A 22 años de su creación, el PRD está sumido en una crisis interna
Hace más de dos décadas, representantes de toda la gama de posturas de izquierda en México: sindicalistas, líderes comunistas, socialistas, guerrilleros, dirigentes vecinales, diseñaron, junto con el ala nacionalista y disidente del partido hegemónico entonces, el Partido Revolucionario Institucional (PRI), un proyecto ambicioso: integrar un partido de izquierda único.
“Parecía imposible, descabellado al principio, pero éramos unos soñadores muy pensantes”, recuerda Ifigenia Martínez, catedrática de la UNAM, ex priista y hoy diputada federal, en cuya casa se hicieron las primeras reuniones de planeación para crear una nueva fuerza política.
Las izquierdas ya se habían agrupado entorno a Cuauhtémoc Cárdenas, quien al frente de la corriente democratizadora del PRI había roto con ese partido. En 1988 se postuló como candidato presidencial por el Frente Democrático Nacional, y fue vencido por Carlos Salinas de Gortari, en controvertidas elecciones.
Fue entonces que radicales y moderados de izquierda, incluso dirigentes que no creían en la vía electoral optaron por la vida partidaria, juntos.
El resultado fue el Partido de la Revolución Democrática (PRD), fundado un 5 de mayo de 1989, y que a sus 22 años aún arrastra los problemas de unidad derivados de sus orígenes diversos.
Hoy está en la encrucijada. Sus conflictos internos y la situación política nacional, frente a las próximas elecciones del 2012, lo obligan a definir qué tipo de izquierda que quiere ser: electoral o dedicada al movimiento social; institucionalizar sus decisiones, dejarlas a la negociación interna o a la consulta popular; pactar con el gobierno o cancelar todo diálogo.
En su celebración por su 22 aniversario, ni su fundador, Cuauhtémoc Cárdenas, ni el ex candidato a la presidencia Andrés Manuel López Obrador estuvieron presentes.
Electoralmente está claro. El PRD es la tercera fuerza política del país. En 2006, con su entonces candidato Andrés Manuel López Obrador, se quedó a menos de un punto porcentual de ganar la presidencia de la República. Pero en las elecciones locales y federales de 2009 cayó de ese 35.3% de los votos, a 12%.
El reciente repunte registrado en 2010, producto de su alianza con fuerzas conservadoras representadas por el Partido Acción Nacional (PAN), en cinco estados del país (Oaxaca, Puebla, Sinaloa, Hidalgo y Durango), ha revivido esa vieja discusión interna: izquierda doctrinaria o “moderna”, socialdemócrata o no.
Además, esas coaliciones alejaron a López Obrador de su partido, y desde 2006 se ha dedicado a organizar su propio movimiento político, Movimiento de Regeneración Nacional (Morena).
En ese escenario, el PRD vive en la indefinición ideológica y de proyecto de país. Cuando decida, comenzará a construir su futuro, plantea a CNNMéxico el historiador y ensayista Enrique Krauze.
Krauze, analista y crítico del PRD, considera que la definición de su candidatura presidencial para las elecciones del 2012, si apoya a López Obrador, o al jefe de gobierno de la Ciudad de México, Marcelo Ebrard, será la ocasión para definirse ideológicamente y escoger el tipo de partido que busca ser.
“Digamos las cosas claras, con nombre y apellido. El PRD y Marcelo Ebrard deberán tomar muy pronto, ambos, la decisión de su vida. Si apoyan a López Obrador, la izquierda irá unida al 2012 (lo cual es una ventaja) pero probablemente no ganará las elecciones debido a la posición irreductible (del candidato)", considera Krauze.
Si, por el contrario, López Obrador se postula por otro partido, la izquierda irá dividida a las elecciones, pero el PRD y Ebrard podrían atraer “el voto de castigo electoral del PAN y el desprestigio histórico del PRI”, dice en referencia a las otras opciones electorales, prolongar los gobiernos panistas, que ya llevan una década, o el regreso del priismo, que antes gobernó por 71 años continuos al país.
El historiador plantea que la consolidación del PRD como partido depende del candidato, pero también del proyecto. Por su parte, el fundador del PRD e investigador emérito de la UNAM, Enrique Semo Calev, reconoce también en las indefiniciones ideológicas de ese partido sus dificultades actuales.
Pero en la antesala de una nueva elección presidencial, ya no hay tiempo para redefiniciones.
“Creo que el partido necesita una profunda renovación. Necesita volver a pensar su idea de partido de izquierda, pero eso debe quedar después de las elecciones del 2012”, dice a CNNMéxico.
Hoy, sostiene Semo, es tiempo de afrontar el reto electoral en unidad. “Solamente un partido suicida comenzaría a pelearse ahora. Se necesita unidad. Después vendrá la refundación real, el replanteamiento del partido que queremos”.
Consiente de su crisis, marcada por disputas entre corrientes internas y problemas de institucionalidad --que se hacen evidentes en elecciones internas por cargos dirigentes y candidaturas, mismas que compiten en irregularidades con las que denuncian en procesos electorales constitucionales--, el PRD realizó a fines de 2009 su XIII Congreso Refundacional.
Previó la regulación y registro de corrientes; planeó una nueva organización territorial y no corporativa, pactó afiliación libre en rechazo al empadronamiento corporativo.
Pero salvo la reafiliación, que hoy llega a 1.6 millones de militantes, lo demás no se ha concretado, debido a la disputa interna que ha impedido concretar en hechos el contenido del nuevo estatuto del PRD.
También persiste la confrontación entre corrientes. Hoy existen extraoficialmente una decena (su registro tampoco ha sido posible), pero que hacen dos polos: una que se ostenta como la izquierda “moderna”, Nueva Izquierda (NI), a la que pertenece el hoy dirigente nacional, Jesús Zambrano, y un bloque de ocho expresiones.
Este grupo, encabezado por Izquierda Democrática Nacional (IDN), y que tiene como su representante a la secretaria general Dolores Padierna, se declara afín a López Obrador y exponente de la “izquierda popular”.
Por eso, concluye Semo Calev, la crisis sigue y la refundación “no sirvió para nada, la prueba es que las prácticas no han cambiado y las contradicciones internas se han acentúan…ya será después”.
Mirar a futuro
Pero Krauze indica que pese a esta gama de contradicciones internas el PRD “ha hecho progresos tangibles en su desarrollo democrático”.
Uno de ellos el intentar revivir la tradición parlamentaria y “el senador Carlos Navarrete (líder de la bancada del PRD) han conquistado un liderazgo genuino”.
“Percibo también, al menos en una de sus corrientes y en no pocos de sus militantes (como Fernando Belaunzarán, y muchos otros jóvenes), la convicción de que sólo una izquierda moderna parecida a la brasileña puede introducir los cambios estructurales que se requieren”, explica al señalar a los sectores del PRD que se oponen a López Obrador.
En la gestión de gobierno (hoy el PRD gobierna, solo, Guerrero, Distrito Federal y Michoacán, con el PAN Oaxaca, Puebla y Sinaloa) ha habido “algunos buenos, otros no tanto” pero como partido ha vuelto a ser el que vislumbró su fundador Cárdenas “estructurado en torno a proyectos, no alrededor de un caudillo. Lo que le ha faltado, a mi juicio, son precisamente ideas. Ideas prácticas”.
Por eso el investigador considera que el PRD es útil al país, “y puede serlo mucho más”, pero con cambios: un proyecto moderno y un liderazgo “responsable (no uno carismático)".
“Si el PRD propone todo esto con claridad y decisión, podría lograr una consolidación sorprendente. ¿Lo intentará? No lo sé. Sólo sé que el tiempo corre y que cada minuto de confusión e indefinición es un minuto perdido”, dice Krauze.