OPINIÓN: Comicios en Holanda, Francia y Alemania perfilarán el destino de la UE
Nota del editor: Rina Mussali es analista, internacionalista y conductora de Vértice Internacional en el Canal del Congreso. Síguela en su cuenta de Twitter: @RinaMussali. Las opiniones expresadas en esta columna son responsabilidad de su autora.
(Expansión) – El 2017 es un año de definiciones para la Unión Europea (UE). El destino se juega con comicios en Países Bajos, Francia y Alemania –la canciller Angela Merkel, quien se postulará para un cuarto mandato- y quizá elecciones en Italia ante la dimisión de Matteo Renzi.
El juicio de las urnas pasará por estos países fundadores de la UE y miembros de la Comunidad Europea del Carbón y Acero en donde la derecha conservadora y más extremista está ganando popularidad por el sentimiento de inseguridad económica, la amenaza del terrorismo y la crisis de inmigrantes y refugiados.
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Como año atípico en la escena global, el 2016 estuvo marcado por el profundo enojo de los ciudadanos con el establishment, el status quo y la política tradicional. La furia nativista, el sentimiento antisistema, los signos de desglobalización, el grito proteccionista y de cierre de fronteras se apoderó de la política internacional con el divorcio del Reino Unido de la UE (Brexit) y la victoria de Donald Trump en Estados Unidos.
Ha sido la crisis económica, las grietas de la integración supranacional y la dislocación de las fronteras con la peor crisis de inmigrantes y refugiados desde el fin de la Segunda Guerra Mundial que el proyecto geopolítico europeo se diluye junto con el desencanto de la sociedad.
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Es el ultraderechista y xenófobo Geert Wilders quien amenaza con deconstruir la política y el sentimiento euroentusiasta en Países Bajos, un marcaje que pudiera sentar un duro precedente para Francia, la segunda ficha que se juega en el rally electoral europeo del 2017 y que encuentra en Marine Le Pen, la eurófoba del Frente Nacional Francés, la carta para colarse a la segunda vuelta electoral.
nullEn efecto, Wilders y su Partido por la Libertad (PVV) amenazan con ser los favoritos en la contienda del 15 de marzo, una bandera para desislamizar Holanda, abandonar el euro, adoptar el florín como moneda nacional y convocar a un referéndum sobre la permanencia o salida de Países Bajos de la UE (Nexit), una propuesta difícil de concretar cuando Países Bajos es la puerta de entrada de Europa y la mayoría de los partidos políticos son pro-europeos.
Al igual que Donald Trump, Geert Wilders comparte tesis supremacistas y racistas. Mientras que el primero -bajo el liderazgo de Stephen Bannon- busca hacer a “América blanca nuevamente”, el exponente neerlandés quiere restaurar las raíces blancas y cristianas dentro del ADN identitario golpeando la agenda liberal basada en la tolerancia y diversidad.
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Mientras que la rentabilidad política y electoral de Geert Wilders se asienta en una propuesta de cambio, la del primer ministro Mark Rutte se anota en la continuidad y bajo un liderazgo desgastado por los recortes presupuestales, el crecimiento modesto, los enfrentamientos ideológicos con la ultraderecha y el rechazo a respetar los resultados del referéndum sobre el pacto de la UE con Ucrania.
De convertirse Geert Wilders en la formación política más votada en esta contienda cerrada y competida no le alcanzará la matemática electoral para conquistar la mayoría absoluta -76 de 150 escaños en disputa-, aun cuando el voto oculto e indeciso haga de las suyas en estas elecciones. Lo anterior complicará la formación de gobierno, pues se tendrá que alentar el tejido de alianzas partidistas las cuales de principio desairan el proyecto populista y antieuropeo de Wilders.
Recordemos la existencia del sistema multipartista tradicional en Holanda que termina por favorecer la concentración del poder en unos cuantos partidos políticos. Mientras que en las elecciones de hace cinco años se presentaron 21 partidos políticos y solo 11 lograron instalarse en el Congreso, el 15 de marzo participarán 28 contendientes, lo que complicará todavía más el juego de la gobernanza.
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El sentimiento eurófobo, la rebelión contra el sistema junto con la insatisfacción ciudadana aderezan esta elección que se antoja clave para el panorama político europeo. La reputación de Países Bajos como uno de los países más tolerantes, libertarios y progresistas de Europa está en cuestión.
Aunque posee un territorio pequeño pero densamente poblado, se trata de la sexta economía europea, un cliente obediente en materia fiscal, un país rico y desarrollado; y bastión de las políticas comunitarias. Resulta escandaloso que las fuerzas ultranacionalistas busquen que Holanda sea gobernada por los “Verdaderos holandeses”.
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