OPINIÓN: ¿Realmente los hombres no tienen idea de lo que es acoso sexual?
Nota del editor: Peggy Drexler es autora de Nuestros padres, nosotros mismos: hijas, padres y la cambiante familia estadounidense y Criar niños sin hombres. Las opiniones expresadas en esta columnas son exclusivas de su autor.
(CNN) - Seis semanas después de que se conocieran las primeras historias del productor de Hollywood Harvey Weinstein, quien tuvo un patrón de acoso sexual durante décadas (él lo niega), la lista de hombres denunciados por actos similares se hace cada vez más extensa. Algunos de los señalados las niegan de plano, pero otros ofrecen "explicaciones" más matizadas:
Charlie Rose, por ejemplo, se disculpó pero agregó: "Siempre sentí que estaba persiguiendo sentimientos compartidos, aunque ahora me doy cuenta de que estaba equivocado".
El senador Al Franken también se disculpó, pero John Conyers, representante de Michigan, solo ofreció mediante un vocero estas palabras: "La exmiembro del personal decidió voluntariamente abandonar el caso".
John Lasseter, de Pixar, se disculpó y dijo: "No importa cuán benigna sea mi intención, todos tienen derecho a establecer sus propios límites y hacer que los respeten".
Mientras tanto, el Partido Republicano reiteró su apoyo al candidato al senado Roy Moore (al igual que el presidente Donald Trump), que enfrenta acusaciones de abuso sexual (los niega).
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Por otro lado, el número de mujeres que acusó al expresidente George H. W. Bush llega a ocho. Respondiendo a cuatro de las acusaciones del mes pasado, el portavoz de Bush padre "explicó" que este " dio unas palmaditas a las mujeres en lo que pretendía ser una actitud amable ", y se disculpó. Para las acusaciones más recientes no ofreció ningún comentario.
Estos y muchos otros hombres contra los que se han hecho acusaciones –algunas bastante más graves que dar palmadas a "las partes traseras de las mujeres"– son todos hombres ambiciosos, inteligentes y poderosos, seguramente hombres que uno podría pensar que saben más cosas que comportarse de esta manera. En algunos casos, se afirma que hombres famosos han forzado sus lenguas a la boca de una mujer de forma involuntaria, han caminado desnudos o sacado sus penes al aire.
Entonces, ¿por qué lo hacen? ¿Y por qué hay tantos? Como lo demostró la campaña viral #metoo, que mostró a cientos de miles de mujeres compartir sus propias historias de agresión sexual, el problema no tiene límites, lamentablemente. Estas situaciones son menos una excepción y más una regla.
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Una posible explicación apunta a un sexismo profundamente arraigado, difícil de sacudir de toda la sociedad, que enseña a los hombres que las mujeres son menos dominantes.
Muchos hombres -y mujeres, para el caso- aún creen que los hombres interrogan y persiguen (a menudo, también, pagan la cena).
Dejando de lado a los depredadores que caminan entre nosotros, esta incomprensión de los roles de los hombres puede llevar a algunos, especialmente a aquellos en plena atracción sexual, a dejar que sus deseos anulen su intelecto y su conocimiento de lo que está mal y lo que está bien.
Sería bueno imaginar que, en 2017, el sexismo es una noción obsoleta: después de todo, esta es la misma cultura que creó no solo The Bachelor sino también The Bachelorette. Los tiempos han cambiado, ¿verdad? Como lo expresó Harvey Weinstein en su declaración oficial, "llegué a la mayoría de edad en los años 60 y 70, cuando todas las reglas sobre el comportamiento y los lugares de trabajo eran diferentes. Esa era la cultura en ese momento".
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Sin embargo, hay MUCHA evidencia de que ahora el sexismo sigue siendo parte de la cultura. Solo tenemos que ver la derrota de una candidata presidencial altamente calificada, altamente preparada y definitivamente femenina por un oponente masculino menos calificado (él mismo, no lo olvidemos, acusado de agresión sexual por parte de varias mujeres, aunque él lo niega) como prueba de que el sexismo sigue vivo. Un candidato cuya campaña se basó sobre todo en bravuconadas, bullying y que fue elegido por el 52% de los hombres y el 41% de las mujeres, solo fortalece el punto.
Otra explicación para el problema del acoso sexual, una que también tiene sus raíces en el sexismo, es que aún nos cuesta definir (o acordar) qué constituye acoso y agresión sexual.
Una pequeña encuesta reciente realizada por Instamotor arrojó que muchos hombres no tienen claro qué es el acoso sexual. Dos de cada tres hombres encuestados no pensaron que las repetidas invitaciones no deseadas a ir a beber algo, cenar o a citas fueran un acoso sexual. Uno de cada cinco no cree que el acoso sexual sea una ofensa incuestionable.
Además, muchos de estos comportamientos se aprenden: en una historia que se publicó en NPR, un "acosador reformado" describió haber crecido viendo a hombres mayores que admiraba gritar a las mujeres en su vecindario de Brooklyn. "Toda mi vida escuché que las niñas son gatos y los niños son perros...", dijo. "Gritar a las mujeres en la calle era lo que se suponía que debían hacer los chicos o eso es lo que yo creía".
Muchas de las acusaciones que todos hemos escuchado en las últimas semanas parecen extenderse mucho más allá de las zonas confusas. Pero si hay confusión sobre lo que define el acoso, es posible que haya confusión sobre lo que está absolutamente fuera de los límites, y lo que es, tal vez, parte de la idea arcaica o delirante de algunos hombres. El baile de apareamiento masculino-femenino.
Ninguna mujer pide ser atacada o acosada, o tocada de una manera que la haga sentir incómoda. Y, sin embargo, ¿cómo puede explicar el portavoz de la familia Bush que el expresidente de los Estados Unidos a menudo "acariciaba las partes traseras de las mujeres" de una manera "amistosa"?
Todo esto nos dice que tenemos que hacer un mejor trabajo asegurándonos de que cada hombre, y cada mujer, tengan claro qué constituye una conducta inapropiada.
Es de esperar lo que nos dejará el debate actual. Además de responsabilizar a los hombres por sus acciones pasadas, abrirá el diálogo para que los malos entendidos ya no sean una excusa aceptable. Porque que se sepa: tanto si eres un hombre como una mujer, las palmaditas de buen humor de alguien a quien no estás 100% seguro le darían la bienvenida nunca es tan bondadoso como te gustaría creer.
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