OPINIÓN: La prevención podría evitar que más bebés nazcan con VIH
Nota del editor: Mary Guinan es médico y exdirectora asociada de ciencias en los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos. Fue miembro del primer grupo de trabajo de los CDC que investigaron e identificaron la epidemia del Sida. Esa historia se cuenta en el libro y la película And the Band Played On. En 1998, se volvió funcionaria estatal de Nevada y en 2004 se convirtió en decana fundadora de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Nevada en Las Vegas, que ahora tiene el nombre de Escuela de Ciencias de la Salud Comunitaria.
(CNN) — Estuve a cargo del cuidado de algunos pacientes de sida entre 1981 y 1998 en una clínica pública de Atlanta. Para el momento en el que llegaban, muchos de ellos ya tenían muy desarrollada la enfermedad. La mayoría murió en un lapso de dos años. Antes de morir, sufrieron inefables enfermedades además del incomparable dolor causado por el persistente estigma social ante el sida.
Sin un tratamiento efectivo contra el VIH (virus de inmunodeficiencia humana), un médico no podía ofrecer mucho más que cuidados de apoyo. Entonces, en 1995, se comprobó que un "coctel" de tres fármacos antirretrovirales tenía éxito en el combate contra el virus : aunque no lo mataba por completo, reducía su concentración y minimizaba sus efectos devastadores en el sistema inmunitario.
El tratamiento funcionó como un milagro. Los pacientes mejoraban rápidamente. Ver que los pacientes ya no estaban al borde de la muerte y vivían sanos fue una de las experiencias más gratificantes que he tenido como médico.
Sin embargo, los pacientes no están curados. Deben tomar fármacos por el resto de su vida. Aún no se ha desarrollado una cura para el VIH o una vacuna para prevenirlo.
Hace poco tiempo, una bebé con VIH recibió un tratamiento con una combinación de fármacos desde su nacimiento hasta los 18 meses de edad. El medicamento fue suspendido por un año y ahora, a los 30 meses de edad, se ha determinado que la niña está libre del virus . Se considera curada.
Esta es la segunda cura de VIH que se reporta —la primera fue en un niño— y la noticia abarrotó los titulares internacionales con justa razón. Todos podemos compartir la alegría de que una niña esté curada y esperar que el tratamiento signifique una vida mejor para los bebés que se contagien en adelante. Hay que reconocer a Hannah B. Gay, cuya experiencia, instinto y tratamiento de la bebé llevó a este notable resultado.
Sin embargo, hubo otro gran avance en la lucha contra el VIH que no llegó a los medios. Un simple tratamiento con fármacos antirretrovirales puede evitar desde un principio que las madres transmitan a los bebés el virus.
Claro que la cura de un paciente es mucho más evidente que la prevención de una infección. Tal vez por eso pensamos que es digno de una gran celebración.
Hasta mediados de la década de 1990, las mujeres embarazadas con VIH tenían un 30% de probabilidades de transmitirlo a su recién nacido. En un memorable estudio se demostró que al tratarlas con zidovudina intravenosa (AZT) durante el parto y después administrar el medicamento al bebé por vía oral en un periodo de entre cuatro y seis semanas, reducía el riesgo de contagio a menos del 2%.
Una prevención exitosa significa que un bebé está libre del VIH y no necesitará tratamiento posterior.
También deberíamos aplaudir a esos bebés que no tienen VIH gracias al tratamiento de la madre y el recién nacido. Hay que reconocer a los miles de médicos que han tratado a las mujeres embarazadas con el virus y a sus bebés.
¿Cómo sabemos que el tratamiento tuvo efecto? Solo podemos saberlo a través de los datos meticulosamente reunidos por los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC), los cuales existen desde que se reconoció al sida por primera vez en 1981 .
La transmisión del VIH de madre a hijo durante el embarazo, el parto o la lactancia se conoce como transmisión perinatal. En 2012, los CDC reportaron que desde que empezó la epidemia del VIH/sida, la combinación del régimen de tratamiento madre/bebé resultó en una disminución de más del 90% en la transmisión perinatal.
Esta increíble reducción se logró a pesar de que cada vez más mujeres con VIH dan a luz. Hemos llegado muy lejos.
Las mujeres que tienen acceso a servicios de salud no tienen problemas para hacerse la prueba de detección del VIH. El problema es para las que no cuentan con ello y que no se han hecho el examen.
En 2005, los CDC recomendaron que cuando una mujer llegue a la sala de emergencias en labor de parto y no haya tenido cuidados prenatales, se le haga una prueba rápida de detección de VIH para que pueda iniciar de inmediato un tratamiento preventivo.
A pesar de la existencia del tratamiento, en Estados Unidos y en todo el mundo aún es común que los bebés nazcan con VIH.
Las estrategias de prevención rara vez son perfectas. Por eso es necesario contar con un plan B para los bebés con VIH; los hallazgos de Gay y sus colegas podrían ser precisamente eso.
El efecto potencial de este descubrimiento será mucho mayor en los países en vías de desarrollo , especialmente en África, en donde cada año nacen miles de bebés con el virus.
Claro que lo que necesitamos desesperadamente para controlar el VIH es una vacuna segura y efectiva tanto para bebés como adultos. Hasta entonces, celebremos cada éxito. Cada uno de ellos nos da la esperanza de que tarde o temprano abatiremos al virus.
Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a Mary Guinan.