OPINIÓN: Un vecino armado
Nota del editor: Fernanda Diez-Torres es directora de Relaciones Institucionales del Centro de Estudios Económicos Espinosa Yglesias. La puedes seguir en Twitter como @Fer10Torres. Las opiniones expresadas en esta columna son exclusivas de su autora.
(Expansión) — “Cuando veas las barbas de tu vecino cortar, pon las tuyas a remojar”: Sabiduría popular.
La tragedia de las Vegas donde un loco armado mató a 58 inocentes e hirió a más de 500 personas, se suma a las frecuentes matanzas cometidas en EU.
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Nuestro vecino cuenta con más de 129,000 armerías, contra 143,839 estaciones de gasolina, 36,569 supermercados o 14,098 McDonald’s. Pero a diferencia de hamburguesas, comida o gasolina, las armas no son perecederas.
De este lado del río Bravo, son más de 15 millones de armas circulando en todo el país, de las cuales un 85% son ilegales (estimaciones de nuestra Cámara de Diputados); en Estados Unidos se calcula que el número supera los 200 millones. Al menos el 40% de los estadounidenses poseen o viven con alguien que posee un arma de fuego.
Estados Unidos tiene una de las legislaciones más laxas en el planeta para acceder a un arma, siendo su compra más fácil que la de un antibiótico. México en cambio, tiene una de las políticas más estrictas, donde solo hay un ofertante –atendido por el ejército- para adquirir armas permitidas. Sin embargo, la oferta restringida se compensa con un enorme mercado negro sin restricciones de acceso.
De acuerdo a la BATF Bureau of Alcohol Tobacco, Firearms and Explosives (Agencia para el alcohol, tabaco y armas), en 2010 se fabricaron en Estados Unidos, 5 millones 500,000 armas, de las cuales el 95% se comercializaron en el mercado estadounidense, sumando a esta cifra, 3 millones 252,404 armas importadas. Sin embargo, esta cifra no significa que el total de las armas permanezcan en EU. De hecho, la mayor cantidad de armas que ingresan a México provienen de nuestro vecino del norte, donde su tráfico ilícito no es considerado un “crimen federal”.
nullEsto, con la falta de prisión preventiva para personas que portan armas de fuego en nuestro país, desde la entrada en vigor del nuevo sistema de justicia penal acusatorio impacta en el aseguramiento de armas, ha traído en consecuencia su registro más bajo de los últimos diez años.
La tragedia de Las Vegas no es la primera sufrida por el pueblo estadounidense; no podemos decir que la legislación laxa para la venta de armas sea la culpable de tantas muertes; como tampoco funciona una legislación estricta para México superada por lo que no se ve o quiere ver, donde sin mucho ruido 7 de cada 10 homicidios son con arma de fuego.
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Las armas y las leyes no matan. Son los hombres quienes tienen los incentivos para violar la ley o usarla para destrozar familias. No es prohibir o permitir la libre venta de las armas, lo que se requiere es un cambio mucho más profundo. Mientras tanto el problema de las armas, no solo es de los gringos, también nos compete. Las balas no distinguen fronteras.
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