OPINIÓN: La 'poderosa imagen' de Enrique Peña Nieto y Angélica Rivera
Nota del editor: Alejandro Brofft es periodista especializado en moda e imagen pública. Tiene estudios por el Instituto Marangoni, de Milán, Italia, y del Central Saint Martins, de Londres, Inglaterra. Actualmente imparte clases en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el IES Moda Casa de Francia y CENTRO (escuela de diseño, cine y televisión). Puedes seguirlo en su cuenta de Twitter: @AlejandroBrofft .
(CNNMéxico) —La noche del 10 de octubre, Enrique Peña Nieto aterrizó, ya como presidente electo, en el Aeropuerto de Berlín–Tegel. Una comitiva encabezada por el embajador de México en Alemania, Francisco González Díaz, le aguardaba al pie de la aeronave TP-01 de la Fuerza Aérea Mexicana (FAM).
Pero no solo lo esperaba el cuerpo diplomático, sino también los fotógrafos, listos para registrar las primeras imágenes del presidente electo en Europa. Era, pues, una carta de presentación para el político mexiquense.
No apareció solo. Lo hizo acompañado de su esposa, Angélica Rivera Hurtado. Se dejaron ver tomados del brazo y así descendieron de avión. Ambos iban de riguroso negro. Él llevaba un abrigo cruzado estilo militar de 8 botones; ella, uno tipo trinchera con botonadura oculta.
A pesar de que el pantalón de él lucía un tanto largo, ese fue uno de los momentos en los que se les ha visto mejor vestidos. Desde luego, aquello no fue producto de la casualidad, sino de la planeación. Su equipo tuvo que haber pensado el atuendo tanto como cualquiera de los discursos de la gira.
Eligieron portar abrigos no solo por protección ante el posible frío, sino porque éstos sugieren formalidad y elegancia. Además, con los dos botones desabrochados y el cuello levantado del suyo, él reflejó frescura y modernidad. El de ella era clásico y sencillo, para proyectar neutralidad.
Al día siguiente, al encuentro con la canciller alemana, Angela Merkel, Peña acudió ataviado con un traje azul oscuro con saco de dos botones, camisa blanca y corbata satinada color marino con rayas transversales verdes. Ante y junto a ella, lució apropiado, tal y como ocurrió con los demás mandatarios europeos con los que se reunió: el presidente Mariano Rajoy, el Rey Juan Carlos I, el primer ministro David Cameron y el presidente François Hollande.
En su reciente encuentro con Barack Obama en Estados Unidos repitió el traje oscuro, la camisa blanca y la corbata a rayas.
Este guardarropa no es exactamente el mismo que cuando era gobernador. Ya no ha vestido chamarras rojas, chaquetas de piel, camisas a cuadros ni pantalones caqui. De aquellos tiempos sólo quedó el peinado estructurado que le ha merecido cientos de caricaturas y que lo hacen ver un tanto acartonado y de mayor edad.
Si bien Peña Nieto ha logrado construir una imagen limpia, elegante y distinguida gracias a piezas salidas de casas como Ermenegildo Zegna, Salvatore Ferragamo y Brioni, me parece que ésta comienza a ser repetitiva, como si se tratara de un uniforme. Creo que hacen falta elementos sorpresa como el estampado de una corbata o el tono de una camisa, que sugerirían naturalidad. También debieran aparecer prendas menos rígidas como los blazers, las chaquetas y las camisas sin corbata que lo harían parecer más cercano.
Quien tampoco es la misma es Angélica Rivera. La transformación en los últimos cuatro años es evidente. Es alguien que ha sabido transitar del rol de protagonista televisiva al de inminente primera dama . Han desaparecido los minivestidos de colores brillantes o encendidos, propios de las tendencias de los tiempos en los que los utilizó. Hoy abundan los trajes sastre de tres piezas, los sacos de tweed y los vestidos cortos de telas delicadas.
Rivera es presa de grandes expectativas y señalamientos como si la del cargo fuera ella y no su esposo. Nombrada "la primera dama más bella del mundo" por el diario alemán Bild tiene la belleza de su lado. Aunque tiene en contra el hecho de no tener a su servicio una industria de la alta costura, como ocurre con su homóloga francesa, Valerie Trierweiler, o diseñadores de la talla de Isabel Toledo y Jason Wu, que trabajan para Michelle Obama. A pesar de esto, a lado de ellas ha lucido, dirían, "a la altura".
Si bien el matrimonio Peña-Rivera llega al 1 de diciembre con una buena imagen de vestimenta, eso no significa más que eso: que visten bien. No se espera menos de ellos porque serán la pareja presidencial, porque él será mandatario, porque ella es una celebridad y porque juntos representarán a México.
Pero la pulcritud, la formalidad y la elegancia no son garantía de probidad, capacidad ni efectividad. Éstas se demuestran en el ejercicio del poder, sin importar lo que se lleve puesto.
Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a Alejandro Brofft.