Sin ser exhibidas, las reliquias de Juan Pablo II llegan a México
Poco más de nueve años después de la última visita de Juan Pablo II a territorio mexicano, y en un protocolo alejado de la población que lo recibió con devoción en todas sus visitas, la noche de este miércoles llegaron a la capital las reliquias del Papa que describió a México como un país "siempre fiel" a la Iglesia católica.
Las reliquias que contienen la sangre del beato que le fue extraída el día de su muerte , y que no fueron mostradas a los medios de comunicación por cuestiones de seguridad y trámites aduanales, no fueron recibidas con cantos, aplausos o gritos emotivos como sucedió en cada una de las cinco visitas que el pontífice realizó a la nación, a la que tenía un especial aprecio.
Tras más de 11 horas de vuelo desde Madrid, España, y con más de una hora de retraso, los objetos arribaron al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México.
Se planeaba que la presentación fuera en público, frente a las cámaras de televisión y fotográficas, pero los jerarcas de la Iglesia católica nacional no hicieron más que leer un escueto comunicado que anunciaba su llegada a territorio mexicano.
"Los obispos de México estamos muy agradecidos con Dios nuestro padre, por darnos esta inmensa alegría de tener entre nosotros las reliquias del Peregrino de la Paz, las cuales veneraremos por cuatro meses recorriendo todo el territorio nacional", leyó Víctor René Rodríguez, obispo auxiliar de Texcoco y secretario general de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM).
Las reliquias serán almacenadas por siete días en la Nunciatura Apostólica y otros tres en la secretaría general de la CEM, donde serán parte de una ceremonia especial de veneración. El 25 de agosto serán trasladadas a la Basílica de Guadalupe, donde permanecerán en exhibición hasta el 28 de este mes.
Los objetos del pontífice, que falleció el 2 de abril de 2005, recorrerán las 32 entidades del país y pasarán por ciudades cuyos niveles de violencia han escalado a lo largo de este sexenio, como Ciudad Juárez, Chihuahua.
En cada uno de los estados, los mexicanos tendrán la oportunidad de volver a acercarse al sacerdote, que ahora reaparecerá ante ellos a través de su sangre almacenada en una figura de plata con forma de olivos.
Ya no habrá un papamóvil —como se conoció al vehículo que lo trasladaba— desde donde saludará a los fieles, ni habrá espejos con los que le darán la bienvenida mientras baja su avión. Su sangre, sin embargo, atraerá la atención de los devotos que creyeron que tras su muerte nunca más lo volverían a tener cerca.