OPINIÓN: Cambiar los malos hábitos por unos buenos no es tan difícil
Nota del editor: Lourdes Botello es editora de la revista Balance. Puedes seguirla en su cuenta de Twitter @vidaenbalance
(CNNMéxico) — Empezó febrero y me di cuenta que enero se me fue en un suspiro lleno de buenas intenciones y muy poca acción.
A finales del año pasado seguí un tratamiento médico que me prohibió hacer ejercicio. Lo peor es que aflojé el paso y de paso, mi boca. Subí un par de kilos. La ropa no me queda igual. Decidí que una vez que el doctor me diera luz verde, regresaría al camino del bien.
Pues me dieron luz verde hace cinco semanas y yo, sigo en el sillón coqueteando con el control de la tele y sin moverme. Bueno, sí me muevo, pero para llevarme algo a la boca.
Al mejor cazador se le va la liebre, dirán. Y es cierto. Como yo, un estudio de TNS Research International México realizado en diciembre de 2010, encontró que 48% de los mexicanos nos queremos poner a dieta como propósito de Año Nuevo. Otro estudio, éste de Franklin Covey, una empresa que se dedica a la organización del tiempo, encontró que por lo menos 33% de nosotros no estamos emocionalmente comprometidos con cumplirlo. Bajar de peso es un gran propósito, uno que habla de amor propio y de ganas de estar mejor. Lo malo, es que pasa enero y, a) no hemos empezado o b) empezamos, pero para mediados de febrero, la comida saludable ya es historia.
¿Por qué es más fácil adquirir el hábito de no hacer nada que el de ejercitarse todos los días? Resulta que el cerebro no ayuda. Permanecer en mi sillón viendo episodios de CSI es mucho más placentero (en el sentido de la gratificación inmediata) que salir a trotar por mi colonia. Y entonces, el cerebro, pide esa satisfacción inmediata y no reconoce la satisfacción futura de que mis jeans me queden flojos.
Sin embargo, lo que he aprendido en estos cinco años al frente de la revista de salud, ejercicio y nutrición Balance, es que cambiar esos malos hábitos es posible y no tan difícil como nuestro cerebro nos quiere hacer pensar. La ciencia está de nuestro lado y por suerte, no tenemos que depender nada más de nuestras ganas o buena voluntad.
Así que a partir de hoy, voy a optar por el movimiento. Cambiaré la comida sin medida por un régimen saludable similar al que seguirán los participantes de Enfórmate. Y se los voy a ir contando por aquí. Para lograr el cambio, establecí las siguientes estrategias basadas en la psicología positiva, que seguro te pueden funcionar también:
1. Sustituye un hábito malo por uno bueno. Es mucho más fácil hacer un pequeño ajuste que tratar de eliminar algo por completo de nuestra vida. Yo voy a ver CSI, pero mientras estoy en la caminadora.
2. Haz ejercicio todos los días. Nuestro cerebro, se ha visto, fija un hábito con mayor facilidad si es algo que se repite todos los días, por eso, es más difícil que te acostumbres a hacer ejercicio si lo haces en días alternados. Mejor poco pero diario, que mucho pero un día a la semana. Además, varios estudios científicos, ente ellos el que realizaron Carl W. Cotman y Nicole C. Berchtold de la Universidad de California en Irvine, demuestran que el ejercicio retarda el envejecimiento cerebral, aumenta la capacidad de aprendizaje y reduce el riesgo de accidentes cerebrovasculares. Al final del primer mes, está garantizado, tu cerebro estará perfectamente amaestrado para desear hacer ejercicio con el mismo deseo que ahora tiene por un chocolate.
3. Pon tu atención en lo bueno. Cuando empecé a escribir esta columna, me sentía una fracasada por haber dejado ir un mes entero sin cuidarme. Es un error muy común, tendemos a fijarnos en lo que hicimos mal por pequeño que sea y no en lo que si hemos hecho bien. En mi caso, cambié mi alimentación, seguí mi tratamiento y me curé de una condición que me podía traer graves consecuencias en el futuro. ¡Y qué si subí dos kilos en el proceso! Ahora veo la luz. Como dice cualquier buen life coach o experto en psicología positiva: celebra tus logros a lo largo del proceso. Programa tu cerebro para reconocer que está avanzando y será más fácil para éste levantarse del sillón o dejar pasar el postre.
4. Si lo vas a hacer, ponle horario. Hay mucho hábitos malos que llevan con nosotros casi toda la vida. No trates de renunciar a ellos de la noche a la mañana, mejor pon una alarma en tu smartphone y date rienda suelta... por tiempo limitado. Funciona si se trata de dormir, echarse en el sillón, comer chocolate. Bueno, hasta de fumar. De preferencia, en un lugar o situación incómoda. Cuando sientas la compulsión por hacerlo, recuerda que ya tendrás oportunidad cuando sea la hora indicada. Esta técnica es muy útil para quitarle la ansiedad al proceso de cambiar hábitos y puede ser la clave poco convencional que te lleve al éxito.
Ahí está, un plan de acción claro para enseñarle a mi cerebro a encontrar placer de nuevo en el estilo de vida que pregona Enfórmate: comer bien, hacer ejercicio, encontrar una salida positiva a cualquier embrollo y sonreír en el proceso.
Empecemos juntos, febrero es igual de bueno que enero para echar a andar esos propósitos. Cuéntenme por aquí cómo van y qué les funciona para hacer cambios positivos en su vida.
Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a Lourdes Botello.