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OPINIÓN: Meghan Markle reescribirá la historia de las princesas

Es cierto que las princesas de la nueva ola han roto el molde, como Elsa, en Frozen, quien es maravillosa porque es mágica, no hermosa, opina Kate Williams.
jue 17 mayo 2018 12:00 PM

Nota del editor: Kate Williams es profesora de Historia en la Universidad de Reading, Reino Unido; escribió el libro Young Elizabeth y es colaboradora y analista de la realeza para CNN. Las opiniones en esta columna pertenecen exclusivamente a la autora.

(CNN) — Las librerías de Nueva York despliegan en sus escaparates la leyenda: "Meghan, una princesa estadounidense".

Aunque se espera que Meghan reciba el título de duquesa una vez que se case , estrictamente hablando es una princesa.

OPINIÓN: Meghan Markle, ¿la nueva feminista de la familia real?

Además de ser estadounidense, es una mujer inteligente y exitosa que se ha abierto paso por su cuenta; es una feminista comprometida , defensora de las mujeres en la ONU y una mujer de color que ha hablado conmovedora y valientemente de los prejuicios a los que se ha enfrentado. Parece que es hora de cambiar la narrativa de las princesas de una vez por todas.

Desde que el príncipe Enrique estaba en pañales, las revistas y los periódicos han publicado artículos sobre su posible futura esposa. Usualmente se trataba de aristócratas británicas acomodadas, cuyos padres poseen castillos y que se dedicaron a las fiestas y a que las fotografiaran en reuniones sociales y no a trabajar de nueve a cinco. Usualmente eran rubias y totalmente blancas.

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Como argumentó Peggy Orenstein en su exitoso libro Cinderella Ate My Daughter (Cenicienta se comió a mi hija), la cultura de las princesas exhorta a las niñas a actuar según los estereotipos de la feminidad. Aunque los vestidos resplandecientes son divertidos, la cultura de las princesas valora por sobre todas las cosas la belleza física de la mujer… además de que se espera que hable lo menos posible y que espere pasivamente a que su príncipe la rescate.

nullLas princesas a las que esta cultura evoca no son reales como la princesa Victoria, que peleó con su madre por la independencia y el trono, o la princesa Amina, futura reina guerrera de Zazzau, hoy Zaria, Nigeria. Tampoco como Rani Velu Nachiyar, de India, quien combatió al imperio británico y a la que se conoce como "la Juana de Arco de India".

Hace poco, una niñita llegó al "Día de las Princesas" en su estudio de danza disfrazada de hot dog. Las redes sociales se conmovieron. Su maestra dijo: "Le encantan las princesas, pero quería ser original. Llevaba un disfraz de princesa debajo y dijo que era una princesa por dentro". Pero ¿qué significa "ser una princesa por dentro"?

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Es cierto que las princesas de la nueva ola han roto el molde, como Elsa, en Frozen, quien es maravillosa porque es mágica, no hermosa. Pero según investigaciones del sitio web The Pudding , en la película, que trata de dos hermanas, el diálogo es casi 60% masculino. En La sirenita hay 68% de diálogos masculinos y en Aladino es más del 90%. La princesa Jazmín no dice mucho. Además, las princesas suelen ser blancas. Personajes como Tiana, de La princesa y el sapo, Moana y Jazmín son excepciones.

A lo largo de la historia, ser princesa ha significado llevar una vida miserable. Las hijas de Jorge III sufrían una vida limitada al castillo de Windsor; no las dejaron casarse, casi no las dejaban salir y siempre se esperaba que le hicieran compañía al rey.

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La princesa española Catalina de Aragón se vio obligada a quedarse en la corte inglesa luego de la muerte de su primer esposo, Arturo, porque Enrique VII se negó a devolverle su dote. Enrique VIII maltrató tanto a la princesa Isabel como a la princesa María. A María la castigaron particularmente por ser leal a su madre, Catalina de Aragón, y por negarse a aceptar a Ana Bolena.

En tiempos más recientes, la princesa Margarita llevaba una vida de privilegios y glamur, pero no pudo casarse con el hombre al que amaba, Peter Townsend, y le costó mucho encontrarle sentido a su vida. Entre más lees de las princesas de verdad, menos quieres ser una.

nullLas reinas consortes han tenido independencia y poder —siempre y cuando estén en buenos términos con el rey— y algunas de las monarcas reinantes han sido las más grandes de la historia, tan duras e inteligentes como cualquier hombre: Isabel I; la emperatriz Amanirena de Kush, quien repelió a las fuerzas romanas, y Zenobia de Palmira.

Se suele representar a las princesas como mujeres blancas. En Reino Unido, los blancos siguen predominando en las élites, especialmente en la familia real. Solo uno de cada trece miembros del parlamento es una persona de color y solo alrededor del 5% de los jueces son de color. Meghan es una mujer de color que habla apasionadamente sobre el racismo; tras su matrimonio se volverá parte de la familia real y cualquier hijo que tenga con Enrique será el séptimo en la línea de sucesión, cosa poderosamente significativa.

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Es hora de que cambie la narrativa de las princesas.

Nuestra nueva princesa es una mujer que se ha abierto camino por su cuenta, que habla elocuente y apasionadamente de su experiencia con el racismo, de la pobreza y del movimiento #MeToo, que ha trabajado para la ONU y que pidió donativos a la beneficencia en vez de regalos de boda.

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Con suerte, de ahora en adelante el Día de las Princesas se tratará de disfrazarse exactamente de esto.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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