Carpizo y Sandoval: una confrontación sin solución
Las diferencias públicas entre Jorge Carpizo, exprocurador de México, quien falleció ayer, y el cardenal Juan Sandoval Iñiguez, tuvieron como telón de fondo el asesinato del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo y se prolongaron durante varios años, en los cuales derivaron acusaciones ante tribunales por difamación, calumnia y lavado de dinero.
La historia comienza después del 24 de mayo 1993, cuando el cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, entonces arzobispo de Guadalajara, fue asesinado a tiros junto con otras seis personas en el Aeropuerto Internacional de Guadalajara.
El estado Vaticano designó como su sucesor al cardenal Juan Sandoval Iñiguez , quien desde el primer momento de su nombramiento se comprometió a esclarecer el caso del asesinato.
La Procuraduría General de la República (PGR), a cargo de Jorge Carpizo McGregor atrajo la investigación del caso y determinó, horas después del asesinato, que el purpurado tapatío había muerto víctima de un fuego cruzado entre bandas del narcotráfico.
Una semana después, Carpizo ofreció una nueva versión de los hechos conocida como la del “Nintendo”, por explicar de manera interactiva que, contrario a la primera versión, Posadas había sido asesinado por gente del cártel de los hermanos Arellano Félix, quienes confundieron al cardenal con el narcotraficante Joaquín El Chapo Guzmán, a quien tenían la orden de matar.
La Iglesia católica, representada por Sandoval Iñiguez, rechazó el dictamen de la PGR y señaló en todo momento que la muerte de Posadas se debía a un crimen de Estado basándose en la información que tenía sobre los vínculos de políticos mexicanos con capos del narcotráfico mexicano.
Casi cinco años después representantes del gobierno federal, estatal de Jalisco y de la Iglesia católica, integraron el 8 de julio de 1998 una Comisión Interinstitucional para dar seguimiento al caso Posadas.
Tras 10 meses de investigaciones, la Comisión ofreció una primera conclusión, dejando atrás las anteriores y determinando que un tercer grupo de narcotraficantes habría convocado a las bandas rivales —de los Arellano Félix y del Chapo Guzmán— para propiciar un enfrentamiento entre ambos, y en medio de ese suceso dar muerte al cardenal.
En ese entonces, el cardenal Sandoval Iñiguez denunció en entrevista con medios locales a Carpizo de manipular la investigación y de ocultar pruebas, como la copia de un video grabado el día del asesinato de Posadas en el aeropuerto.
Carpizo entonces acusó a Sandoval de calumnia, lo retó a someterse al detector de mentiras y le pidió a la PGR citarlo a declarar.
“Que se llame a declarar al arzobispo apercibiéndolo de las sanciones en las que incurren los que declaran falsamente… no llamar a declarar ministerialmente al arzobispo Sandoval sería colocarlo por encima de la ley y debe ser la PGR para que no vaya existir ninguna sombra de parcialidad”, escribió Carpizo en una carta dirigida al entonces procurador Jorge Madrazo.
El cardenal se limitó a decir en una breve entrevista con medio locales “que haga todo lo que quiera (Carpizo)”.
Días después del incidente, Sandoval Iñiguez fue sometido a una intervención quirúrgica. Los médicos diagnosticaron trombosis mesentérica, aunque meses después sería el propio Cardenal quien revelaría que fue víctima de envenenamiento.
Las amenazas de demanda por parte de Carpizo quedaron zanjadas cuando un grupo de jerarcas católicos le envío una carta reconociendo su honorabilidad durante los meses que investigó el caso Posadas.
“Yo no sé que me hubiera demandado… ¿de qué me perdona?, ¿de qué?... yo no tengo ninguna culpa”, respondió el cardenal Íñiguez al gesto de Carpizo.
Nuevo gobierno respalda la postura de la Iglesia
En febrero de 2000, el primer gobernador de Jalisco del Partido Acción Nacional (PAN), Alberto Cárdenas, dijo en su informe de gobierno que en el caso Posadas prevalecía la teoría del complot, defendida por la Iglesia Católica.
La declaración atizó de nuevo el fuego, y Carpizo señaló al mandatario y al cardenal de actuar en complicidad por intereses políticos y agregó que el purpurado era el “verdadero gobernador de Jalisco”.
“Una vez felicité al cardenal Sandoval Iñiguez y hoy lo voy a hacer otra vez, vi su declaración y ha progresado, ya sonríe, es un buen político”, dijo en entrevista con medios nacionales.
Sandoval desestimó las opiniones de Carpizo y lamentó que siguiera interviniendo en un caso “que ya no le compete”.
“No sé cuál sea su interés, a mí me admira que no teniendo vela en le entierro ande en la procesión”, respondió a reporteros locales.
En el aniversario ocho del asesinato del cardenal Posadas, el gobierno de Jalisco informó la aportación de nuevas pruebas en la investigación, a lo que Carpizo respondió que las autoridades se valieron de “sobornar” a tres testigos para que reforzaran la hipótesis del complot.
“Estoy seguro de que cuando Dios lo llame a cuentas (a Sandoval), no le va a ir bien”, dijo en rueda de prensa Carpizo al tiempo de retar de nueva cuenta al purpurado para someterse al detector de mentiras.
En abril de 2002, la PGR informó que iniciaría una averiguación previa en contra de Carpizo por presunto ocultamiento de información durante la investigación del caso Posadas.
Ese mismo año, el exprocurador publicó un libro titulado Asesinato de un cardenal, ganancia de pescadores. En él acusaba a autoridades judiciales del nuevo gobierno panista federal de pertenecer a la ultraderecha y consentir los dichos y acusaciones de Sandoval.
El arzobispado de Guadalajara respondió en un comunicado de prensa que Carpizo “trata de distraer la atención y de enturbiar el agua en el caso del asesinato del Cardenal Posadas”.
Los enfrentamientos de Carpizo contra Sandoval por el caso Posadas viraron hacia la figura de Fernando Guzmán, quien en su calidad de secretario general de Gobierno representó al Ejecutivo de Jalisco en la comisión interinstitucional, y después como líder de la bancada panista en el Congreso local denunció ante la PGR al exprocurador por ocultamiento de información en la investigación del asesinato.
Ambos sostuvieron un par de debates en medios de comunicación en el que cada uno defendió hipótesis distintas en la muerte del cardenal.
Al año siguiente, Carpizo llamó “cuarteta infernal”, al cardenal Juan Sandoval, a su abogado José Antonio Ortega, a Fernando Guzmán y a la entonces subprocuradora María de la Luz Lima Malvido, por haber falsificado pruebas en la investigación del caso Posadas.
Días después, el exprocurador entregó un documento “confidencial” a la PGR para que investigara a Sandoval por presunta promoción de instalación de casinos en México.
“Eso es ridículo, son calumnias muy burdas. Ya no halla este señor ni qué decir”, respondió Juan Sandoval Iñiguez una entrevista con una televisora local.
En el décimo aniversario de la muerte de Posadas, Jorge Carpizo envió una carta al entonces papa Juan Pablo II pidiéndole tomar medidas para evitar que Sandoval siguiera “lucrando con la justicia y la fe”, al sugerir que el homicidio se debió a un complot.
Las denuncias ante tribunales también siguieron y en junio de 2003, el exprocurador demandó ante la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal a Sandoval por calumnia y difamación.
En septiembre de ese mismo año, la PGR inició una averiguación en contra del cardenal Sandoval por presunto lavado de dinero, delito del que después lo exoneró, mientras que Fernando Guzmán acusó a Carpizo y al expresidente de México, Carlos Salinas, de estar detrás de “ésta grotesca acción”.
Sandoval calificó de ridícula la acusación que pretendía incluso investigar las cuentas de su madre quien había muerto dos años atrás.
El proceso aunque duró unos meses, movilizó a miles de católicos en apoyo del cardenal y se escribieron decenas de páginas en torno a las distintas reacciones.
El hoy arzobispo emérito tenía la certeza que detrás de esa denuncia estaba Carpizo, y todavía el año pasado tras el estreno de la película Presunto culpable, dijo sentirse identificado con el personaje central.
“Ahora que acabo de ver Presunto culpable, así estuve yo. Ahí en 2003 por un anónimo que presentó este señor Carpizo a la PGR, por un anónimo se desató una persecución legal en mi contra”, dijo en entrevista con medios locales en marzo de 2011.
Jorge Carpizo murió este viernes a los 67 años de edad en la Ciudad de México antes de someterse a una cirugía para curar una hernia.