Una familia gobierna un municipio de Puebla durante 35 años
Tenía 39 años cuando fue electo por primera vez presidente municipal de Ahuazotepec (1978-1981), ubicado al noroeste de Puebla.
Don Benja, como es conocido en la región, lleva su sexto periodo como edil de este lugar, dos veces interino y cuatro, constitucional.
En las elecciones locales de este 2013, el gobierno de Benjamín Silva Cuevas, un hombre de 74 años de edad, coincide con la candidatura de su hijo, quien lleva el mismo nombre y aspira a sucederlo.
“La gente me quiere, quiere a mi familia, por eso piden que sigamos administrando este municipio. Yo no lo calificaría como caciquismo”, dice a CNNMéxico cuando se le pregunta si es ético que el poder esté en políticos de una misma familia.
La historia de poder de la familia Cuevas se remonta a 1954, cuando Félix Cuevas Cruz, (tío materno de Don Benja), fue electo alcalde. Repitió durante el periodo 1963-1965. Diez años después, llegó a la presidencia su hermano Marciano (1975-1978).
En total, la familia ha gobernado durante 35 años en las últimas décadas de manera intercalada esta comunidad, entre sobrinos, primos, tíos y ahijados, todos como candidatos del Partido Revolucionario Institucional (PRI).
Gerardo Silva Vergara, su sobrino, gobernó de 1999 a 2001. Sus ahijados Bernardo Ramírez, y Raymundo Olivera Muñoz gobernaron en dos trienios de 2005 a 2011
La historia podría cambiar en las elecciones locales de este año. El tricolor en alianza con el Partido Verde Ecologista, se negó postular al hijo de Don Benja, Benjamín Silva Franco, pero éste encontró cobijo en la coalición Puebla Unida, —Partido Acción Nacional (PAN), Partido de la Revolución Democrática (PRD), Nueva alianza (Panal), Compromiso por Puebla—.
También compite su sobrino, Gerardo Silva Vergara, por el recién creado partido local Pacto Social de Integración (PSI). Ambos buscan gobernar por un periodo de cuatro años y ocho meses.
“Como padre apoyo a mi hijo, pero no ocupo los recursos públicos para eso. Soy un hombre honesto”, indica Silva Cuevas, y rechaza hablar de su otro familiar.
“El tema (caciquismo) no es nuevo. Es parte de la política poblana, y no pertenece a un partido en específico (…) Es un fenómeno que ha asentado raíces en toda América Latina”, según el politólogo de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), Raymundo García.
El artículo 15 de la Ley Electoral local establece que un ciudadano puede hacer uso de sus derechos políticos las veces que sean necesarias; es decir, no hay número máximo para buscar ser electo en el mismo cargo, siempre y cuando no sea de manera consecutiva.
“No hay restricción. Es un derecho maximizado. Los ciudadanos son los responsables de elegir; porque, lo hacen de manera libre. En una elección tienen opciones”, indica a CNNMéxico el consejero electoral local, José Luis Martínez.
Con ello coincide el escritor y especialista en temas políticos de la UNAM, René Avilés, quien señala que se ha vuelto una “costumbre” heredar el poder. Un asunto que planea quien ocupa el poder desde meses antes de dejar el cargo para asegurar que continué de cierta forma su control, “aunque no todas las ocasiones se consigue”.
Herencia de poder y de pobreza
En la comunidad de origen indígena totonaca que la familia de Don Benja ha administrado por cerca de seis décadas habitan 16,068 personas, de las cuales, el 62.1 % vive en condiciones de pobreza, según el estudio Resultados de Pobreza por Municipios 2010 del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval). En los últimos 20 años (1990-2010) se redujo el rezago educativo en un 10.3%; mientras que el 26.3 % tuvo acceso a servicios de salud.
Otra de las poblaciones de la Sierra Norte de Puebla, en donde más del 50% de sus habitantes vive en pobreza extrema es Jalpan: el 79.4% de 10,248. Es otro de los lugares en donde el presidente municipal, Nicolás Galindo Pérez dejará el cargo y su hijo Nicolás Galindo Márquez, es el candidato por el PRI la presidencia en las elecciones del próximo 7 de julio.
El especialista Raymundo García dice a CNNMéxico que el problema no es que se “herede” el poder “porque no hay una Ley que lo prohíba”, sino que los partidos políticos o gobiernos “toleren faltas a los principios de legalidad”. Cita el caso del dos veces presidente municipal de Tlatlauquitepec, en la parte norte de la entidad, Porfirio Loeza, quien fue destituido por el Congreso en septiembre de 2011 por no haber comprobado 19 millones de pesos, correspondientes al ejercicio del año anterior, pero que a la fecha sigue en el cargo.
“Hemos trabajado bien”
De los 217 municipios que conforman Puebla, al menos una docena guarda historias relacionadas con los cacicazgos políticos que no únicamente se han identificado con el PRI o PAN, sino también con partidos de izquierda.
Un ejemplo más tiene lugar en Venustiano Carranza, también en la Sierra Norte de Puebla, donde Rafael Valencia Ávila, un joven de 29 años es el tercer hermano de la familia que busca de manera consecutiva gobernar en esta zona petrolera donde viven 27,727 personas.
“El PRI y los ciudadanos así lo han permitido. Por algo es. Hemos trabajado bien. Primero Dios, voy a ganar las elecciones del 7 de julio; mis hermanos han hecho buen trabajo, y eso la gente lo reconoce. Así me lo han manifestado en lo que va de mi campaña”, dijo a CNNMéxico.
Cuando empezó a gobernar el primero de los hermanos, Vicente Valencia (2005 a 2008) el 75.3 % de la población vivía en condiciones de pobreza. Con el segundo hermano, Jorge (2009-2013) el porcentaje se ha mantenido igual.
Historias similares se están dando en: Chiconcuautla, en donde el militante del Partido del Trabajo, Noé Garrido Hernández, dejará el cargo y su hermano, Claudio es candidato del Acción Nacional.
En Petlalcingo, integrantes de la familia Vergara Tapia, todos candidatos del PRI, buscan por quinta ocasión mantenerse en la alcaldía.
Al igual que la familia Ramos Bautista, que lleva una década administrando Los Reyes de Juárez. En Huauchinango, integrantes de la familia Martínez Amador han gobernado en los últimos 10 años.
“Generalmente las familias de los pueblos les gusta el poder, y no es precisamente porque tengan amor a su pueblo y quieran sacar a los pobladores de la pobreza, sino porque se dan cuenta que les es redituable económicamente”, agrega el politólogo Manuel Díaz Cid de la Universidad Popular Autónoma de Puebla (Upaep).