OPINIÓN: El dolor de las familias en Chilchotla no puede ser un luto estéril
Nota del editor: Alejandro Mantecón es director de la empresa mexicana Pyrosmart, que se dedica a la producción de explosivos y material pirotécnico, y tiene entre sus clientes a la NASA, el FBI y Disney. Es miembro de la International Pyrotechnics Society. Síguelo en su cuenta de Twitter: @EAMantecon . Las opiniones expresadas en esta columna son responsabilidad del autor.
(Expansión) – Escribir sobre seguridad después de un accidente pirotécnico en México no es una tarea sencilla. El apresuramiento de los medios en cubrir la tragedia, los distintos deslindes de las autoridades y el caos de ideas de los integrantes de la industria olvidan a veces el dolor de las familias y la peor de las tragedias: la sombra del siguiente siniestro.
No existen en México ni condiciones ni actos seguros de manera consistente que disminuyan los riesgos de la actividad.
Los distintos esfuerzos por realizar cambios se centran en pocas empresas que de manera individual buscan realizar mejoras o en una alentadora lluvia de opiniones por parte de algunos integrantes de la industria que lamentablemente parece disminuir con el correr de los días después de cada gran accidente o se acrecienta cuando 'el gobierno' parece que ahora sí sacará alguna norma o ley.
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El problema de San Isidro, Chilchotla, en el estado de Puebla, donde a la fecha murieron 14 personas , desvela una cara triste de la pirotecnia en la que hay muchos responsables y por consiguiente muchas acciones a realizar.
Existe, por una parte, un gran número de micro empresas dedicadas a la pirotecnia que se encuentra operando de manera irregular, sin permisos federales. Esto crea un ciclo pernicioso: a falta de supervisión se producen condiciones inseguras de trabajo.
Por otra parte, no existe efectivamente una norma oficial mexicana que permita clasificar los artificios pirotécnicos como internacionalmente se hace, de tal manera que puedan conocerse los riesgos, condiciones de uso seguro, modos de empleo, conocimientos requeridos para utilizarlos, características consistentes de desempeño, etc.
Este vacío crea una trampa adicional a la industria: la discrecionalidad en la aplicación de criterios y detrás de esto... la corrupción.
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Finalmente, no existe tampoco en el país una certificación de competencias laborales que permitan evaluar los conocimientos y habilidades para tener actos seguros de trabajo.
La autoridad se limita a solicitar una carta de antecedentes no penales para otorgar un permiso, sin existir una evidencia imparcial autorizada que certifique que la persona tiene los conocimientos y habilidades para el manejo de los distintos tipos de artificios pirotécnicos en las distintas etapas de la actividad, desde su fabricación hasta su uso.
Las propuestas pueden centrarse en:
1. La instalación de un laboratorio independiente para la clasificación de artificios pirotécnicos, así como la evaluación de la calidad de las materias primas y productos terminados.
2. La facilitación de la regularización de personas y empresas dedicadas a la pirotecnia dentro del marco legal, de tal manera que pueda evaluarse el tamaño de la industria de manera real y priorizar las necesidades de capacitación y la comprensión de los factores críticos de la actividad sin exclusiones.
3. La creación de normas oficiales para la industria, incluyendo manufactura, transporte, almacenamiento y espectáculos.
4. El otorgamiento de fondos de apoyo via INADEM o CONACYT para la modernización de la industria, que integre capacitación, sistemas de gestión en seguridad o calidad, automatización, etc.
5. Creación de estándares de Competencias Laborales que permita certificar los conocimientos para manufactura, espectáculos, etc.
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El dolor de las familias en Chilchotla no puede ser un luto estéril. De esta tragedia pueden concordar ideas y soluciones y una agenda con tiempos y responsables. No hacer nada no es un una opción.
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