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OPINIÓN: Para Martin Luther King, el derecho al voto era sagrado

Previo al día en que EU celebra al activista por los derechos civiles, Donna Brazile critica que aún haya obstáculos para votar
dom 15 enero 2012 01:21 PM
Sin Pie de Foto
Martin Luther King y Malcolm X, en su única foto juntos. Sin Pie de Foto

Nota del editor: Donna Brazile, colaboradora de CNN y estratega demócrata, es vicepresidenta de registro al voto y participación en el Comité Democrático Nacional; también es columnista que vende sus artículos a nivel nacional, y profesora adjunta en la Universidad de Georgetown. Fue directora de la campaña presidencial de Gore-Lieberman en el 2000 y escribió el libro "Cooking with Grease".

Cada tercer lunes de enero, los estadounidenses nos reunimos para conmemorar los valores y creencias —así como el último— del doctor Martin Luther King Jr.

Su incansable defensa de los derechos civiles, de la igualdad de los hombres ante las leyes, de los derechos laborales y de la realización final de nuestro credo esencial, de que somos "una nación, dotados por nuestro creador de ciertos derechos inalienables, entre ellos la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad" es enseñado en todas las escuelas de Estados Unidos, y ahora es consagrado en un monumento en el National Mall.

El doctor King creía fuertemente no solo en estos valores, sino también en el imperativo moral de prestar atención a la "implacable urgencia del ahora". Sabía que de cara a la injusticia ningún hombre o mujer moral puede quedarse en silencio, y él pagó esto con su vida.

Era un "tambor mayor a favor de la justicia". Nos inspiró, no solo con sus sermones elocuentes, ricos en efecto, o con sus discursos, inspiradores y provocativos; nos retó con su sueño, con su audaz imaginación a ver un Estados Unidos donde todos los hijos de Dios fueran iguales, donde todos los hijos de Dios tuvieran voz y voto.

El doctor King, junto con otros hombres y mujeres de su generación, no solo vio los obstáculos. Ellos creían en las oportunidades que podrían lograrse si se superara la desigualdad social y la injusticia.

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Realmente creía que teníamos que "dar el primer paso con confianza, incluso si no es posible ver toda la escalera". Solo dar el primer paso.

He escrito y hablado del doctor King muchas veces. Pero este año, una parte de su lucha merece ser recordada: la lucha por el voto.

Antes de la aprobación de la Ley de Derecho al Voto, de 1965, los afroamericanos y muchos otros enfrentaron restricciones maliciosas y regulares en el libre ejercicio de su derecho a votar, constitucionalmente protegido, especialmente en mi nativo Sur.

Las pruebas de saber leer y escribir, los impuestos al sufragio y las denominadas cláusulas de abuelo: muchas técnicas insidiosas fueron empleadas por algunos estados para restringir, confundir, descartar, marginar y privar a muchos ciudadanos con derecho al voto, tan solo por el color de su piel.

Los gobernadores del Sur y algunos en Washington, cómodos con el status quo, se escudaron detrás de argumentos sobre "derechos de los estados". Sin embargo, estas leyes eran poco más que racismo legislado y todos sabían el objetivo real detrás de sus efectos desiguales.

En un discurso de 1957 titulado "Denos la boleta", el doctor King habló claramente sobre el imperativo de la igualdad del derecho al voto.

"Mientras que no posea de manera firme e irrevocable el derecho al voto, yo no me poseo. No puedo elegir, es un hecho. No puedo vivir como ciudadano democrático, observando las leyes que he ayudado a promulgar, solo me puedo someter al edicto de los demás".

Para el doctor King, el derecho al voto es sacrosanto y fundacional. Es la esencia misma de nuestro contrato social. Las elecciones libres crean legitimidad. Implican el consentimiento de los gobernados. Sabía que las injustas leyes electorales no solo afectaron a las minorías o a los trabajadores pobres; se tradujeron en un hueco a la esencia misma del gobierno estadounidense.

Es un mensaje que es hoy tan cierto como lo era entonces. La Ley de Derecho al Voto, que tiene 47 años, ha resistido el paso del tiempo, pero existen nuevos obstáculos al voto que aparecen en el Estados Unidos actual.

En todo el país, los conservadores de las legislaturas estatales tratan de poner nuevos obstáculos al camino de este derecho elemental. La última moda en la legislación contra el sufragio es hacer obligatoria la identificación con fotografía.

Desde Tennessee hasta Texas, desde Wisconsin hasta Pennsylvania, los republicanos conservadores y sus aliados implementan leyes que socavan, e incluso desacata la Ley de Derecho al Voto.

El Departamento de Justicia ha empezado a desafiar estas leyes, oponiéndose a los nuevos intentos en Carolina del Sur y Florida. Las leyes de otros estados que tienen profundas historias de discriminación, como las de Texas y Mississippi, también están siendo revisadas. Sin embargo, muchos estados, negándose a aprobar leyes neutrales aplicables, en su lugar han votado por demandar al gobierno federal ante la corte.

Estas leyes afectan de manera desproporcionada a las minorías, a grupos que son mucho más susceptibles que los votantes blancos de no contar con la identificación con fotografía por razones tan simples como el hecho de que no tienen coche propio y utilizan el autobús para trabajar.

Según un estudio publicado en el 2006 por el Centro Brennan para la Justicia, con sede en la Escuela de Leyes de la Universidad de Nueva York, hasta 23 millones de ciudadanos estadounidenses (que representa el 11% de las personas en edad de votar) carecen de la identificación oficial con fotografía emitida por el gobierno, misma que muchas leyes estatales exigen.

Hay que tener en cuenta que esto no es solo un asunto racial. Los estadounidenses de mayor edad tienen menores probabilidades de contar con estas identificaciones, así como también los estadounidenses de menores ingresos. Los universitarios, quienes ya enfrentan desafíos dada su residencia temporal en lugares ajenos a su ciudad natal, enfrentarán una carga aún mayor de la que ya tenían.

El doctor King exigió darles a todos los estadounidenses una boleta para votar. Hoy tenemos que exigir mantener ese derecho. Exigir mantener el voto, porque nuestras leyes deben ser hechas para todos. Exigir mantener el voto debido a que una elección en la que 23 millones no pueden votar es una elección que socava la democracia.

Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a Donna Brazile.

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