Ecología, para prevenir otro Fukushima
Las ideas brillantes sobre cómo ayudar al ambiente y hacer algo de dinero en el proceso (incluso algunos miles de millones) son muy abundantes, pero, ¿cuál de ellas podría funcionar realmente? Podría ser la nueva incursión empresarial del multimillonario Tom Siebel, el proyecto de misterioso nombre, C3, que pretende utilizar un software astuto para mejorar radicalmente el uso de energía y la emisión de carbono de las compañías grandes. Quizás podría ser Global Thermostat, que afirma que su tecnología de 'carbono negativo' puede absorber dióxido de carbono del aire. Para la energía, la compañía usa el calor excesivo de procesos industriales existentes como fundiciones, una energía que actualmente se desperdicia. La tecnología de captura de carbono podría lucir particularmente atractiva si la reciente catástrofe de Japón envía la energía nuclear de carbono-cero a un descenso a largo plazo.
Muchos de los aspirantes tendrán la oportunidad de revelar sus planes en la conferencia anual 'Brainstorm Green' de Fortune, que comenzó este martes y reunirá a todas las personalidades del movimiento ecológico del gobierno, de las compañías de Fortune 500 y de nuevos participantes.
Siebel, que amasó su fortuna en el software de bases de datos, es un convencido de la cultura ecológica. Planea hablar de C3, que ha mantenido un silencio cauteloso desde 2009. En octubre, la compañía recaudó 48 millones de dólares en una oferta privada, según un documento de la SEC, duplicando así su financiamiento total. Siebel reclutó a una junta de primera clase, incluyendo al ex secretario de energía de Estados Unidos, Spencer Abraham.
Aunque el sitio web minimalista de la compañía sigue siendo vago, la especulación temprana se concentra en torno a la idea de que Siebel usaría su conocimiento de software para crear una forma automatizada y sencilla para que las compañías lleven registro y comercien con sus emisiones de carbono. Esto podría funcionar mejor bajo un sistema fiscal de carbono o de un comercio de bonos ecológicos . Ninguna política luce políticamente viable en Estados Unidos, al menos no ahora. El hecho de que la idea de mercados de comercio de carbón esté condenada podría ser uno de los temas más comentados en la conferencia.
¿Cómo es que la crisis actual en Fukushima reformulará el debate ambiental?
Además de Global Thermostat, una compañía con base en Nueva York llamada Kilimanjaro Energy también dice que puede capturar dióxido de carbono del aire. Aún así, esta compañía está pensando en compensar el uso potencialmente reducido de la energía nuclear sin carbono. Quiere cambiar la forma en la que la gente piensa en el dióxido de carbono, para que deje de ser un pasivo y se convierta en un activo: "El CO2 atmosférico es un recurso vasto cuya transformación en productos útiles puede ayudar a la humanidad a cerrar el ciclo del carbono".
Otra compañía con grandes aspiraciones, Transphorm, dice que puede igualar efectivamente la emisión actual de todas las fuentes de energía renovable sin ningún daño al ambiente. Su secreto es eliminar la gran cantidad de electricidad que ahora se pierde en las celdas eléctricas mientras se transforma de una forma a la otra (aumentando o disminuyendo su voltaje). Es un gran avance que podría funcionar sin importar qué forma de combustible (carbón, gas natural de esquistos, energía solar) termine generando la celda en el próximo siglo. Quizás no haya una varita mágica ecológica que pueda ayudar a limpiar el material radiactivo que arroja la planta de Fukushima, pero sí hay, en otras palabras, muchas alternativas a la energía nuclear provenientes del espacio de la energía ecológica.
Una vez más, quizás la búsqueda de un ambiente más limpio no debería depender de la búsqueda de una tecnología que cambie el juego. Existen muchas formas de lograr que las decisiones ecológicas rindan frutos. Una compañía llamada ecoATM diseñó una máquina que acepta viejos teléfonos celulares a cambio de efectivo. Sus planes podrían ser relativamente pequeños, pero son reales. Mientras menos materiales tóxicos se vayan al basurero, más energía entra al bolsillo de los consumidores. Su estrategia debería ser un recordatorio a los pensadores ecológicos de que todos los cambios, sin importar lo grandes que sean, suelen comenzar en pequeño.