OPINIÓN: ¿Cómo funcionan las subastas de arte?
Nota del editor: Steven Murphy es el fundador de Murphy & Partners, una firma especializada en asesoría artística. Antes de fundar su empresa, Murphy fue director ejecutivo de Christie's International. Las opiniones en este artículo pertenecen al autor.
(CNN) – Nunca el mundo del arte había sido tan global o accesible como hoy. Las estimaciones sugieren que, al año, las ventas de arte oscilan entre los 60,000 millones y los 70,000 millones de dólares (mdd), y las transacciones se llevan a cabo en galerías, ferias de arte, firmas de asesoría y en línea. Sin embargo, incluso los amantes del arte con mucha experiencia encuentran intimidantes las subastas, responsables de generar alrededor del 20% de las ventas anuales. Las subastas son también una de las formas más emocionantes de obtener lo que deseas a un precio de mercado.
Comencemos con un hecho básico: las subastas son eventos públicos. Cualquiera puede ver lo que está a la venta y elegir participar. Cuando el martillo cae, el precio de un objeto ha sido determinado por las personas que lo quieren, a la vista del mundo.
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Pero es fundamental estudiar un poco antes de registrarse para pujar. Cada casa de subastas publica en línea un catálogo de obras varias semanas antes de una venta, para que puedas mirar las imágenes y aprovechar la enorme cantidad de información disponible no solo sobre precios, sino sobre la historia de la obra y otros trabajos disponibles del mismo artista, exposiciones y más.
Con tanta información a tu alcance en tiempo real, puede ser difícil descifrar qué vale la pena comprar y a qué precio. Por lo tanto, al igual que con cualquier otra inversión, es imprescindible contar con el asesoramiento de una persona con experiencia en arte que te ayude antes de tomar una decisión.
Cuando fui director ejecutivo de Christie's International, la casa de subastas líder en el mundo, trabajé con un ejército de especialistas dedicados e increíblemente talentosos cuyo trabajo consistía en asignar un precio adecuado a una obra de arte y asesorar a los compradores antes de que ingresaran en la sala de subastas. No temas hacer preguntas del tipo, "¿Cómo se llegó a esta estimación?" y "¿Hay muchos postores interesados en esta obra?".
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También puedes consultar a un asesor de arte independiente, quien gustosamente te orientará a través del catálogo en línea, brindando información adicional o, mejor aún, te acompañará a la exhibición preventa. Porque debes ponerte físicamente frente al arte. Lo que despierta tu interés en la pantalla no necesariamente te moverá de la misma manera en la sala, y esta sutileza puede cambiar tu decisión. El arte no es simplemente una inversión mercantil, es una narrativa cargada de emociones desde su creación hasta su adquisición y, en última instancia, al poder visceral de su contemplación.
Las casas de subastas siguen siendo de los mejores lugares para comprar arte, pero necesitas orientación sobre los precios, ya que la competencia de pujas en la sala puede ser apasionante y seductora. Esto siempre ha sido así. En 1852, una pintura de Murillo, La Inmaculada Concepción, se subastó en Londres. El Louvre la deseaba, al igual que la National Gallery, y cuando el enviado del zar de Rusia también levantó la mano, se produjo una guerra de pujas. El Louvre triunfó, se quedó con la pintura por 24,600 libras esterlinas. Ese fue el precio más alto pagado por una obra de arte durante más de medio siglo.
Hoy vivimos en una era donde los récords se baten con más frecuencia. Tan solo el año pasado, otra guerra de pujas proyectó una pintura de Leonardo da Vinci a un nuevo récord mundial de 450 millones dólares.
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La motivación para adquirir una obra de arte nace más del corazón que de la mente o el bolsillo. Una primera edición del Ulysses de James Joyce es rara; solo hay unos pocos miles de ejemplares. El valor es consecuentemente muy alto para un objeto de tinta y papel que también está "disponible" en un libro de bolsillo editado por Penguin. Pero el verdadero valor de este raro objeto también está inspirado en el extraordinario poder de la novela misma, una obra de originalidad y genio revolucionarios, y por su lugar en el mundo de la literatura. Entonces, en el caso de la primera edición del Ulysses, la motivación para adquirirla es tanto por el premio de poseer una copia original como por la asociación del sueño de leerla.
Es lo mismo con una pintura; solo hay una de cada en el mundo. El propietario es la única persona que puede "leerla" todos los días.
Cada pieza de arte es única, y en cualquier modelo económico, la rareza y la escasez son factores clave del precio. Picasso fue prolífico, pero cuando sale a la venta un retrato en particular de Marie Therese de 1932, solo hay ese en oferta, lo que impulsa el precio. Solo habrá una persona que será su dueña, se despertará y tomará un café frente a ella y experimentará la resonancia emocional del genio del maestro.
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Vivir con una pintura que te conmueva es lo que debería motivarte a comprar una obra de arte.
Por ello, revisa los catálogos de subastas en línea, visita las exhibiciones de preventa en las casas de subastas, consigue algunos consejos y asesoría y luego haz lo que cada gran coleccionista hizo cuando comenzó: compra algo que ames. (Solo asegúrate de haber medido tu pared antes de levantar la paleta en la subasta).
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