OPINIÓN: Los pingüinos de la Antártida nos necesitan
Nota del editor: Javier Bardem es un actor ganador de un Oscar que se ha unido a la expedición de Greenpeace a la Antártida para pedir la creación de la mayor reserva natural del planeta: un santuario en el Océano Antártico que abarca 1.8 millones de kilómetros cuadrados. Las opiniones expresadas en esta columna son exclusivas de su autor.
(CNN) — Tengo una imagen en mi cabeza. Es imposible expresarla perfectamente, pero es parte de mí.
Estoy sentado en una bahía aislada. Mis manos descansan en la arena mientras la brisa recorre el oleaje azul-verde de la orilla. El mar empuja su lengua, rebosante de pequeños pingüinos en blanco y negro, que andan con su peculiar paso sobre las rocas y se lanzan al océano. Es mágico: una ventana hacia un pequeño mundo que continuará mucho después de que me vaya.
Veinte años después, esta imagen existe solo en mi cabeza y en mi corazón.
Tal vez estés leyendo esto en tu teléfono. O tal vez en la pantalla de tu computadora. El mundo a tu alrededor está suspendido, te ausentas de tu entorno. La luz de tu pantalla es tu foco.
Las pantallas son a menudo nuestra ventana al mundo. Filtramos infinitas corrientes de información e imágenes a través de ellas. Dan forma a nuestra manera de pensar y catalogan nuestras experiencias.
Es por eso que nunca he estado en las redes sociales, y es por eso también que acabo de unirme a las redes sociales.
En este momento, la ventana por la que miro no es una pantalla. Es redonda. Es una portilla en un barco y un portal a un mundo majestuoso de imponente hielo y reluciente mar ubérrimo de vida.
Tengo la suerte de estar experimentando directamente la Antártida y la gran maravilla azul de su océano. Los pingüinos se sumergen en el agua, como en mi recuerdo en Boulder Beach en Ciudad del Cabo. Si tengo aún más suerte, veré las grandes ballenas, las focas leopardo y otras vidas en el fondo de nuestro planeta. Cuán lejos queda mi casa en Madrid.
Lo que me lleva de vuelta a las redes sociales. La semana pasada me uní a Twitter e Instagram, no para compartir actualizaciones sobre mi desayuno, sino para compartir este viaje que me lleva al otro extremo de la Tierra.
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Me uní a una expedición de Greenpeace para acercar la increíble diversidad de la vida en la Antártida a las personas que tal vez nunca tengan la oportunidad de verla. Porque todos estamos conectados con lo que sucede aquí, incluso si no lo sabemos.
Y quiero usar las redes sociales para invitarte a que vengas conmigo. Acompáñame no solo en este viaje, sino en la misión de crear la mayor reserva natural que el mundo haya visto: un santuario del océano Antártico.
Este planeta es un planeta azul. Dos tercios están cubiertos por mares que producen tanto oxígeno que nos dan cada aliento que nos mueve. Los océanos son mucho más grandes que todos los continentes juntos, pero el cambio climático, la contaminación y la sobrepesca los está matando.
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La buena noticia es que este año tenemos la oportunidad de crear la mayor área protegida de la Tierra en el océano Antártico. No solo preservaría su vibrante fauna, como los pingüinos emperador y las ballenas azules, sino que garantizaría un océano saludable para ayudar a mitigar los peores efectos del cambio climático. Sería tres veces más grande que mi país, España, y 200 veces más grande que el Parque Nacional de Yellowstone.
Significaría que los humanos no podrían explotar la zona, como hacen las embarcaciones pesqueras que capturan el kril antártico, un minúsculo crustáceo que es una de las especies más importantes en la cadena alimentaria, devorada tanto por los pingüinos Adelia como por las ballenas jorobadas y por casi todo lo demás.
nullLa propuesta de crear esta vasta reserva marina será presentada por la Unión Europea cuando la Comisión del Océano Antártico se reúna en octubre. Abarca una extensa área en el mar de Weddell y alrededor de la Península Antártica, que de lo contrario podría ver la expansión de la industria de la pesca del kril para fabricar productos como el aceite Omega 3 y pienso para las piscifactorías.
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En esta región, donde la vida marina ya sufre una fuerte presión, estos barcos podrían terminar compitiendo con pingüinos y ballenas por la comida, en zonas de alimentación de las que dependen.
Además de proteger la vida marina, los científicos están empezando a comprender el crucial papel que juegan los océanos saludables para evitar los peores impactos del cambio climático, ya que los océanos actúan como sumideros de carbono. Este proceso podría ser aún más significativo en las regiones polares.
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Los miembros de la Comisión del Océano Antártico, incluidos Estados Unidos, Rusia, China y la Unión Europea, ya han demostrado que pueden dejar de lado sus diferencias por el bien de nuestros océanos. Apenas el mes pasado entró en vigor una enorme reserva marina en el mar de Ross en la Antártida. Fue un triunfo de la cooperación internacional y tendrá un enorme impacto en la preservación de la vida marina. Pero si queremos hacer frente a los retos que encaran los océanos, tenemos que pensar a una escala aún mayor.
Tengo una imagen en mi cabeza. Es una gran extensión de mar y hielo prístinos, de bulliciosas colonias de pingüinos y un refugio seguro para las ballenas azules, los animales más grandes que el mundo haya conocido. Es un mundo natural que florece libremente porque se lo hemos permitido, y porque como raza, los humanos sabemos el impacto que podemos tener. Es una visión para proteger la Antártida.
Una imagen en tu cabeza y en tu corazón es algo poderoso. Y me gustaría ofrecerte la mía.
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