OPINIÓN: Dos propuestas para el salario mínimo
Nota del editor: Iván Franco es fundador y director de la consultora de inteligencia competitiva Triplethree International. Síguelo en su cuenta de Twitter @IvanFranco555 . Las opiniones en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.
(Expansión) — Llevamos varios años inmersos en una discusión abigarrada y oscurantista en torno a los salarios en México. Particularmente, al salario mínimo.
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No obstante, todos estamos de acuerdo en que el salario mínimo es insuficiente para sobrevivir y, dicho sea de paso, es anticonstitucional.
Además, existe desinformación sobre la productividad que limita el debate. Por ejemplo, la aseveración de que aumentos al salario generan inflación se utiliza indistintamente sin contar con información de la productividad individual de las empresas.
En la discusión salarial existen fuertes promotores de los incrementos al salario mínimo, pero también, fervientes opositores. Es un choque de trenes que no llevará absolutamente a ningún lugar.
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Por ello, el debate en torno a este tema debe subir su nivel, de uno lleno de dogmas y desinformación, a uno pragmático y deontológico.
El salario mínimo funciona como precio máximo, no como precio mínimo
Por definición, el salario mínimo se fija por arriba del salario de “equilibrio del mercado”.
En mi columna anterior comenté que el salario mínimo se encuentra debajo del salario de equilibrio de la economía mexicana. Por ello, toma la forma de un precio máximo, que es aquel que se fija, precisamente, por debajo del equilibrio del mercado.
Para entenderlo mejor, recordemos la leyenda “precio máximo al público” que está escrita en todas las cajas de medicamentos.
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Por ejemplo, si el gobierno desea limitar el precio de las aspirinas, fija un precio máximo por abajo del precio de equilibrio. El precio máximo genera un exceso de demanda (y escasez). Pero no solo eso. Para satisfacer la nueva cantidad demandada de aspirinas, los productores que estén en posición de hacerlo, se ven orillados a reducir sus precios para no salir del mercado.
El precio máximo, independientemente de su nivel, es un mecanismo señalizador que busca reducir el precio promedio general de toda la categoría. Ese es su objetivo.
Lo mismo sucede con el salario mínimo en nuestro país. Dado que este se encuentra por debajo del salario de equilibrio, genera un exceso de demanda por mano de obra barata. Sin embargo, no todos los trabajadores estarán dispuestos a bajar sus pretensiones salariales, por lo que habrá escasez.
La brecha entre los que quieren pagar muy poco y los que quieren ganar más, se convierte, en subempleo, autoempleo, informalidad, o en cualquier otra modalidad de ingreso no asalariado y precario.
nullDe acuerdo con cálculos propios de elasticidad, basados en la demanda laboral efectiva de México, el subempleo generado atribuible al salario mínimo actual, equivale casi a 12 puntos porcentuales de la población total ocupada.
Es decir, el costo para la economía de tener un salario mínimo de 88.36 pesos por día son más de 6 millones de personas que engrosan las filas del subempleo. El salario mínimo no solo tiene un costo social, sino uno económico.
El salario mínimo genera un efecto gravedad para los otros ingresos y salarios
Con datos de la ENOE, en el cuarto trimestre de 2012, 23% de la población ocupada ingresaba el equivalente a 1.5 salarios mínimos (mediana del rango), mientras que, 22% de la población ocupada ingresaba 2.5 salarios mínimos.
En el cuarto trimestre de 2017, la proporción cambió notablemente, donde 27% de la población ocupada percibió el equivalente a 1.5 salarios mínimos. Es decir, la población ocupada empobreció.
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Los analistas no saben por qué sucede este fenómeno: la respuesta es que hay un precio máximo que distorsiona a los mercados laborales a encontrar su equilibrio natural.
El dato más revelador de la ENOE es que hay 5.1 millones de ocupados con educación media y media superior, que perciben entre 1 y 3 salarios mínimos. Este fenómeno se debe al exceso de plazas pagadas muy por debajo de su valor de mercado.
Propuestas
Para el caso mexicano existen dos vías, una para regular correctamente al salario y otra para desregularlo por completo.
1) Regla de fijación del salario mínimo
Se basa en instrumentar una fórmula de elasticidad que permita al salario mínimo cumplir su función económica. Es decir, mantenerlo siempre por arriba del salario de equilibrio que se ubica actualmente en 132.54 pesos por día.
Primero se requiere determinar una tasa máxima aceptable de desempleo involuntario. Es decir, aquél que resultaría del salario mínimo aumentado, ya que un nuevo salario mínimo desplazaría a los trabajadores que no alcancen un empleo al nuevo salario.
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Una vez definida la tasa de desempleo involuntario, la fórmula que propongo evalúa la elasticidad entre el nuevo salario y el salario de equilibrio.
Si, por ejemplo, el nuevo salario resulta en 200 pesos por día, en un escenario donde todas las demás variables quedan constantes (ceteris paribus), se genera un máximo de 5 puntos porcentuales de desempleo adicional en la economía.
Pero no hay que alarmarse, el escenario donde todo queda constante difícilmente se daría en la práctica porque las empresas ajustan sus precios transitoriamente (inflación) o internalizan en los costos. Y, seguramente, el desempleo generado sería considerablemente menor.
Lo más relevante es que tendríamos un intercambio entre subempleo y desempleo, en un entorno de mayor salario. Es decir, un poco más de desempleo, con mucho menor subempleo.
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Considero que un seguro de desempleo funcionaría correctamente bajo estas premisas.
2) Eliminación definitiva del salario mínimo
Por otro lado, podemos dejar que sea el propio mercado el que auto regule el precio del trabajo.
Pero, esta propuesta debe ir acompañada con modificaciones al artículo 123 constitucional y sus leyes secundarias. Entre ellas, una que transparente los cambios en la productividad de las empresas para que los trabajadores negocien individual o colectivamente sus salarios con mejor información.
Eliminar al salario mínimo genera los siguientes beneficios:
- También disminuye el subempleo.
- Remueve por completo el efecto ancla (gravedad) sobre los demás salarios e ingresos de la economía.
- Deja de castigar a los trabajadores mejor capacitados y a sus pretensiones de educarse.
- Da libertad a las empresas y los trabajadores para negociar los salarios y sus incrementos sin un piso imaginario, o peor aún, basados en la inflación.
- Incentiva a mejorar la productividad individual.
- Ayuda a las empresas a incrementar su productividad laboral y, eventualmente, a reducir sus costos.
Si se elimina al salario mínimo, los demás salarios que se ubican cerca del mínimo subirán, no por arte de magia, sino porque se elimina el exceso de demanda de trabajadores mal pagados. Y el mercado de trabajo se normaliza.
nullLos ingresos y los salarios se elevan, también porque el nivel de capacitación y educación de la fuerza laboral mexicana así lo sugiere. Con datos de la ENOE sabemos que los trabajadores mexicanos, en general, ganan salarios por debajo de su nivel educativo.
Por otra parte, se elimina la “señal” del precio máximo, por lo cual no habría incentivo a negociar con salarios bajos.
Recordemos el ejemplo de las aspirinas. Si el gobierno remueve la distorsión del precio máximo, habrá aspirinas de todos los precios posibles. En economía esto se llama segmentación.
Para el caso de los salarios, lo que veríamos sería una mayor dispersión de la curva de salarios. Es decir, un mercado laboral mejor vaciado. Donde, las diferencias salariales estarían dadas por factores de competencia más que por un tope salarial artificial.
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