Funcionarios y activistas acompañan a migrantes centroamericanos
“Si las delincuencias se organizan, nosotros también”, fue la consigna con la que organizaciones de la sociedad, sacerdotes y activistas decidieron acompañar a cientos de migrantes indocumentados que atraviesan México para llegar a Estados Unidos por la ruta del tren.
En el recorrido que emprenden están expuestos a robos, secuestros y otros abusos realizados por grupos dedicados a la delincuencia organizada.
La mañana de este viernes un grupo de migrantes indocumentados, la mayoría de ellos provenientes de los países de Centroamérica, salió del albergue “El Señor de la Misericordia”, que forma parte de un grupo de casas que atienden sacerdotes, donde se les permite a los indocumentados pernoctar.
Cada incio de año, explicó el sacerdote Heyman Vázquez, se activa el éxodo de migrantes; algunos que intentan por primera vez llegar a Estados Unidos, y otros que regresan luego de pasar el fin de año con sus familias.
A diferencia de años anteriores, en el éxodo de esta vez los migrantes enfrentarán mayores riesgos, porque durante 2010 se incrementaron los secuestros, reclutamientos forzados y asesinatos masivos en su contra, explicó Elvira Arellano, activista y organizadora de esta campaña de acompañamiento que fue llamada “Paso a Paso hacia la Paz”.
Cargando cruces de madera pintadas de rojo, que simbolizan a los que mueren en el camino, los nuevos migrantes emprendieron el viaje acompañados por primera vez por policías federales, elementos de la Marina de México, sacerdotes y activistas.
Esperaban subir a los vagones de carga del tren que sale de esta ciudad y los llevaría a la ciudad de Ixtepec, Oaxaca; sin embargo, este medio de transporte, propiedad de la empresa privada Ferrocarriles del Itsmo, decidió suspender la corrida “hasta nuevo aviso”. Por ello decidieron emprender el camino a pie, a través de las vías del tren.
Antes de iniciar el recorrido, el sacerdote Alejandro Solalinde explicó el motivo del acompañamiento. “Desde hace 5 años empezamos a notar que gente que se identificaba como Maras, como Zetas, secuestraba y mataba a nuestros hermanos. Al inicio el gobierno federal y el de los estados negó esta situación, pero con el tiempo lo probamos”, narró el sacerdote.
Es a partir de la ciudad de Arriaga -ubicada a unos 300 kilómetros de la frontera con Guatemala- donde se registra el mayor número de agresiones a los migrantes, a un ritmo que a decir de los sacerdotes Solalinde y Heyman, se convirtió en “una tragedia humanitaria donde los migrantes han sufrido hasta los más deleznables atropellos a sus derechos humanos ”.
Fue en el 2010 cuando más se recrudecieron las agresiones , hasta alcanzar las amenazas a los activistas y sacerdotes, lo que ha inhibido la participación de algunos de ellos.
Alejandro Solalinde, quien ha sido amenazado de muerte en varias ocasiones, explicó que si bien el brazo ejecutor de estas acciones “son los Maras, los Zetas, de quien todos sabemos hasta sus nombres, lo más preocupante son los jefes de ellos.
“Yo tengo claro que la orden de matarme no va a venir de los Maras, de los Zetas, va a venir desde arriba, yo sé que un alto funcionario (del gobierno) es su jefe de ellos (sic) y es el que los manda y de él va a venir la orden”, confió.
Ante los migrantes que esperaban iniciar el la caminata por las vías del tren, Alejandro Solalinde confesó : “No quiero ser héroe ni quiero ser mártir, yo todavía tengo mucho que dar pero no está en mis manos guardar mi vida, porque en México nadie está seguro, ni siquiera Felipe Calderón”, dijo.
“Amo la vida, me gusta lo que hago, me cuesta trabajo y si volviera a nacer lo volvería a hacer; aunque tengo que confesar que la delincuencia a la que más le temo es la que está incrustada en el gobierno; le temo a la impunidad y le temo a ese miedo del gobierno de no querer afrontar la realidad para revertir este proceso de injusticia”, dijo el sacerdote.
Rubén Hernández, uno de los migrantes que salió el 1 de enero de Tegucigalpa, Honduras, acompañado de otros cuatro habitantes de ese país, entre ellos un niño de 13 años, se dijo sorprendido del acompañamiento que esta vez tendrá.
Dijo que es la tercera vez que cruza México en su paso a Estados Unidos. En dos de ellas ha sido asaltado, “en otra ocasión al pasar por el estado de Tampico vi cuando se llevaron a seis mujeres secuestradas, por eso me parece bien que esta vez nos acompañen, porque nosostros lo único que buscamos es trabajar para sacar adelante a nuestras familias”, dijo.
Durante el inicio de la caminata los migrantes estuvieron acompañados también por policías y funcionarios del estado de Chiapas.