OPINIÓN: Que Trump falte al respeto a los nativos americanos no es nada nuevo
Nota del editor: Simon Moya-Smith es ciudadano de la etnia oglala lakota y periodista. Escribió el libro Your Spirit Animal is a Jackass, que publicará la editorial de la Universidad de Minnesota, Estados Unidos. Síguelo en Twitter como @Simonmoyasmith. Las opiniones expresadas en esta columna son exclusivas de su autor.
(CNN) — Hay cosas en la vida que un presidente nunca debería hacer, tales como pararse frente al retrato de un hombre que promulgó la Ley de Remoción de Indios, durante un evento en el que evidentemente se honraba a unos nativos americanos, y luego atacar verbalmente a una política llamándola "Pocahontas" .
El lunes 27 de noviembre, Trump recibió a tres descifradores navajos en la Casa Blanca, soldados que usaron un código secreto e indescifrable para enviar información vital durante la Segunda Guerra Mundial. La tarde debió haberse centrado en los veteranos, su sacrificio y su valentía, pero se volvió uno más de los clásicos momentos desagradables de Trump porque al dar su discurso conmemorativo, se salió del guion y lanzó un ataque contra la senadora Elizabeth Warren, representante de Massachusetts.
"Solo quiero agradecerles porque son un pueblo muy, muy especial. Estuvieron aquí mucho antes que nosotros", dijo Trump. "Pero tenemos una representante en el Congreso que ha estado aquí mucho tiempo… más que ustedes. ¡Le dicen Pocahontas!".
Me duele tener que recordarle a la gente, una vez más, que Pocahontas era una niña que se casó con un hombre blanco para proteger a su familia de la crueldad de los colonizadores —hay quien dice "invasores"— blancos, que deseaban violentamente el oro, las tierras, las mujeres, convertir a las almas al cristianismo… la lista sigue.
Otra cosa: aunque Trump no hubiera aprovechado a los nativos americanos para atacar a Warren, aunque no hubiera usado el nombre de Pocahontas como insulto, de todas formas hubo un despliegue de arrogancia e ignorancia.
Hasta ahora, el otoño ha sido duro, pero siempre lo es para los nativos americanos. Tenemos que lidiar con los aficionados locos del equipo de futbol americano de Washington que se pintan el rostro de rojo y se ponen penachos. Tenemos que lidiar con las celebraciones del Día de la Raza. La gente se disfraza de indio en Halloween. Hay un día festivo que pasa por alto el asesinato y la mutilación de los nativos americanos (el Día de Acción de Gracias, que nosotros conocemos como Día Nacional de Duelo).
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Y entonces, llega Trump.
En un video del evento, se lo puede ver de pie justo frente a un cuadro de Andrew Jackson, expresidente de Estados Unidos y arquitecto del Sendero de Lágrimas: 17,000 nativos americanos se vieron obligados a dejar las tierras de sus ancestros en Georgia y a enfrentar temperaturas gélidas y nieve para llegar a Oklahoma en la década de 1830.
Tara Houska, una abogada de la etnia ojibwe, me dijo que pensaba que Trump había usado el evento en honor a los nativos americanos para degradar a las mujeres indígenas con su falta de conocimientos sobre Jackson y con su ataque contra Warren.
"Haber recibido a los descifradores indígenas frente a ese retrato, sabiendo que Andrew Jackson fue el responsable del Sendero de Lágrimas, es una falta de respeto… peor que eso. Es terriblemente inconsciente", dijo.
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"No es la primera vez que trata de atacar a Elizabeth Warren llamándola Pocahontas, quien fue una persona real, y que reduce a todo un sector demográfico de mujeres indígenas a un solo personaje histórico a quien en general se toma como un fetiche y cuya historia traumática se ha encubierto en la narrativa estadounidense", agregó Houska.
Pero no dejo de preguntarme si Trump, de pie frente al retrato de un asesino de indígenas, metió la pata por ingenuidad. ¿Acaso fue a propósito? No lo dudaría.
No es la primera vez que Trump ataca a los nativos americanos. En 1993, en una comparecencia ante una subcomisión de la Cámara de Representantes, Trump dijo: "a mí no me parecen indios", refiriéndose a unos nativos americanos de Connecticut, rivales en el negocio de los casinos. Incluso insinuó que estaban coludidos con la mafia.
Promovió el oleoducto Dakota Access, que viola el territorio nativo americano y amenaza la vida y el agua de los indígenas. Mientras el petróleo se fugaba a raudales de ese ducto, como si fuera una manguera baleada, resucitó el oleoducto Keystone XL, que también viola directamente los tratados de soberanía. Ese ducto también tiene fugas que afectan gravemente las tierras de los indígenas.
¿Pero qué le importa? Nada. Esa es la cuestión. No, no le importan los nativos americanos. Yo no le importo. Tú no le importas… a menos que seas multimillonario, en cuyo caso probablemente le importas mucho.
Nada de lo que este hombre haga me sorprende a estas alturas, pero lo que me decepciona de verdad, y también me asusta, es que pone el ejemplo a los estadounidenses y al mundo sobre cómo hablar y tratar a los pueblos indígenas.
Seguimos siendo una de las minorías raciales más marginadas de Estados Unidos y el presidente en funciones perpetúa aún más esa situación.
Trump no es ningún Andrew Jackson, pero una cosa que tienen en común es la total falta de respeto por los nativos americanos. Eso es indiscutible. Y no parece que Trump dejará de hacer berrinches antiindígenas en el futuro cercano.
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