Ciudad Juárez se recupera poco a poco tras años de violencia
Ciudad Juárez despierta poco a poco de una mala racha, en la que la vida nocturna se había apagado. Los clubes y bares están abiertos. Están llenos desde la noche del jueves.
"Ya está más tranquilo que antes. Hay antros bonitos, tranquilos, con música. Antes no podías salir después de las 7 (de la noche)" dice un joven empleado de una tienda departamental en la zona hotelera de Juárez, a un kilómetro del hotel donde pasó la noche el presidente Felipe Calderón.
La hipótesis del joven es que las cosas "ya se calmaron porque El Chapo ya puso orden". No obstante, esta ciudad aún encabeza la lista de los municipios más violentos en México con 2,289 asesinatos en el último año, de acuerdo con cifras de la Procuraduría General de la República (PGR).
Para él, los que corren más peligro son los que viven en la zona nice de Ciudad Juárez. Él vive en la colonia Altavista, una de las zonas donde los jóvenes son mas propensos a ser reclutados por las pandillas como Barrio Azteca, brazo armado del cártel de Juárez.
Él los conoce, los ve a diario, pero no les tiene miedo, dice con sonrisa ingenua, porque ya saben quién es.
En la zona hotelera los rrestaurantes y bares tienen gente, hay DJ's, música en vivo, las amigas platican con bolsas de regalos, todavía del 14 de febrero, los amigos beben cerveza, salen a fumar un cigarro. "Esto no es lo que era hace dos años", dice una joven que buscaba a sus amigas para fumar
Sin embargo, no todo ha vuelto a despertar. La zona del centro viejo de Juárez mantiene el rostro decadente. El bar Noa Noa, que inmortalizó el cantante Juan Gabriel, se convirtió en un estacionamiento hace muchos años. Solo conserva una placa con las palmas y el nombre del compositor juarense, al estilo del paseo de la fama en Hollywood.
Los cholillos, jóvenes que se reúnen en las esquinas de la zona, se distinguen de los demás por sus ropas holgadas y suéteres con capucha que cubren su identidad. Ellos y los vagabundos andan cerca de los pocos locales abiertos, decadentes, sin clientes, que ofrecen tacos de bistec o burritos a la venta.
La plaza del marichi juarense —parecida a Garibaldi en la Ciudad de México— ya no suena. Es oscura y está rodeada por locales cerrados. Esta zona de Juárez que alguna vez tuvo vida por su cercanía con el paso fronterizo, hoy luce decadente.
Ni los hoteles de paso tienen gente. Las luces verdes y rojas son la única señal de que hay gente adentro, pero no hay movimiento. Ahora el servicio sexual se pacta a través de los anuncios de ocasión ante el riesgo que implicaba estar en la calle después de las 7 de la noche. Hubo días en los que había más de 20 muertos por violencia.
Esta zona es identificada por las autoridades locales como la zona donde venden droga miembros de la pandilla Barrio Azteca, brazo armado del cártel de Juárez.
El consuelo de la gente, por lo que cuenta en las calles, es que ahora las muertes son entre miembros de Barrio Azteca y los policías ministeriales. Como en 2004, uno a uno los policías de Ciudad Juárez comenzaron a ser asesinados al concluir su turno en el cuartel, como una forma de presión.
La medida del secretario de Seguridad Pública, Fernando Larrazabal, fue acuartelar a los municipales en los hoteles, y ahí están sus patrullas en la madrugada ocupando todo el estacionamiento.
En otra parte de la ciudad, cerca del paso fronterizo, está el Campo Algodonero, donde fueron encontrados los restos de ocho mujeres en 2001. El lugar que era un terreno baldío, ahora está rodeado por una barda para resguardar el monumento que el gobierno mexicano construyó ahí monumento en memoria de las víctimas.
Lo inauguró al mismo tiempo que pidió perdón a los familiares de todas las víctimas de feminicidios ocurridos durante más de una década. Con esto, el Estado mexicano cumplió con la sentencia emitida por la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
En el último año se han seguido reportando desapariciones de jovencitas de Juárez. Se desconoce si están muertas, pues sus restos no aparecen. En 2011 la asociación Nuestras Hijas de Regreso a Casa denunció más de 200 raptos de niñas y adolescentes, presuntamente vinculados a redes de trata de personas.
Los federales también se han ido poco a poco. Desde septiembre de 2011 comenzaron su retirada de las calles. Ahora los ministeriales son los que patrullan pero en convoys de tres camionetas para no ser emboscados por criminales.
Juárez parece ir despertando de un mal sueño, pero la herida está abierta, hay una resaca de años intensos de violencia en los que era impensable salir de noche.
En la agenda del presidente este viernes, su segundo día de visita en Juárez, está la inauguración de un centro comunitario y una biblioteca en Villas de Salvárcar, donde en enero de 2010 hubo una masacre de jóvenes.
Tras el incidente, el Gobierno federal puso en marcha la estrategia Todos Somos Juárez, que buscaba reconstruir el tejido social y enfrentar la criminalidad en esa ciudad fronteriza, lo que implicó la llegada del Ejército a la ciudad.
"Sé que mi tarea ni remotamente está concluida (...) Es una tarea inacabada", dijo el presidente Felipe Calderón al canal 44 de la televisión local.
"La solución está en sus manos", aseguró Calderón, quien espera volver antes de concluir su mandato en noviembre próximo.