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Opinión: la pasión por el futbol y la inmigración en Estados Unidos

Los inmigrantes mexicanos son más desafiantes, con más derechos, y con mayor intención de preservar su cultura, asegura Rubén Navarrete
sáb 23 julio 2011 07:21 PM
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Nota del editor: Ruben Navarrette Jr., es un colaborador de CNN.com y un columnista sindicalizado a nivel nacional

San Diego, CALIFORNIA (CNN).- Tenemos que enfrentarlo. A la mayoría de los estadounidenses no podría importarnos menos el futbol. Hasta que un grupo de extranjeros nacionales que supuestamente viven en este país abuchean al equipo estadounidense, le faltan el respeto al himno nacional y ondean la bandera de un país que dejaron atrás. Entonces sí nos importa mucho.

La mayoría de los días me describo como un méxico-americano. Sobre todo cuando estoy enfrentando intolerancia y discriminación en contra de mexicanos. No es nada nuevo. Hace unos años un lector me escribió para decirme que como un italo-americano, se sentía "más italiano" cuando enfrentó la discriminación al crecer.

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Dicho eso, hoy, me siento más como un americo-mexicano. Lo que lo provocó en mi es algo que debería ser considerado como un efecto secundario desafortunado a la fiebre de la Copa del Mundo: un nacionalismo feo que los juegos sacan a relucir entre los fanáticos con lealtades divididas. O en algunos casos, mal ubicadas.

Consideren lo que sucedió hace unas semanas cuando el equipo de Estados Unidos jugó contra México en el Rose Bowl en Pasadena, California. Técnicamente era un juego en casa, pero el equipo debió sentir que eran los visitantes.

Algunos periodistas que cubrieron el evento describieron la escena. Pero nadie lo hizo mejor que el columnista del Los Angeles Times, Bill Plaschke.

Él escribió: "Durante un cálido atardecer de verano, el sábado, el equipo de futbol de Estados Unidos jugó un campeonato prestigioso en un estadio en Estados Unidos… y fue abucheado".

"Sus fanáticos fueron superados en cantidad. Su portero fue bañado entre cantos obscenos. Incluso su himno nacional fue llenado por trompetas y pelotas de playa que rebotaban. La mayoría de estos visitantes hostiles no vivían en otro país. De hecho, ni siquiera eran visitantes, la mayoría de ellos eran residentes estadounidenses cuyas casas están aquí, pero que sus espíritus deportivos están en otra parte.

La entrada oficial fue de 93,240 personas. Plaschke estimó que al menos 80,000 apoyaron al equipo mexicano.

Uno de ellos fue Víctor Sánchez, de 37 años, quien vistió la playera de México y le dijo a Plaschke: "Amo este país, me ha dado todo lo que tengo y estoy orgulloso de ser parte de él. Pero de todas formas, no tuve opción al venir aquí, nací en México y ahí es en donde siempre estará mi corazón".

La mayoría de estadounidenses escuchan una frase como esa y se confunden. Yo estoy confundido y un poco enojado. Como alguien que nació en Estados Unidos con padres que nacieron en Estados Unidos, no puede entender cómo puedes "amar" un país si ya le diste tu corazón a otro.

En oleadas de inmigrantes previas, de Alemania, Irlanda, Italia y otros países, podrían tener sentimientos similares. Ellos amaban a Estados Unidos, sin embargo todavía le tienen cariño por su país anterior. De todas formas, casi todo dicen, su lealtad está clara. Ellos prometieron lealtad a la nación que los recibió.

Sánchez tal vez no tuvo opción al venir aquí, ya fuera porque fue traído aquí por sus padres o porque la pobre economía en México hizo que fuera fuera poco práctico quedarse. Pero ahora tiene una decisión. Puede quedarse o regresarse. Si se queda, debería de intentar ser más agradecido al país que le dio "todo" lo que tiene. Es la etiqueta del inmigrante. Buenos modales van de la mano con un buen ciudadano. Si eligiera regresar a México, podría alentar al equipo que quisiera.

Cuando el equipo mexicano le dio la vuelta al marcador y le ganó a los estadounidenses 4-2, la multitud se volvió loca. Y cuando, ya derrotados, el equipo estadounidense fue reconocido una última vez, hubo más abucheos.

Sánchez le dijo a Plashke: "No estamos abucheando al país, estamos abucheando al equipo. Hay una gran diferencia".

¿Será cierto? El equipo representa al país. Así que si le faltas el respeto a uno, le faltas el respeto a otro.

Los fanáticos mexicanos lo entienden perfectamente. Después de todo, no sólo le echaban porras a un equipo; ellos mostraban su amor por México. El equipo representa al país.

Como un méxico-americano… perdón, quise decir americo-mexicano, espectáculos como este me revuelven el estómago.

Tampoco me iría tan lejos como quienes son de la derecha cultural que se preocupan por atestiguar una invasión, una erosión de la cultura americana y una amenaza a nuestra identidad nacional. Esas son tonterías. En unos 10 años, cuando los hijos de esos mexicanos fanáticos del futbol estén viendo televisión en inglés y escuchando música pop en el gadget más nuevo.

Sin embargo, algo está mal aquí. Los inmigrantes mexicanos de hoy son notablemente diferentes de los inmigrantes mexicanos de hace algunas décadas. Son más desafiantes, con más derechos y con más intención de preservar su cultura y mantener el amor al país que dejaron atrás, uno que no siempre les devolvió ese amor.

Podría ser una fase, quizá por el sentir anti-inmigrante que está infectando a gran parte de Estados Unidos. De ser así, esperemos que sea una fase breve.

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