunos problemas con las autoridades eclesiásticas.

Sin embargo, el padre José Luis no quiso ampliar el tema cuando fue entrevistado por CNN. Sólo aseguró haberle dicho a Javier que hacer la denuncia era su decisión.

Javier ahora recibe el poyo del padre Gerardo Lecome, que es su guía espiritual desde 2008. Como su guía, le  ha ayudado a tratar de superar la situación, ya que había caído en una depresión que incluso lo llevó a considerar suicidarse.

“No quiero que les pase nada malo, al contrario, que Dios los bendiga. Me gustaría que el obispo cumpla su trabajo. Lo ha dicho el papa Benedicto, que los obispos tienen la obligación de denunciar a los sacerdotes ante la ley”, dijo Javier.

El obispo Patiño Segura no quiso hablar con CNN, por lo que delegó a un vocero, el padre José Manuel Preciado, para hablar de la separación del padre Eugenio de la iglesia.

“El padre Eugenio ha admitido eso mismo que denuncia el señor Castellanos. No hemos llevado el caso ante la justicia porque nuestros procesos canónicos son independientes de los procesos jurídicos”, explica.

Para el padre José Manuel, la verdad no es algo que tenga que ser publicado e insistió en que no les corresponde a ellos denunciar los abusos de los clérigos aún cunado ya han aceptado haber cometido actos de abuso sexual. “No podemos impedirle [al padre Eugenio] que, aunque ya esté retirado, siga teniendo contacto con niños. Él tiene la libertad de conducir su vida personal de acuerdo a sus principios morales” y añadió que “evitar el mal no significa que debamos hacer todo el bien”.

Por ahora, la madre de Javier pide a la Iglesia ser más respetuosos para evitar que otros jóvenes se encuentren en la situación por la que su hijo está pasando y que los llevó a separarse.

“Yo lo que pienso es que igual y el padre Eugenio sí quería al bien de los niños, pero el diablo es tan astuto que dejamos a Dios por hacer cosas que no van con él”, concluye la madre de una supuesta víctima de abuso en Lombardía.

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