OPINIÓN: Faltan casi 117 años para que un asteroide choque con nosotros… o no
Nota del editor: Don Lincoln es físico investigador; estudia las leyes de la naturaleza. Ha escrito varios libros, entre ellos The Large Hadron Collider: The Extraordinary Story of the Higgs Boson and Other Stuff That Will Blow Your Mind. Síguelo en Facebook . Las opiniones expresadas en esta columna son exclusivas de su autor.
(CNN) — Chicken Little tenía razón. El cielo se va a caer… literalmente. No hoy, ni mañana, pero tarde o temprano. La Administración Nacional de la Aeronáutica y el Espacio de Estados Unidos (NASA, por sus siglas en inglés) anunció que el 22 de septiembre de 2135 (que por cierto es jueves, por si quieres revisar tu agenda), hay una leve posibilidad de que un asteroide de un kilómetro y medio de diámetro (llamado Bennu) choque con la Tierra con una energía equivalente al arsenal actual de misiles balísticos nucleares de Estados Unidos. Sobra decir que si eso ocurre, definitivamente será un mal día para todos.
Pero no te preocupes. La NASA tiene un plan. En un ejercicio teórico, un equipo de ingenieros diseñó un prototipo del vehículo de la Misión de Mitigación de Asteroides a Hipervelocidad para Respuesta de Emergencia (HAMMER, por sus siglas en inglés). Se trata de una nave espacial hipotética que podría chocar con Bennu o dispararle un dispositivo nuclear, con lo que se espera desviar al asteroide para evitar que choque con la Tierra.
HAMMER no es propiamente un programa de la NASA, sino una investigación de los desafíos técnicos que surgirían durante la construcción de un dispositivo como este. Las películas Armageddon e Impacto Profundo fueron dramatizaciones de esfuerzos muy parecidos.
Aunque es poco probable que Bennu choque con la Tierra, es inevitable que pase con otro asteroide parecido tarde o temprano. La probabilidad de un impacto es mayor en el caso de rocas más pequeñas y decrece rápidamente en el caso de asteroides más grandes.
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Un meteoro de unos 20 metros de diámetro cayó cerca de Chelyabinsk, Rusia, en 2013. Esta roca relativamente pequeña causó daños considerables. Liberó casi 30 veces más energía que la explosión nuclear de Hiroshima , hizo estallar ventanas de vidrio y provocó que 1,500 personas buscaran atención médica. Fue lo suficientemente pequeño como para que la mayor parte de la energía se disipara en la atmósfera, aunque algunas rocas chocaron con la Tierra. Por otro lado, tenemos al meteoro de unos 16 kilómetros de diámetro que cayó en la península de Yucatán hace 65 millones de años; la energía liberada bastó para borrar a los dinosaurios de la faz de la tierra. Este meteoro dejó un cráter de unos 150 kilómetros de diámetro.
nullLos meteoros como el de Chelíabinsk son bastante comunes y caen a la Tierra cada pocos años, mientras que los del tamaño del de Yucatán se presentan cada 100 millones de años, más o menos. En el medio están los impactos de asteroides como Bennu, que también son bastante raros, ya que ocurren una vez cada 100,000 años.
Sin embargo, estos meteoros más pequeños pueden causar daños considerables. Además, son sorprendentemente comunes , aunque por suerte la mayoría de los impactos ocurren en el océano o en zonas deshabitadas. Un meteoro de tamaño modesto tendría consecuencias catastróficas si cayera en una ciudad grande. La humanidad tendría que intervenir para evitar la pérdida masiva de vidas. Idealmente, esa intervención sería una misión para evitar la colisión como HAMMER.
En el negocio de la desviación de asteroides, la preparación lo es todo. Aplicar una cantidad reducida de fuerza a un asteroide, muchos años antes de un impacto, podría alterar fácilmente la órbita del asteroide, mientras que una intervención de último minuto podría exigir tanta fuerza que podría ser imposible evitar el impacto.
Teniendo eso en cuenta, la NASA creó un programa cuyo director tiene el que podría ser el cargo más genial de cualquier organismo: Director de Defensa Planetaria. La Dirección de Coordinación de Defensa Planetaria se encarga de los estudios de los proyectos de mitigación (como HAMMER y otros), pero también del programa de observación de objetos cercanos a la Tierra (NEO, por sus siglas en inglés).
El Centro de Estudios de Objetos Cercanos a la Tierra (CNEOS, por sus siglas en inglés) se dedica a observar los cielos en busca de rocas grandes con órbitas que podrían intersectar con la nuestra. El CNEOS ha descubierto aproximadamente 18,000 objetos cercanos a la Tierra; de ellos, casi mil tienen más de un kilómetro de diámetro. Esos son, desde luego, los más peligrosos. Han existido muchas variantes del programa de búsqueda de NEO desde la década de 1970.
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En 1998, la Comisión para la Ciencia, el Espacio y la Tecnología del Congreso estadounidense instruyó a la NASA que buscara amenazas potenciales de asteroides de más de un kilómetro de diámetro. El programa se ha vuelto más sofisticado a lo largo de las pasadas dos décadas.
Allá afuera hay un montón de NEO y los astrónomos han encontrado alrededor del 90% de los que superan el kilómetro de diámetro, además de una fracción menor de asteroides más pequeños. Los programas de la NASA han descubierto el 98% de los NEO, mientras que otros astrónomos han detectado el resto. Esta dirección usa una fracción muy modesta del presupuesto de la NASA y es el centinela que vigila y espera para advertirnos de peligros potencialmente graves. Este es un esfuerzo importante y bien vale la pena que lo respaldemos.
¿Bennu chocará con la Tierra en 2135? Probablemente no. Pero la Tierra definitivamente recibirá un nuevo golpe… solo es cuestión de tiempo.
Vivimos en una galería de tiro cósmica y un día, una bala vendrá hacia nosotros. Espero que para cuando llegue ese día infausto, los buenos astrónomos involucrados en las búsquedas de NEO hayan salvado al mundo.
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