OPINIÓN: ¿Por qué a las francesas les gustan los infieles?
Entre la multitud de "hechos" conflictivos en el caso de Dominique Strauss-Kahn , existe un detalle clave en el que todos están de acuerdo: un acto sexual ocurrió entre el político francés y la camarista del hotel Sofitel el 14 mayo. Strauss-Kahn dice que fue consensual. La empleada doméstica alega que fue atacada sexualmente. Pero nadie lo niega.
El hecho le ha atraído la atención a la esposa de Strauss-Kahn, y en general, en las peculiaridades de los flirteos de los matrimonios franceses.
Pese a la infidelidad admitida por Strauss-Kahn, su esposa, Anne Sinclair , lo ha apoyado devotamente. Mientras estuvo en la prisión de la isla de Rikers , ella emitió una declaración argumentando su inocencia. Ella lo trató más como una víctima que como a alguien infiel. Cuando necesitó un departamento en el cual pudiera confinarse durante el arresto domiciliario , ella estuvo a su lado, suavizando su imagen ante las cámaras mundiales. Recientemente, luego de las condiciones de su liberación, la pareja fue fotografiada en las calles de Nueva York; en una ocasión, presiona su brazo contra su espalda y, de forma caballerosa, la lleva de vuelta a un Mercedes negro.
Es un espectáculo familiar para los estadounidenses : un show de lealtad marital pese a una traición pública de su poderoso marido con, en este caso, una empleada doméstica (¡una empleada doméstica!) durante una escala para ver a su hija. Cuales sean los detalles, la imagen de un cónyuge infiel siendo tratado humanamente por la esposa despechada despierta la curiosidad de cualquiera que haya tomado los votos del matrimonio. Ya sean Hillary y Bill Clinton, Silda Wall-Spitzer y Eliot Spitzer o cualquier cantidad de parejas famosas , el público se pregunta cómo se tratarán a puerta cerrada, incluso si realmente no es algo que nos importe.
En Francia, los engaños son algo en lo que te involucras en vez de leerlos en los medios de comunicación. Así que esta infidelidad pública sigue siendo algo sorprendente, incluso más considerando el estatus de Sinclair como una mujer exitosa y poderosa por medios propios.
Sinclair era una de las periodistas televisivas más populares en Francia antes de renunciar para evitar conflictos profesionales de interés con la carrera profesional con Strauss-Kahn. Ella es una heredera de la fortuna espectacular amasada por el comerciante de arte Paul Rosenberg, quien representó a Pablo Picasso. También es divorciada. Y desde hace mucho conoce la reputación de Strauss-Kahn como un seductor . En otras palabras, ella no es el tipo de mujer que necesite, o se sienta obligada, a agarrarse de las solapas de su cónyuge.
Así que dada la humillación, ¿por qué apoya a su hombre? Si la exclusividad es la base de las relaciones, por qué una mujer aceptaría que su pareja la engañe. Esa es una pregunta que se hace Francia. Casi dos meses después de que se dieran a conocer los alegatos, el país está envuelto en un nivel inusual de introspección por el estado de los matrimonios y relaciones francesas.
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Una parte de la respuesta es cultural. Hay algo de verdad en la sabiduría convencional de que los franceses son relativamente comprensivos por sus cónyuges mujeriegos. Francia ha reconocido una institución referida como cinq a sept, o "cinco a siete", un rapidín con un amante entre el trabajo y la casa.
Las estadísticas confirman esto. Un estudio de 2008 de Le Monde encontró que una minoría de hombres y mujeres franceses -sólo 40 %- consideran la infidelidad como "nunca justificada". En contraste, en una encuesta de 2011 de Gallup, el 91 % de estadounidenses respondió que era "moralmente mal que mujeres u hombres casados tuvieran un romance".
Le Monde señaló el tema durante el fin de semana. En un artículo titulado "La complacencia de las mujeres y sus esposos que las engañan", el periódico intelectual de centro izquierda le preguntó a psicólogos que explicaran qué llevaba a las esposas francesas a aceptar la infidelidad. Los motivos son tan sorprendentes como diversos.
Algunas mujeres aceptaron a un esposo infiel "porque las cualidades que aprecian en ellos supera la fidelidad", le dijo la psicóloga clínica Maryse Vaillant al periódico. "Estas son mujeres fuertes, no víctimas. Ellas son capaces de destituir lo esencial de lo secundario. Ellas saben de las necesidades de sus esposos de conquistar para sentir confianza en ellos y lo aceptan", dijo.
Esta forma de pensar se deriva de una "actitud materna", de la que ciertas mujeres "toman placer en que sus esposos se comporten como niños que persiguen faldas y luego, regresan, en vez de hombres que se sienten responsables por la seguridad y bienestar de sus familias", añadió Bernard Voizot, un miembro de la Societe Psychanalytique de Paris (La Sociedad Psicoanalítica de París). "Una mujer que no le prohíbe a su esposo que tenga sexo con otras puede tener la ilusión de omnipotencia. Al autorizarla ella se coloca en una posición superior a él".
Esta razón parece jugar un rol en el caso de Sinclair. En 2006 cuando la revista L'Express le preguntó si sufría por la reputación de su esposo como un seductor, ella respondió que ella estaba "orgullosa" de él. "Es importante que un político seduzca", dijo. "Mientras que yo lo seduzca a él y él a mi, eso me basta".
La competencia también puede jugar una parte. Algunas mujeres "necesitan la rivalidad de otras para amar a un hombre. Ellas se quieren sentir triunfantes sobre sus rivales, tal como fantasea una chica con eliminar a su madre para tener a su padre para ellas solas", dijo el psicólogo infantil Samuel Lepastier a Le Monde. Añadió que ese sentimiento también motiva a mujeres a tener romances con amigos de sus esposos o con otros hombres casados. "Muchas veces el día que se divorcian, ellas pierden total interés en ellos", dijo, al lograr su conquista.
La socióloga Charlotte Le Van, autora de cuatro libros sobre infidelidad, le ofreció a Le Monde razones más convencionales de que las mujeres acepten la infidelidad: una inhabilidad de enfrentar el fin de una relación, especialmente por los hijos; o porque la esposa tenga una baja autoestima. "Estas mujeres tienden a pensar que si su esposo busca en otro lado, es porque no recibe lo que necesita en casa. Ellas se quejan, por ejemplo, de subir de peso luego del nacimiento de un hijo o no sentirse deseable, o de primero ser madre y después una esposa".
Añade que dicha sumisión generalmente termina "ante la intrusión de la otra persona en la intimidad de la familia", por ejemplo, al descubrir la pantaleta de la amante en la casa o al presentarla a sus hijos. Otras aceptan este flriteo porque sienten que las necesidades sexuales del hombre son más fuertes que las propias, y preferirían no tener sexo tan seguido, le dijo Le Van al periódico.
Las actitudes francesas están cambiando. El periódico señaló que hace 30 años, sólo 26 % de la gente encestada encontró que la infidelidad "nunca es justificada". Además, de los ciudadanos franceses de entre 18 y 29 años, sólo 61 % dijo que la fidelidad era importante para que un matrimonio fuera exitoso. En 2008 ese número aumentó al 90 %.
Las opiniones expresadas en esta columna son sólo las de David Case.