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La ‘estación cielo’ en la colonia Narvarte

Una de las colonias más afectadas en la Ciudad de México continúa intentando recuperarse del sismo gracias a la ayuda de los vecinos.
vie 22 septiembre 2017 09:36 PM
Petra.
Petra. Esta vecina de la Narvarte vive justo enfrente del edificio que se desplomó. (Foto: Anylú Hinojosa-Peña)

Un grupo de cinco personas saca una mesa y empieza a poner alimento encima y otros víveres que aún quedan de lo que recolectaron a lo largo de casi cuatro días, tras el sismo del 19 de septiembre. La casa está a unos metros del edificio de siete pisos que colapsó en Torreón y Viaducto, en la colonia Narvarte, en la capital mexicana.

Por la mañana del viernes 22 de septiembre, sólo se escucha el sonido de la maquinaria que remueve los escombros que quedan ya a nivel de piso. Las labores de rescate han terminado. De las ruinas fue posible rescatar a siete personas, de acuerdo con los testimonios de vecinos y brigadistas. El saldo oficial aún no se da a conocer.

Trabajo terminado.
Escombros recogidos del edificio de Viaducto y Torreón.

A pesar de que ya no hay voluntarios en la zona de derrumbe, aún está operando el pequeño centro de acopio, el primero que se instaló en esta colonia. Desde ahí, los voluntarios coordinan apoyos para que vayan a otros lugares cercanos, como el que se encuentra cruzando Álvaro Obregón, que sustituyó como sede al de Torreón.

La colecta

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Los voluntarios y los rescatistas han jugado un papel fundamental en el salvamento a los supervivientes y la recuperación del barrio. “Ellos fueron el cielo, la estación cielo, porque realmente sin ellos, esto se hubiera colapsado. Algo tan básico como el baño, ahí estaba disponible”, relata Petra Cayetana, una vecina colombiana que llegó a México hace cinco años y vive justo enfrente del edificio de Torreón que se desplomó.

“Cuando bajamos, las piedras llegaban a la puerta. ¡Parce, se vino el edificio al frente de mi casa!”, exclama, sin dejar de moverse de un lado a otro.

Recogida.
La maquinaria pesada entró a la zona cuando se suspendieron los trabajos de rescate.

Hasta ahora le ‘cae el veinte’, pero en ese momento se puso a actuar con rapidez para ayudar en lo que pudiera. Empezó a pedir dinero para ir por comida y cubrir necesidades básicas, como agua. “Yo empecé a pedir plata de aquí para allá, me dieron 2,000 pesos para comprar agua en puras moneditas. No había distinción, todo mundo colaborando”, narra.
Además de dinero, Petra armó un centro de acopio para recolectar herramientas como palas, picos y gasolina. “No puedo hacer caso omiso a una cosa que cayó aquí, a mis pies, aunque a mí no me haya pasado nada”, dice. Ella es una de las afortunadas que aún conserva su hogar, pues al menos tres edificios cercanos a Torreón fueron desalojados. La manzana permanece acordonada.

Ayuda.
Restos del centro de acopio de Petra.

Desde la hora uno

Desde Torreón 86, el primer centro de acopio, Karlo Trejo vio el colapso del edificio de siete pisos.

“Fue horrible. Mientras se caía el edificio, escuchabas a la gente gritar adentro. Los vecinos se detuvieron unos minutos y después corrieron a intentar sacar a las personas atrapadas”, relata el hijo de Carlos Trejo.

Impactado.
Karlo Trejo vio cómo se derrumbó el edificio de siete pisos.

El productor de música abrió las puertas de su casa para repartir tortas, sándwiches, guisados, atún y agua, y permitió que los vecinos utilizaran el baño.

“Primero fue gente de aquí y luego de fuera. La gente llegó sola. Ya después, aquí nos cambiamos los celulares para pedir lo que hacía falta o llevar lo que se necesitara”, explica Trejo, quien estuvo apoyando desde las primeras horas.

Las personas, que primero se contaban por decenas, de pronto eran miles, asegura. La fila rodeaba Álvaro Obregón, de acuerdo con Trejo y otros vecinos que estaban en la zona. “El apoyo es impresionante, nunca me imaginé algo así”.

Médico al mando

De inmediato, el médico Carlos Macías dejó Centro Médico y llegó a Torreón y Viaducto para apoyar. Por tres días se encargó de coordinar la entrada de voluntarios junto con el jefe de coordinación de brigadas y con el Ejército.

Carlos Macías.
El médico fue otro de los que ayudaron en la colonia.

“Llegaron hasta 1,000 personas que estaban esperando para apoyar. Esperaban de cuatro a cinco horas para relevar a la gente que se cansara”, relata Carlos, quien atendía a gente en el área de cardiología cuando ocurrió el sismo.

Arriba del edificio colapsado trabajaban el Ejército y la Marina, quienes removían el escombro y los bloques de cemento, agrega el médico. Los voluntarios estaban concentrados en el rescate de las personas.

Al avanzar en su narración, Carlos Macías y otros dos vecinos presentes recuerdan que el miércoles por la noche entró la maquinaria para levantar los restos, pues se pensaba que no había personas. Pero después aún encontraron al menos dos personas que fallecieron, coinciden estas tres fuentes.

Pese a todo, destacan el trabajo en común entre la gente y las autoridades. "Al menos aquí hubo un trabajo en conjunto muy grande, nos ayudamos mucho con Marina, Ejército y Protección Civil”, agrega Macías.

Adiós a la desidia

Alejandra Gavilondo salió el jueves a ayudar a las zonas afectadas. Ver en medios y en la calle a miles de voluntarios la movió para poner sus conocimientos médicos a disposición de quien lo necesitara.

Para los heridos.
Alejandra Gavilondo ayudó con los medicamentos.

“Ayer estuve en calle Emperadores y División, necesitaban manos para la clasificación de medicamentos, y hoy por la mañana vine a ayudar acá”, dice, mientras clasifica medicamentos en un bar habilitado como centro de servicio médico repleto de cajas, en la esquina de Medellín y Viaducto.

Improvisación.
Bar habilitado como acopio de medicamentos.

Alejandra, quien aún estudia para médico, ayuda a la gente para hacer lavado de ojos y checar la presión de quien lo necesite. “Es mucho el agradecimiento que tienen las personas”.

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