Regina Martínez, de bailar con Miguel Ángel Granados Chapa a reportear
Nota del Editor: El perfil de la periodista Regina Martínez se publica a ocho días de que fue hallada muerta en su casa en la ciudad de Xalapa, capital del estado de Veracruz. El autor la conoció y trabajó con ella en el diario veracruzano Política.
VERACRUZ (CNNMéxico).- Las coronas que flanqueaban el ataúd de Regina Martínez enviadas por personas del gobierno de Veracruz se quedaron sin el listón que las identificaba. Solo las de las organizaciones sociales fueron dejadas tal cual llegaron.
La periodista del semanario Proceso fue encontrada muerta en su casa con rasgos de violencia el sábado 28 de abril , en la ciudad de Xalapa.
El cuerpo de Regina fue entregado a los familiares unas 24 horas después de encontrado y su ataúd llegó entre aplausos al velatorio de la funeraria Bosques del Recuerdo los primeros minutos del lunes 30 de abril.
"Hasta muerta sigue luchando", dijo una excompañera suya, contrariada por el largo y "sospechoso" proceso burocrático de entrega del cuerpo que dejó cansados a los familiares.
Su primer empleo lo tuvo como guionista de la televisora estatal de Veracruz TV Más (ahora RTV) y tras un breve paso por una radiodifusora de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, volvió a la capital de Veracruz.
Ahí iniciaría una carrera de más de 20 años en el periódico Política, fundado por Ángel Leodegario Gutiérrez y Fausto Fernández Ponte, sus "maestros", como solía decir.
La historia de la periodista pudo haber comenzado un día en que, siendo estudiante de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Veracruzana (UV), le encargaron llevar a bailar danzón a un renombrado ponente invitado por su facultad.
Regina Martínez llevó a bailar a un festival de danzón al estadio Beto Ávila, en Boca del Río, a Miguel Ángel Granados Chapa , junto con otros ponentes y otras alumnas. Entre el baile "dándole vuelta al ladrillo" hubo espacio para la tertulia y para las ideas. Para hablar de periodismo.
Años más tarde, siendo reportera de Política, se le ocurrió llamar a la redacción del periódico de la ciudad de México, La Jornada, para avisarles de un bloqueo de inconformes con la construcción de la planta nuclear Laguna Verde que tenía paralizado el norte de Veracruz.
Minutos después de la llamada, sonó el teléfono y detrás de la bocina estaba Granados Chapa pidiéndole que ella misma cubriera la noticia. "¡no, yo por qué!", contaba que le dijo. "Eres Regina, la del danzón, ¿no? tú cubre la nota", le habría dicho la voz en la bocina.
Así, la originaria de Gutiérrez Zamora, Veracruz, comenzaba a apuntalar una carrera ligada a los sucesos, a los conflictos sociales y al periodismo de investigación y de contrapeso del poder político. Su máximo escaparate fue la revista Proceso, donde trabajó hasta el fin de sus días por más de 10 años.
Explosiva como era, expresaba toda su frustración cuando le pedían reescribir una nota en Política, o cuando tenía algún altercado con políticos acostumbrados a las preguntas a modo. "¡No te calientes, garnacha!", le decía Ángel Gutiérrez, El Yayo Gutiérrez.
Morena, bajita, caminaba por las calles del centro de Xalapa cargando documentos como expedientes de cuentas públicas, de pleitos legales, puntos de acuerdo del Congreso local conseguidos antes de ser presentados o gacetas oficiales.
Por las noches, al salir de la redacción de Política, a un lado de la catedral, era común verla con sus bolsas de café rumbo a su casa, donde le esperaban horas frente al monitor, donde preparaba sus "procesazos" .
Descubrió los presuntos lazos entre el exgobernador de Veracruz, Fidel Herrera Beltrán y el empresario textilero, Kamel Nacif , para facilitarle la producción de energía eléctrica en Río Blanco y su posterior venta a los municipios. Ese reportaje fue presentado bajo el título El otro gober precioso.
Destapó el presunto desfalco millonario al fondo de pensiones de trabajadores ferrocarrileros jubilados a manos del líder sindical de ese gremio, Víctor Flores Morales, y ventiló el posible asesinato de la mujer indígena Ernestina Ascencio, en Zongolica, a manos de militares.
Dio seguimiento exhaustivo al caso de la muerte de la defensora de los derechos humanos, la veracruzana Digna Ochoa Plácido . Regina reconocía que sentía empatía con Digna, y su hermano, Jesús, quien frecuentemente era entrevistado para Política.
En el 2004, siendo jefa de información de Política y del noticiario Política TV, creó un grupo de trabajo con siete jóvenes novatos que llegaron, según cuentan, con la intención de trabajar. Hoy, todos siguen en el periodismo.
Esos jóvenes de cabello largo y atuendos alejados de los prototipos la acompañaron a los cafetales, a la sierra, al Congreso local. "No se avergonzaba de nosotros", cuenta uno de ellos, que a la postre fue uno de los fundadores del primer proyecto de televisión comunitaria en el país, Teocelo Te Ve.
En el grupo, reunido después de años el fin de semana pasado, lamentó que ya no habrá comidas con La Chaparrita en un restaurante de comida corrida, ni las pláticas de dos horas con ella, ni sus malos y buenos humores.
Siempre en el restaurante Los Alcatraces, siempre en la misma mesa de un rincón, siempre a la misma hora. Siempre entre lunes y viernes. Era mujer de estrictas costumbres. Los sábados eran solo para ella. Se encerraba en su casa y "andaba en chanclas todo el día".
Regia Regina —como le decía Fausto Fernández— hizo de las asperezas su hábitat natural, sacrificando su vida personal. Nunca se casó, y con el paso de los años aisló su entorno familiar casi por completo.
Sus hermanos Emilio y Ángel se enteraron de la muerte de Regina por los medios de comunicación.
"Nunca se doblegó ante nada", dijo Ángel en el panteón. Y remató: "ahora solo queda retirarnos".