Antes de entrar permita salir: el proyecto que está cambiando al Metro
Las aglomeraciones dentro de las instalaciones del Metro de la Ciudad de México son parte de la rutina de los mexicanos que buscan llegar a su destino, y al parecer ya hay visos de una posible solución a este problema
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La sobrepoblación, la saturación del servicio y la falta de trenes ocasionan severos congestionamientos para la entrada y salida de pasajeros de las estaciones. Tan sólo en 2015, este sistema transportó a casi 1,625 millones de usuarios.
Gustavo Carreón también sufrió los empujones, apretones y discusiones dentro de los vagones en su trayecto de Etiopía a Universidad en la línea 3 del Sistema de Transporte Colectivo Metro (STCM). Su colega, Carlos Gershenson, prefiere la bicicleta como medio de transporte, pero no es ajeno a este problema.
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Ambos, investigadores del Instituto de Investigaciones en Matemáticas Aplicadas y en Sistemas (IIMAS) de la UNAM, se dieron a la tarea de desarrollar un sistema que permitiera una libre y ordenada transición de pasajeros.
“Mediante un programa medimos la cantidad de gente que aborda y desciende un la estación Balderas de la línea 1 para poder implementar un sistema de descenso eficiente. Grabamos el comportamiento de las personas en el Metro para poder implementar un piloto que resolviera el problema de los cúmulos en las entradas”, comenta Gersheson a Expansión.
“Inicialmente había propuesto que de las cuatro puertas que tiene cada vagón, las dos puertas de los extremos fueran para entrada de pasajeros y las puertas de en medio fueran exclusivamente para salida”, dice Carreón quien presentó este proyecto como tema para obtener el título de doctorado.
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“Nos dimos cuenta que la gente no se desplaza dentro de los vagones, por lo que sería imposible usar el sistema de las puertas. La opción de imitar sistemas de señalización como el del metro de Singapur nos pareció una manera más clara de decirle a las personas dónde debe esperar para permitir un descenso y ascenso ordenado”, explica Carreón.
Con calcomanías adheridas al piso del andén, los académicos pretenden que la gente se vaya organizando de manera que la experiencia dentro del Metro sea cada vez más civilizada.
Carreón y Gershenson se rodearon de un grupo de voluntarios para poner en marcha el programa piloto en la estación Balderas el 4 de diciembre. En un principio la gente no respetó las áreas de espera, pero con el apoyo de las autoridades, los voluntarios y las redes sociales, poco a poco la dinámica se está adoptando como una regla.
“Aún en horarios pico es necesario que haya personal o voluntarios pidiéndole a las personas que respeten las áreas, pero cuando no hay supervisión, las mismas personas invitan a otras a seguir la regla”, comenta Gersheson.
Para Carreón, la aceptación de esta nueva norma de convivencia tiene mucho que ver con la difusión que se le ha dado en redes sociales y que el sistema de señalización y claro y sencillo.
El STCM ha difundido por años campañas con la frase: antes de entrar permita salir, pero ninguna ha tenido un éxito tan repentino como las señalizaciones de los académicos de la UNAM.
“Realmente la inversión fue mínima para los resultados que se están obteniendo. Gastamos cerca de 21,000 pesos en los stickers. Es un sistema realmente económico que puede llevarse a otras de las estaciones fácilmente”, dice Carreón.
El Wolverine del Metro
Maury Nares, es conductor del Metro desde hace 25 años, y tomó en sus manos la organización de los pasajeros del tren que él conduce.
Al llegar al andén, Maury sale de la cabina y alzando la voz comienza a darle recomendaciones a los usuarios que lo alcanzan a escuchar en los primeros tres vagones.
“Antes de entrar, permita salir. Cuide sus pertenencias al abordar. Manténgase alejado de las puertas durante el trayecto. Ceda el asiento a quien lo necesita”, repite una y otra vez en su trayecto en la Línea 3 de Universidad a Indios Verdes.
El conductor dice que por años ha intentado que reparen los altavoces de los trenes para poder decir su mensaje, pero ante la falta de recursos tomó la iniciativa de levantar la voz y organizar a los usuarios en el recorrido que realiza.
Se define a sí mismo como el Wolverine del Metro, y tomó ejemplos como el de Los Supercívicos para hacer el cambio.
“A veces sólo hace falta que una persona alce la voz para motivar a más. Yo veo que algunos se ríen de lo que hago, pero otros toman conciencia y se comportan de mejor manera en el Metro. Si logro que mi mensaje llegue a esa persona y luego lo transmita, ya estoy haciendo mi parte. Sólo falta que más personas quieran transformar la ciudad”.