OPINIÓN: La selección alemana simboliza las divisiones políticas de su país

Los campeones defensores simbolizan las dudas que reinan en su país sobre identidad y frustración por la falta de cooperación de la Unión Europea en el tema de los refugiados, opina Sudha David-Wilp.

Nota del editor: Sudha David-Wilp es investigador sénior y subdirector de la oficina de Berlín del German Marshall Fund de Estados Unidos. Síguela en Twitter como

. Las opiniones en esta columna pertenecen exclusivamente a la autora.

(CNN) — El clima cálido de Berlín es el telón de fondo perfecto para que se repita el

en este Mundial. En ese documental de 2006, se cuenta la historia de un país muy seguro de sí, cautivado por la diversidad y el potencial de su selección nacional.

Ahora, los campeones defensores simbolizan las dudas que reinan en su país sobre la identidad (consecuencia de haber dejado entrar a

en 2015) y la frustración por la falta de cooperación de la Unión Europea en el tema de los refugiados.

La insistencia de Alternativa por Alemania (AfD, por sus siglas en alemán), un partido opositor de derecha, y otros como ellos en toda Europa amenazan el compromiso de la canciller Angela Merkel con la visión de un bloque sin fronteras. Pero ahora, incluso dentro de su comité electoral,

por la migración que podría afectar la longevidad de su mandato.

Como anfitriones del Mundial de 2006, los alemanes celebraron a su equipo prometedor de jugadores de diferentes ascendencias y ondearon banderas con la cara pintada de negro, rojo y amarillo. Este fue un hito porque los alemanes rara vez se sienten cómodos manifestando públicamente su orgullo nacional (debido a su pasado sombrío).

Sin embargo, la Asociación Alemana de Futbol (DFB, por sus siglas en alemán) demostró que estaba surgiendo una Alemania diferente. Siete jugadores de la selección nacional de 2008 son de ascendencia migrante; la DFB emprendió una campaña pro-integración con un video en el que se veía a los padres de los jugadores, personas de color o que portaban un velo islámico. Parecía que Alemania había dado la vuelta a la página y había aceptado totalmente a su sociedad multicultural.

Hoy, esos tesoros nacionales han sido objeto de controversias mientras la aprensión por la identidad crece en medio de las noticias de extranjeros involucrados en crímenes violentos… y el discurso polarizador del AfD. Poco después de la oleada de migraciones de 2015,

, afirmó que aunque la mayoría de los alemanes admiran a Jérôme Boateng, la estrella de raza negra, no lo querrían como vecino.

Más tarde se disculpó, pero se trata de un líder del AfD que

simplemente "una mancha de heces de pájaro en mil años de historia gloriosa de Alemania".

No solo al AfD le molestan ciertos jugadores. Durante un partido amistoso previo al Mundial, contra Arabia Saudita,

al centrocampista Ilkay Gundogan, pese a que el técnico Joachim Löw les pidió que callaran. Gundogan y su compañero, Mesut Özil, ambos de ascendencia turca, con el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan.

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con la lamentable frase "Para mi presidente", lo que agravó la indignación. Gundogan hacer un pronunciamiento político y juró lealtad a los valores alemanes. Ambos jugadores se reunieron con el presidente del gobierno alemán, Frank-Walter Steinmeier, para reivindicarse y calmar la indignación de la gente.

Pero como las tensiones han crecido a lo largo de los pasados tres años, persiste la duda sobre por qué ahora están alcanzando niveles nunca antes vistos. Es cierto que el AfD está fomentando el nerviosismo, pero también ha habido noticias inquietantes respecto a los refugiados.

, persisten los debates públicos sobre la integración, particularmente porque el antisemitismo y los asesinatos de mujeres jóvenes, , dominan los titulares. Un caso reciente de una víctima de catorce años involucra a un iraquí .

Es más, el entusiasmo de los alemanes por ayudar a los refugiados ha disminuido, particularmente desde que se ven cada vez más solos en la misión. Al este, Hungría y Polonia se han opuesto a las cuotas de inmigrantes y sus aliados tradicionales de la Unión, como

, el barco de inmigrantes.

Para empeorar las cosas, las autoridades alemanas están administrando mal las operaciones y los recursos. La Dirección Federal de Migración y Refugiados (BAMF, por sus siglas en alemán) siempre ha tenido poco personal y se sospecha que está aceptando a los solicitantes de asilo sin verificar sus antecedentes a profundidad. Tomemos por ejemplo la oficina de la dirección en Bremen, cuyo director está acusado de corrupción y de haber concedido injustificadamente el estatus de protección

. También se dice que que tenían lazos comprobados con islamistas.

No obstante, Merkel puede mitigar tanto la influencia del AfD y los rebeldes dentro de su propio comité electoral como la mala administración del gobierno. Como la economía es fuerte y

en los próximos cuatro años, Merkel debería canalizar parte de esos recursos a la reforma de la BAMF. Si la BAMF puede mejorar su capacidad de detectar las peticiones fraudulentas y conceder asilo a quienes de verdad lo merecen, entonces la postura de Merkel se fortalecerá y le cerrará la boca a algunos de los radicales que afirman que los solicitantes de asilo ponen en riesgo a los alemanes.

Merkel sigue firme en su decisión de permitir la entrada de refugiados por razones humanitarias. El siguiente paso de su política de "podemos lograrlo" es demostrarles a sus electores y a la Unión Europea que Alemania puede ser un gran defensor de la migración al dar poder a las autoridades locales para procesar a los solicitantes que están esperando asilo, implementar programas migratorios que promuevan los valores democráticos y deportar a los criminales. De otra forma, su decisión de ser un ejemplo de compasión y apertura en Europa condenará su cuarto mandato.

Luego de que la selección alemana perdiera ante México en el primer partido, Merkel no puede contar con que el equipo nacional evoque los recuerdos positivos de ese verano mágico de 2006.