Grecia, ¿una nueva crisis histórica?

Antes de la victoria d el partido Syriza en las elecciones de enero , Grecia salía de una recesión, creciendo tras 7 años acumulados de contracciones en la economía. Las finanzas públicas mejoraban, con un déficit a la baja.
Faltaba mucho por hacer, pero Grecia se encontraba en camino a la recuperación a pesar de las medidas impuestas por el Banco Central Europeo (BCE), el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Comisión Europea (entonces llamados Troika).
Sin embargo, el presidente de Grecia se iba a retirar y el primer ministro tenía la obligación de proponer un candidato, pero el partido en el poder tenía una coalición, por lo que tendría que negociar con otro partido en el parlamento. Como medida política el primer ministro despidió al presidente y sometió a votación su elección en el parlamento de manera anticipada.
Si el parlamento decía que no, se quebraría el Gobierno (por no haber mayoría) y se irían a elecciones generales, donde el primer ministro buscaría ganar la mayoría absoluta y, a la vez, imponer al presidente. El primer ministro creyó tener todo a su favor, pues pensó que votarían que sí para evitar elecciones anticipadas, mientras que si votaban que no, creyó que podría controlar el parlamento con las nuevas elecciones.
Sin embargo todo salió mal al ganar Syriza, un partido de extrema izquierda, y es ahí donde se ven los grandes errores de la historia, en decisiones que se contemplan como muy insulsas y simples pero resultan ser tremendas. Si bien el error inicial fue falsear las cuentas para entrar a la zona euro, el tiro de gracia fue del entonces primer ministro Antonis Samarás al llamar a elecciones generales en plena crisis en Grecia.
Así el nuevo Gobierno griego entró con la bandera de retirar las medidas de austeridad, y por lo tanto revelarse contra el Eurogrupo. También inició pláticas con Rusia, a pesar de las sanciones que la Unión Europea había implementado con este país por el incremento en el arsenal nuclear y la anexión de Crimea a su territorio.
Grecia necesitaba recibir el último tramo del rescate del Eurogrupo para poder pagar al FMI el 30 de junio, seguir con su gasto corriente y mantenerse en el programa de provisión de liquidez del BCE, pero las negociaciones fallaron. Como medida política el primer ministro griego convocó a su país a un referéndum en el que se pedirá la opinión de los ciudadanos sobre aceptar o no dicha propuesta .
De no aceptarla, la más importante consecuencia para ese país, será una salida definitiva del euro y muy probablemente de la Unión Europea, lo cual traería consecuencias severas sobre Grecia al caer en una fuerte contracción económica.
En Grecia, el gasto del Gobierno representa una parte importante del PIB, seguida del turismo . Si sale del euro iniciaría con un dracma muy devaluado y seguramente pagando a los empleados del Gobierno con vales que podrían ser canjeados después de emitirse los nuevos dracmas.
Probablemente, la economía se paralizaría temporalmente causando disturbios. Además, tendría que empezar nuevamente con tratados internacionales para llevar a cabo comercio y visados entre otros, lo que tardaría tiempo y ocasionaría pérdidas considerables para Grecia.
Además, el primer ministro griego, Alexis Tsipras, decretó el domingo una semana de feriados bancarios hasta pasada la fecha del referéndum (5 de julio), revelando así la delicadeza del sistema financiero y anunciando a su vez un “corralito” (en referencia a la maniobra que restringió la liquidez en Argentina en el 2001) donde las personas sólo podrán extraer 60 euros diarios a partir del martes.
La medida tendrá consecuencias graves sobre la economía de ese país, ya que países que han adoptado este tipo de medidas generan corridas bancarias, que terminan quebrando a los bancos, además de desconfianza en las instituciones y pánico que ocasiona vandalismo y cierre de los establecimientos comerciales hasta reestablecerse el orden público. Todo en detrimento de la economía. Así, esta semana será históricamente recordada como una de las peores en la economía griega.
Existen diversos escenarios para el largo plazo de Grecia, los cuales dependen de la respuesta de la población en el referéndum.
Si se da un triunfo de la propuesta en el referéndum se llevaría muy seguramente a la disolución del Gobierno griego, ya que Tsipras ha puesto todo su capital político en juego y su bandera ha sido evitar la prolongación de las medidas de austeridad.
Por otro lado, un escenario más pesimista es que, en el referéndum, la propuesta de los acreedores sea rechazada, lo cual fortalecería a Tsipras en el Gobierno, pero conllevaría a un retiro de la liquidez por regulaciones del BCE el 20 de julio, una vez que no cumplan con el pago programado para ese día, algo que forzaría la salida del euro del país heleno.
Ante la situación, existe la posibilidad de que el BCE retire o disminuya la provisión de liquidez, tal como hizo con Irlanda y Chipre, para dar un mensaje de lo que podría pasar si el pueblo vota en contra de la propuesta de los acreedores.
Así, el panorama es sombrío para el país heleno, a menos que acepten las propuestas de los acreedores y, en caso de haber nuevas elecciones, gane mayoría un partido que esté a favor del Eurogrupo.
Si la respuesta es no en el referéndum Grecia entraría en la peor crisis que ha tenido en toda la historia, lo cual podría inclusive llevar a reforzar su alianza con Rusia. A su vez Rusia se sentiría más fuerte por la localización geográfica de Grecia, generando probablemente una nueva escalada en las tensiones políticas con la Unión Europea y Estados Unidos, en lo que podría ser el acercamiento a una nueva Guerra Fría.
*Gabriela Siller es directora de Análisis Económico-Financiero de Banco BASE